CAPÍTULO 8

130 16 32
                                    

Mi vida había cambiado radicalmente, no fue fácil ni rápido, pero me sentía una persona nueva

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Mi vida había cambiado radicalmente, no fue fácil ni rápido, pero me sentía una persona nueva. No fue una decisión fácil el despedirme de mi nueva familia, así es como los consideraba y como aún los considero. Realmente no se lo tomaron mal, fue más triste que doloroso, pero entendían que después de vivir en tan poco tiempo mi pasado tan de cerca por todo lo ocurrido con Claudia y su familia era normal que necesitase volver a España y encontrarme a mí misma, mi felicidad.

La primera semana en mi país estuve con la mente distraída ya que había encontrado un piso en un lugar bastante bueno en Madrid, no era mi ciudad natal, pero necesitaba un cambio de aires. La segunda semana me puse manos a la obra en busca de trabajo, era muy difícil. Una tarde paseando por la plaza mayor de la ciudad decidí entrar en un bar y tomar algo, hacía demasiado calor. En la puerta había un cartel que me devolvió la ilusión que había perdido buscando empleo.

Nada más leer aquel cartel tan llamativo entré, para mi suerte no había nadie, tan solo una mujer de unos cuarenta y algún años, sin pelos en la lengua la dije que estaba interesada en el trabajo, que me hacía falta

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Nada más leer aquel cartel tan llamativo entré, para mi suerte no había nadie, tan solo una mujer de unos cuarenta y algún años, sin pelos en la lengua la dije que estaba interesada en el trabajo, que me hacía falta. Lucía, la dueña de aquel bar me hizo una entrevista de unos quince minutos y me dio la oportunidad de ponerme dentro de la barra y atenderla simulando que ella era un cliente. Finalmente me entregó el contrato y lo leímos juntas, como todo estaba en orden según mi parecer lo firmé.

Julio y agosto pasaron rápido, mi compañera de trabajo, Raquel, era de la misma edad que yo, asique las tardes que pasábamos trabajando juntas eran bastante entretenidas. Las dos compartíamos afición por el mundo audiovisual, yo lo adquirí gracias a la oportunidad que me dieron con Maneskin. A finales de agosto Lucía nos trajo al bar unos programas de varios cursos intensivos, el que más me llamó la atención fue el de fotografía, al día siguiente Raquel y yo a las ocho de la mañana estábamos rellenando nuestra matrícula para entrar en la escuela.

Septiembre, octubre y noviembre fueron meses difíciles para mí en ciertos momentos, asique comencé a ir en mis días libres del trabajo a terapia, opción más que acertada, porque en dos semanas empecé a notar los buenos resultados de tener una persona especialista escuchándome y ayudándome a ver cosas desde otra perspectiva. Gracias a ello mi vida seguía día a día, y yo me hacía más fuerte mentalmente.

Prisión Mental [Ethan Torchio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora