#37 Meses

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Narra Jack

Una enfermera de unos 35 años de edad, baja estatura y cabello castaño, escanea el tatuaje en mi ante-brazo unas tres veces mientras la apresuro a la sala de Ashley. Las lágrimas siguen cayendo de mis ojos y mi corazón late cada vez más rápido a medida que corren los segundos que parecen ser eternos cada uno. Si la enfermera a mi lado o cualquier otro profesional de este maldito hospital no me da una buena respuesta rápido, juro que me va a dar un ataque cardíaco, pero antes, haré cenizas este lugar.

No sé qué estoy sintiendo, es rabia combinada con angustia, mucha angustia. Esto de verdad me está matando, quiten todo de mi, pero por favor no me la quiten a ella. Sé que si Ashley no recupera su memoria, todo será muy distinto en su vida y en la mía. En nosotros. Tal vez ella no vuelva a sentir lo qué sentía por mi, aunque no termino de saber cuanto sentía en verdad por mi, pero tal vez suceda algo peor, tal vez Ashley no vuelva a quererme en lo absoluto.

Siento cómo si un cuchillo con muy buen filo, me estuviera atravesando ahora mismo de sólo pensar en esa posibilidad.

La enfermera se apresura en abrir la puerta de la sala de Ashley y yo la sigo lo más rápido que puedo, no quiero saltarme ningún detalle de está jodida mierda. Cuando ambos entramos a la sala, casi corriendo, mi corazón me da una gran pulsada y mi alma se levanta para volver a caer al suelo pero con más fuerza. Allí está Ashley, sentada en el borde de la cama blanca, con sus pies elevados sin ni siquiera rozar el suelo. Ella gira inmediatamente e inyecta sus ojos en nosotros, cuando entramos a la sala casi tropezándonos por la desesperación. Al menos yo estoy desesperado.

"Hola Ashley ¿cómo te sientes?" La enfermera se acerca a ella y le sonríe para volver a tomar la calma.

¿Cómo sabe su nombre? Acaso ¿los enfermeros saben los nombres de todos los pacientes aquí?.

"Hola, me siento, mareada" Afirma. Volver a escuchar su voz es como si me dieran latigazos en la espalda. En verdad creo que me está bajando la presión, mejor tomo asiento en la pequeña silla gris alado de Fernando que parece no saber muy bien qué está sucediendo.

"Es normal que te sientas así, recuéstate y te daré un calmante para ello" La enfermera gira para buscar el calmante, pero en seguida Ashley vuelve a hablar.

"Gracias. Le dije al chico que no era necesario que buscara a una enfermera, de verdad no me siento tan mal" Esto no puede estar pasando. Ashley me llamó "chico" cómo si fuera un completo desconocido. Olvido mi intensión de tratar de no llorar frente a Fernando y dejo las lágrimas caer.

"Tuviste un accidente de transito esta madrugada ¿lo recuerdas Ashley?" La enfermera me mira comprensiva y Fernando comienza a darse cuenta de lo que está sucediendo.

"No, no lo recuerdo" Mi pecho se tensa y puedo sentir que el de Fernando también.

"Tú viajabas en un taxi devuelta a tú apartamento ¿no recuerdas eso?" La mirada de Ashley era confusa hasta hace unos instantes, ahora su mirada es de pánico.

"No recuerdo nada" La voz de Ashley se quiebra y comienza a llorar.

Ella se está dando cuenta de todo esto.

"Tranquila Ashley, no llores. Relájate, recuéstate y toma esto" La enfermera le entrega un vaso con agua y una pastilla color blanco.

Las lágrimas de Ashley siguen corriendo por sus mejillas rojas cuando ella se recuesta sobre su almohada luego de tragar la pastilla con un buen sorbo de agua. Mis ganas de lanzarme hacía ella y tomarla en mis brazos para que deje de llorar, se multiplican. Pero sé que si quiero ayudar en esto, debo mantenerme lo más controlado posible.

"No entiendo qué sucede conmigo" Su voz es débil, muy débil. 

"Estarás mejor, pero debes relajarte ¿si?" La enfermera trata de tranquilizar a la angustiada chica de ojos azules, mi chica. O tal vez ya no más.

"Esta bien" Ashley accede y baja la mirada en forma de derrota. 

Eso me hace recordar cuando estábamos en su apartamento, dos meses atrás, cuando todo estaba comenzando. Yo me abrí con ella y le conté la historia de mi padre, cómo lo vi morir, por qué murió y todas las consecuencias que hubieron a partir de ese día. Las lágrimas caían de mis ojos, al igual que ahora, estaba angustiado y a la vez sentía rabia. Ella bajó su mirada porque le dije que no había podido contra sus problemas, ella se sintió débil, lo sé. Pero fue todo por una buena causa, yo necesitaba que ella no bajara la mirada nunca más, necesitaba hacerla fuerte, necesitaba tratar de salvarla, salvar a aquella suicida que pensaba que no tenía nada y que nadie la necesitaba, pero no sabía que ella era mi todo desde el primer momento en que la vi, aunque de verdad nunca lo supiera, hasta después de nuestra pelea, cuando me di cuenta que al alejar a Ashley de mi, era cómo arrancar una parte de mi.

Tengo ganas de decirle que no baje la mirada, pero eso sería más que patético, ya que ella no recuerda nada de lo que vivimos.

La enfermera hace un gesto para que Fernando y yo salgamos. Me pongo de pie y la sigo hasta afuera de la sala, tratando de no mirar a Ashley en el trayecto, lo que me parece ser imposible.

"Ella estará bien" La enfermera que recién logro notar el nombre "Susan" en su túnica, dice cerrando la puerta detrás de nosotros.

"¿De verdad?" No puedo evitar la gran sonrisa de oreja a oreja que se me forma al escucharla.

"Este no es un caso grave de perdida de memoria. Ella recuerda su nombre, cómo hablar cómo una chica de su edad y cómo controlar su cuerpo. El trauma en su cerebro no es para nada mayor, esto de seguro es temporal, aunque existe la posibilidad de que ella no recuerde lo que sucedió últimamente" No sé cómo sentirme ahora.

"¿Últimamente? ¿cuanto?" Me desespero y Fernando toma de mi brazo.

"Un par de meses" Termino de desplomarme.

SalvaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora