Capitolo 20: Malentendido y medidas [+18]

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Disfruten la comida y la sorpresa.

—Tú lo que quieres es que Carlo te mate

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—Tú lo que quieres es que Carlo te mate.

—No está aquí, no se va a enterar —aseguró el abogado.

Toni lo dudaba, pero estaba demasiado a gusto como para actuar como voz de la razón.

Era un día agradable, caluroso y tranquilo. Carlo y el resto de la tropa fueron a una reunión con Hai y Fedor para cuadrar los detalles de un asalto a un banco que harían y ellos quedaron solos. El Alfa italiano les dio la condición de no salir del Kerule hasta que fuera hora de hacer contrabando vigilado en Paleto y que García los vigilase de cerca. Al policía este hecho ya no le hacía tanta gracia. Y no era nada personal, a él le gustaba ser un chismoso discreto y enterarse de cosas, pero no estaba dispuesto a presenciar actos para adultos. 

Para evitar ese infortunio, invitó a su novia Sabrina a desayunar. Sacaron la comida a la parte de afuera, donde habían unas mesas y se quedaron ahí. Era una buena estrategia: daba privacidad a los tórtolos, cuidaba a Toni y no se traumaba de por vida. De todas formas, exigiría un descanso de tan engorrosa labor. ¿No podría Volkov hacer algún turno? 

Pero volviendo a nuestra pareja...

Caminaron juntos hacia los almacenes que guardaban las pirulas y otras cosas más en el garaje, compartiendo un beso acalorado plagado de feromonas intensas y deseos efervescentes. Entre tanta máquina fuera de servicio que estorbaba, Salinas decidió hacer presión para que el cuerpo de Toni quedara entre el aparato y su pecho. El italiano, llegando al borde, se subió con un impulso de sus brazos para quedar sentado con su pareja entre sus piernas. Lo jaloneó de la solapa de su camisa y le estampó otro beso vigoroso. 

Raúl metió sus manos por debajo de la camiseta que el rubio llevaba, dejando caricias osadas y un roce sobre sus tetillas que ocasionó un suave quejido en el receptor. Le retiró la prenda superior y se las arregló para elevarlo un instante que le permitió bajarle los pantalones de un tirón, no sin antes retirar su propia camisa y desabrochar sus jeans. Peinó con los dedos la suave contextura del Omega, saboreó entre su lengua los parajes erógenos que poco a poco comenzaba a recordar con inmediatez. Ahora sabía, por ejemplo, que a Toni le gustaban los besos en su garganta, rozando con ligereza su manzana de Adán. O que su posición favorita era estar encima, montando su pene, auto penetrándose. 

Toni, por su parte, no pudo evitar (y tampoco quería) gemir con fuerza y sufrir espasmos ante la succión hambrienta de Salinas sobre la tierna carne de su cuello, acompasada de las manos traviesas de este, que viajaron por su torso a su trasero. 

—Coger contigo es lo único que he hecho bien en mi vida —le dijo el abogado, amasando los glúteos entre sus dedos, colándolos por debajo del bóxer. 

Nascondilo [Raúl Salinas x Toni Gambino]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora