Capítulo XVII

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Acostumbrarse al horario que tenían aquí no era difícil. Menos cuando tu compañera de cuarto se esforzaba para despertar bastante temprano y terminaba despertándote.

Cuando desperté, ella ya había terminado de bañarse y se encontraba vistiendo. Casi no había hablado más que lo necesario como reglas sobre usar el baño o la regadera, pero desde nuestra conversación el día anterior, no había intentado mostrarse amable nuevamente.

Ayer en la noche durante la cena, nos indicaron el horario del día de hoy. Desayuno, entrenamiento de fuerza, comida, análisis mental y cena. Aún tenía dudas sobre qué haríamos pero nos pidieron que no nos preocupáramos sobre eso y que nos explicarían en su momento.

Una vez que terminé el desayuno junto a Sofi y Judy, nos formaron a todos en línea y nos llevaron hasta un campo deportivo, seguramente de fútbol por las marcas en el suelo, aunque también había una pista de carreras alrededor. Nos alinearon a cada uno por edificios, busqué con la mirada a Clay esperando encontrarlo pero no lo alcanzaba a ver.

En las gradas frente a nosotros se encontraba el líder Eduardo Rangel viéndonos junto a otros coordinadores. La conversación que había tenido con los chicos de la tienda un día atrás volvió a mi cabeza. ¿Cómo tendría que llamar a las personas que estaban enfrente?

El líder tomó un micrófono y comenzó a hablar hacia nosotros.

—Buenos días muchachos. Espero hayan descansado como es debido ya que hoy harán mucho ejercicio en estas pruebas.

Escuché algunos gruñidos de quejido por parte de algunos de los chicos a mi alrededor.

El líder le pasó el micrófono a una de las coordinadoras. Era alta, de cabello negro y era bastante linda fisicamente, supuse que más de una persona se pondría celosa del cuerpo que tenía.

—Buenos días a todos —se presentó con una voz más grave de lo que esperaba, bajó de las gradas y caminó hacia nosotros—. Me presento como la señora Dávila. A partir de hoy, seré una de sus principales entrenadoras. Deberán hacer todo lo que les indique, sin titubear, dudar o quejarse. ¿Está claro? —se detuvo viéndonos fijamente fuera de la pista de atletismo. Algunos asintieron, otros simplemente se quedaron estáticos mirándola—. ¿Entonces qué están esperando? ¡Todos los de la Provincia Costa Noroeste, se me ponen en la pista para correr!

Varios chicos se separaron y se colocaron en la pista de carreras. A pesar de que eran muchas personas, la pista no se veía tan concurrida.

La señora Dávila dio las indicaciones. Una vuelta de precalentamiento, calentamiento, ejercicios de fuerza y resistencia en pista. Al parecer nos dividirían en provincias, por lo que la provincia que mencionó al principio fue la primera en comenzar con el circuito. Cuando ellos terminaron el precalentamiento, llamaron a todos los de otra provincia.

Conforme avanzaban, supuse que seríamos la última provincia. Cuando solo quedábamos unos cuantos, fue más fácil mirar a mi alrededor en busca de Clay. Logré encontrarlo no muy lejos de dónde estábamos; seguramente sintió mi mirada, puesto que volteó hacia donde estábamos y sonrió.

Se abrió paso entre los demás jóvenes que los rodeaban para llegar a nuestro lado.

—¿Cómo pasaron la noche? —preguntó Clay acercándose a nosotras. Tenía puesto el mismo uniforme que todos los demás, aunque noté que había diferencias en los diseños entre chicos y chicas.

Cuando estuvo a nuestro lado sujetó mi mano, lo que claramente me sorprendió y me sacó de lugar. Nos habíamos mantenido ocultando nuestra relación por bastante tiempo que ya era como un sexto sentido el asegurarme de no estar demasiado cerca o hacer algo indebido. Y luego llegaba Clay, frente a uno de los líderes, a tomarme de la mano.

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