"¿Podemos regresar el tiempo? ¿Donde tú y yo nos amábamos sin control?"
Yang Jungwon era un chico que fue obligado a casarse a una temprana edad con Lee Heeseung, iniciando así una unión que estaba destinada a ser más complicada de lo que él podría...
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—Jungwon —Alguien me movía mientras dormía.
—Emmm ¿Heeseung? —Abrí lentamente los ojos.
—Voy a un viaje de negocios por dos días, no salgas de casa, pide comida a domicilio, no uses la cocina y... cuídate, no le abras la puerta a extraños —Me levanté poco a poco y me senté asimilando lo que sucedía.
No era la primera vez que se iba sin decirme a última hora.
—Sigue durmiendo, son todavía las seis de la mañana, Descansa —Acaricio mi cabello y salió de la casa con una maleta.
¿Algo no me cuadraba del todo? ¿Se iría por dos días? ¿CON ELLA?
Me escondí entre las sabanas y abrace mi almohada, la cama estaba fría y el dolor se apoderaba de mí.
¡¿Estaba engañando a Heeseung con Jay?! Eso debería hacerme feliz y no sentir culpa, pero soy tan estúpido.
La puerta de la casa sé cerro levemente y un suspiro salió de mí...
¿Estaba solo?
Mi madre me dijo cuando era pequeño, que la vida no era fácil, que el amor dolía y los engaños te escondían.
—Yo estoy haciendo lo mismo ¿Por qué me siento triste? —Me senté junto a la venta y miré el brillante día.
—Tengo a Jay ¿Pero por qué? —escondí mi cabeza entre mis piernas.
>Culpa
Eso era, culpa.
—¿Estoy haciendo bien las cosas mamá? Estoy lastimando a Jay con mis estúpidas emociones —suspiré.
Se dice que los amantes fueron esposos en sus vidas pasadas, y que en algún punto de su relación se prometieron amor eterno.
Por eso en su siguiente vida se buscan para seguirse amando...
—¿Por qué no puedo dejar a Heeseung si me hace tanto daño? —dibuje una carita triste en el vidrio de mi habitación.
Cuando sentí algo chocar con la ventana, era una piedra de la vereda—¿Pero quién? —Me asomé a mirar.
Era él, siempre él, la única persona que se quedó por mí y me cuido.
Jay...
Estaba haciéndole daño, no quería que sufriera por mi culpa, pronto tendría que tomar una decisión si quería sentirme mejor.
—¡Woonie! —mi corazón comenzó a latir muy fuerte al escucharlo.
¿Era emoción? No era el amor que sentía por él cada vez que lo veía sonreírme.
