Madison
Si antes me hubieran dicho que esto ocurriría hubiese inventado una excusa para no venir a clases. Es que, ¿como puede pedir eso? ¿Quien se cree que soy?
Ahora todas las miradas de mis compañeros y profesor están puestas en mí. ¿Por qué? Porque lo último que he dicho lo dije tan alto que todos me han escuchado.
Claro que esto tenía que sucederme a mí. La chica suertuda del planeta.
Este es el momento donde la tierra me traga y me escupe en Júpiter, ¿cierto? Cierro mis ojos fuerte. No puedo creer que esto me esté pasando a mí. El profesor me mira con sus cejas enarcadas.
—Señorita Williams —dice mi nombre lentamente como si lo estuviera saboreando. Debo aclarar que no le caigo bien a ese profesor, ni él a mí —. Si tienes muchas ganas de hablar, ¿porque no lo haces fuera de clases? —señala con su mano hacia la puerta.
Ay, no. Me hundo en mi asiento.
—Disculpe profesor, no volverá a pasar —le digo para calmarlo. Sé que quiere que salga del salón pero no haré tal cosa. Oh, no. Claro que no.
—Ella no tiene la culpa profesor, yo solo le estaba pidiendo una explicación de algo que no entendí sobre la clase —Declan habla haciendo que mi mirada se pose en él.
Mentira. Soy malísima en esto. Espero que el profesor se lo crea. Pero es evidente que no lo hace. El sabe muy bien que matemáticas no es mi fuerte. Con una mirada que dice "si vuelves a hablar te sales" el profesor asiente y sigue anotando. El pobre debe estar cansado de tanto dar las clases porque no insiste. Lo entiendo. A veces lo he pillado durmiendo en medio de algún exámen.
—Madison —vuelve a llamar Declan en un susurro. Lo miro enfadada, por su culpa casi me sacan de clases —. Lees libros, ¿no? Por eso quiero que me ayudes.
¿Como sabe eso?
—¿Como sabes que yo...? —comienzo pero quedo a mitad de la pregunta —. Porque no mejor lees un libro, eh.
Vuelvo mi mirada hacia el profesor, ignorándolo. Pero veo que no funciona.
—No me gusta leer — dice y lo veo arrugar su rostro como si eso significara muerte. Que idiota es.
—¿Por qué quieres serlo? —le pregunto con un dejo de curiosidad. Aunque imagino la respuesta.
Declan lleva su mirada hacia adelante y yo lo sigo. Sí, lo quiere ser solo por su amiga la coreana.
—No soy cupido —le dejo en claro —. Y no, no te ayudaré.
Vuelvo mi vista hacia el frente.
—¡Oh, vamos! — Declan sigue llamando e insistiendo. ¿Como puede ser tan insoportable? ¡Dios! Lo detesto.
—Déjame en paz y haz silencio —no quiero que esta vez el profesor sí me saque de clases.
—No te dejaré tranquila hasta que aceptes —dice con firmeza. Lo miro con mala cara.
—No aceptaré.
Pero sigue insistiendo y ya su voz me tiene harta. Quiero que deje de insistir.
—¡Ay ya! Está bien. Te ayudaré — termino aceptando. Declan me da una sonrisa victoriosa y yo volteo mis ojos.
Lo odio.
¡Ay, Dios! ¿En que me he metido?
♥ ♥Es la hora del almuerzo y me encuentro en la fila de la cafetería de la escuela para pedir mi comida. Claro que la comida de aquí no es muy buena pero, es comer o morir de hambre. Y dicen que con hambre todo se come, ¿o no? Así que me toca tomar esa asquerosa sopa que más bien parece vómito de perro. La próxima vez traeré mi propia comida.
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30 días para ser un Novio "perfecto" | En Proceso
JugendliteraturMadison siempre ha dado la impresión de ser gruñona y detestar al mundo, pero en realidad es una apasionada romántica amante de la literatura, especialmente del género romántico. Influenciada por los numerosos libros que ha leído sobre chicos románt...