Capítulo seis

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Brad

En cuanto escuché la puerta de la habitación de Jared azotarse, cerré el refrigerador y me dirigí a David.

-¿Te ayudo?- le pregunté.

-Estoy bien, ya casi termino. Mejor escoge una película.

Sonreí. Le di un beso en el hombro antes de ir hacia la sala.

-¿Quieres ver algo de acción, romántico, comedia o de terror?- pregunté en voz alta para que me alcanzara a escuchar desde la cocina.

-Quiero verte en mi cama y sin ropa, por favor- me respondió.

Oh, Dios. Toda la sangre se me fue al rostro. Cerré los ojos ojos y respiré profundamente para clamarme. Agradecí infinitamente que Jared se hubiera marchado.

-Creo que no tengo esa película, amor- le dije, tratando de sonar serio.

Escuché su risa. Cerró la llave del agua y comenzó a caminar. Yo me senté en el suelo y saqué un monton de peículas.

Batman. Duro de matar. Gladiador. Matrix. Blah. Blah. Blah.

Busqué otro montón.

Diario de una pasión. Titanic, Querido John. Votos de amor....

-¿Qué te parece si vemos Bastardos sin Gloria?- me dijo David.

Alcé la mirada. Estaba parado justo detrás de mí, mirando el repertorio de películas que teníamos en el mueble debajo del televisor.

-Ya la hemos visto tres veces...

Me alborotó el cabello.

-¿Qué otras opciones hay?

Miré las pelíulas que tenía en la mano. Yo ya las había visto todas tantas veces como David había visto Bastardos sin Gloria. Suspiré. Estaba claro que él era fanático de las películas de acción y yo era un romántico sin remedio.

-Si quieres podemos volver a ver Bastardos sin no se qué...

David suspiró y se agachó.

-Perdona, déjame volver a intentar.... ¿Qué película quieres ver?

Sonreí.

Me giré y le di un beso en la mejilla. Él me rodeó con el brazo.

-¿Diario de una pasión? ¿No es esa en la que la mujer se cae y pierde la memoria?

Me reí como un tonto.

-No. Ésa es Votos de amor. Y la mujer no se cae; tiene un accidente.

David me miró y se encogió de hombros.

-Es que todas son iguales.

Le di otro beso en la mejilla.

-Está bien si vemos otra de tus películas violentas- insistí.

David miró al techo.

La barba comenzaba a crecerle otra vez. No podía evitar imaginarme acariciándole el cuello rasposo y haciédole cosquillas, hacerlo estremecerse bajo mis manos. Y si no se rasurara por un par de días más, el vello cubriría su mandíbula y lo haría parecer un chico rudo. El estómago me dio un vuelco de emoción al imaginarlo.

-¿Que opinas?- la voz de David me hizo regresar a la realidad.

-¿Qué?

-¿Prefieres ver algunos episodios de House of Cards?

Alcé las cejas. Se veía tan guapo cuando fruncía ligeramente el ceño.

Cielos, Brad, ¿En qué estás pensando? ¡Concéntrate!

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