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Capítulo 3: Alguien nuevo en el pueblo

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Capítulo 3: Alguien nuevo en el pueblo

Aún había veces en las que aquella hermosa sirena se sentía sola, lloraba y extrañaba a su familia, la única compañía que tenía era la luna, su brillo le inspiraba para poder cumplir con lo que su madre le había dicho.

Aquella sirena sacó su cabeza a la superficie, luego de haber nadado mucho, ya era momento de hacer efecto su collar, por que de cualquier momento podrían encontrarla en el océano. Para eso ella se había acercado un poco a los humanos, los observaba de lejos y trataba de imitar algunas de sus acciones, veía todas las cosas que había en el lugar, como vestían las personas, como caminaban, incluso como comían, todo lo aprendió observándolos. No tardó mucho en aprender aquellos movimientos, y había llegado el momento de ponerlos en práctica

Salió en un lugar muy solitario, se arrastró a la arena, y fue ahí que con sus poderes utilizó su collar, aquel soltó un hermoso brillo del mismo color, y al mismo tiempo su cola se convirtió en un par de piernas, la chica quedó desnuda.

Buscó alguna ropa cerca de ahí, había una playa y le tomó un vestido rosa pastel, con una caída linda que estaba junto a un paraguas, igual un par de sandalias blancas, caminó adentrándose poco a poco al pequeño pueblo, todo lo que había observado aquellos días ahora lo veía mucho más de cerca. Niños jugando, carros, personas en sus puestos de vendimia, restaurantes.

—Vaya que son más ruidosos que en el océano —susurró para ella misma.

Mientras caminaba admirando al pueblo, vio a un puesto de frutas y verduras, vio una deliciosa sandía partida en varios triángulos, sonrió y se acercó a ella, tomó una y la mordió, disfrutó tanto del bocado que sus ojos brillaron, era la cosa mas deliciosa que había probado.

—Deliciosa ¿no? —dijo aquel hombre mayor.

Ella asintió con la comida en la boca, el señor río levemente al ver su reacción. Aquel chico quien cargaba una caja de jitomates, la dejó a un lado y le extendió la mano para cobrarle a aquella chica, ella no entendía por lo que terminó tomando su mano agitándola levemente, como si se estuviese presentando, el chico frunció el ceño, ____ no recordaba que hacía cuando alguien le extendía la mano, solo recordaba eso que era para saludarse.

—¿Crees que esto es gracioso? —preguntó seriamente.

Su abuelo observó aquella reacción y río levemente, ella miró al chico confundida, luego una señora llegó, tomó una canasta con muchas frutas que estaban ahí, sacó dinero de su monedero y se lo dio a su abuelo.

—Gracias —agradeció la señora para irse de ahí.

—Oh, ya entiendo, quieres que te de monedas por el pedazo de sandía

—¿Pues que otra cosa sería? —respondió sarcástico el chico, pero aún serio.

—Bueno... yo no tengo monedas —dijo moviendo su vestido levemente.

—¿Entonces cómo pagarás el pedazo que te acabas de comer? —preguntó alzando una ceja.

Se quedó en silencio mirando hacia otros lados, no sabía que hacer o responderle

—No te preocupes, hoy la casa invita —sonrió el señor. —Pero la próxima vez será mejor que traigas dinero

—Muchas gracias señor —dijo haciendo una reverencia.

El señor se sintió un poco confundido, nadie hacía reverencias a menos que en su cultura fuera necesario, Tom miró a su abuelo y luego a ella confundido también

—No eres de aquí ¿verdad? —preguntó Dan.

—No señor, acabo de llegar al pueblo —dijo con una sonrisa.

—Algo así sospechaba, este pueblo es muy pequeño y la mayoría de aquí se conocen, y nunca te había visto antes

—Es por que acaba de llegar —respondió Tom

—Bienvenida —sonrió. —¿Cómo te llamas?

—Soy _____ ¿usted como se llama?

—Soy Dante, pero todo mundo me dice Dan

—Me alegra conocerlo Dan

La sirena miró a Tom esperando su respuesta, el chico suspiró y respondió

—Soy Tom

—Me alegra conocerte Tom

La chica le regaló una amplia sonrisa, Tom la miró a sus ojos, eran hermosos, tan hermosos y azules que le recordaban a la belleza del océano, por un momento, se perdió en ellos, como si nada de lo de al rededor le importara, solo observar sus ojos.

Ocean Eyes [Tom Holland]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora