Capítulo dos

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Jared

-Demonios, Jared, te ves terrible.

Le di un golpe en el pecho a uno de mis compañeros del equipo de natación para callarlo. Estaba sacando mis cosas de los casilleros de los vestidores.

-Acabo de tener la peor noche de mi vida- le dije- Y después del entrenamiento me espera un infierno.

-Déjame adivinar... Volverás a repetir el examen de historia- dijo él sin ganas.

Le aventé una toalla para hacerlo callar y me quité la playera.

-El entrenador acaba de llegar- dijo David mientras cruzaba los vestidores para dirigirse a la alberca. Llevaba su traje de baño puesto, y tenía una toalla amarrada sobre la cadera. Me apresuré para llegar antes de que terminara el calentamiento.

Había alrededor de siete chicas espiándonos mientras nos estirábamos. Siete mujeres que se levantaron tan temprano, para venir aquí a vernos nadar y apoyarnos, con sus escotes pronunciados y los ojos bien maquillajos; y luego estaba yo, que apenas podía levantar los brazos del cansancio.

-¿Cuántas de ellas crees que estén aquí para ver a David?- me preguntó otro de mis compañeros. Una de las muchas desventajas de ser el gemelo heterosexual de Brad Miller era que pocas personas sabían que en realidad Brad era gay, y por pocas me refiero a un círculo muy cerrado de cuatro personas: Brad, David, Emily y yo. 

-No lo sé, pero la rubia de allá no le quita los ojos de encima- respondí. Pobre niña, atraída por un hombre que es más gay que las playeras de tirantes ajustadas, y nunca se va a enterar de cuánto tiempo está desperdiciando. Otra de las desventajas es que debo de mantener en secreto la relación de Brad y David. Genial.

El entrenador hizo sonar su silbato y todos nos acomodamos en línea.

-Miller. Brown. Doscientos metros, estilo libre. Ahora- dijo antes de volver a usar su silbato.

David y yo nos miramos antes de acomodarnos para comenzar a nadar. Al tercer silbatazo, nos aventamos contra el agua. No me importó esforzarme demasiado porque sabía que David tampoco lo haría. El entrenador siempre nos pone a competir, y siempre terminamos empatados. Esta vez no fue la excepción.

David salió del agua antes que yo, porque una de las chicas que teníamos de público gritó mi nombre junto con un mensaje obseno, quedé aturdido.

-Vamos, hombre- me dijo David mientras me acercaba una toalla.

Salí del agua. El entrenador mandó a otros dos hombres a nadar y se me acercó.

-Miller, ¿Por qué faltaste al entrenamiento del martes?- me preguntó.

Las pupilas se me dilataron. Había olvidado aquél entrenamiento por completo.

-Bueno, es que yo...- necesitaba una excusa, decir que había pasado toda la tarde en casa de una mujer no me serviría de mucho.

-Olvidé decirle, señor- intervino David- Olvidé decirle del entrenamiento.

Tanto el entrenador como yo lo miramos.

-Ah- el entrenador lo miró  con desdén- Espero que recuerde, señor Brown, que la temporada comienza dentro de un mes, y en mi equipo sólo están los mejores atletas que buscan ir a la universidad. Quiero estudiantes competentes, no niñitas que se "olvidan" acerca de los entrenamientos. Es muy importante que todos estén en forma y dispuestos a llorar sangre para mí. 

David y yo nos miramos entre sí. El entrenador se dirigió a mí:

-Dos kilómetros, de mariposa. Y se queda a limpiar las instalaciones al final. Espero que no vuelva a olvidar su deber con este equipo.

Good EnoughDonde viven las historias. Descúbrelo ahora