capítulo siete

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Cuando Will se despertó, ya estaba bien entrada la tarde, aunque si no hubiera sido por el reloj de pared, no tendría forma de saberlo. Nevaba fuera de la ventana.

Will se frotó los ojos y se estiró en la suave cama, sintiéndose deliciosamente bien descansado y cómodo. Sus músculos le dolían un poco, pero se sintió más a gusto de lo que lo hizo en siglos. Todavía no estaba seguro de por qué lo habían mudado de su antigua habitación a un sospechosamente agradable cuarto, pero esperaba que no fuera sólo un golpe de suerte.

Entonces, recordó algo. ¿Realmente le había dicho Hannibal que estas eran sus habitaciones personales?

Will se sonrojó, recordando las circunstancias. Mierda.

¿Realmente había dejado que ese hombre lo manipulara, sostuviera su polla mientras orinaba, y en términos generales lo tratara como a una cosa? ¿Su cosa?

El estómago de Will dio un pequeño salto. Repentinamente, sentía un impulso irresistible de salir corriendo. Correr a algún sitio alejado de ese hombre extraño con ojos crueles y manos gentiles y dominantes.

Aunque... no podía negar que todo había salido bastante bien. Mejor de lo que Will podría haber esperado. Sí, había sido castigado, y eso apestaba, y su necesitada caída emocional posterior fue poco digna, pero Hannibal fue casi agradable con él. El tipo se había encargado de él cuando no tenía por qué hacerlo. Podría haber dejado a Will tirado allí, exhausto y desvalido, hasta que se meara encima y se quedara dormido en el piso duro. Incluso había cambiado la ropa de Will y lo había metido en la cama. Es cierto que Hannibal difícilmente había sido suave mientras lo hacía, pero aun así. Will decidió contabilizarlo como una pequeña victoria. Siempre le gustó ser optimista.

Bostezando, Will se estiró y se sentó. Sus músculos se sentían algo doloridos, pero para nada tan malo como habría temido. Su mirada cayó sobre la mesita auxiliar y sus ojos se ensancharon. Había una gran bandeja con comida allí. Con todo tipo de comida. Incluso había frutas y verduras.

Will sonrió, su estómago gruñendo. Nop, ducha primero, estómago.

Con mucho mejor humor, entró al baño, miró al espejo y se quedó congelado, notando lo que vestía. Una camiseta blanca de manga larga. Pertenecía claramente a alguien mucho más alto y ancho de hombros que él: le llegaba casi hasta las rodillas. ¿Era de Hannibal?

Un escalofrío subió por su columna al pensarlo. Normalmente no le habría importado. Feliz de sacarse su ropa sucia... pero luego de la experiencia surrealista de la noche anterior, usar la ropa del hombre lo hacía sentir verdaderamente inquieto. Sin mencionar que estaba desnudo bajo la camiseta.

Había otra puerta al otro lado del baño. Will se acercó y escuchó. Nada.

Empujó la puerta, pero no se movió. Cerrado. Por supuesto. Incluso si realmente estaba en las dependencias de Hannibal, como este había insinuado, difícilmente sería dejado solo, libre de deambular a sus anchas. 

Suspirando, Will empezó a desvestirse. Necesitaba ducharse. Necesitaba relajarse y dejar de pensar en la noche pasada.

Pero mientras estaba bajo el chorro de agua caliente, los pensamientos de Will seguían regresando a ella. Algo sobre ella lo molestaba mucho.

No es como si Will no tuviera idea de los castigos disciplinarios y todo lo que implicaban: contrario a su apariencia, no era un muchacho inocente e inexperto. Lejos de ello. Estaba de hecho bastante familiarizado con ese estilo de vida gracias a su segundo novio, Alan, quien estaba involucrado con el BDSM y lo convenció de que lo intentara. Al final, luego de experimentar un poco, Will le había dicho a Alan que, mientras que respetaba su estilo de vida, no le gustaba ser azotado, encadenado y golpeado con un flogger. Alan no se había sentido exactamente feliz de escucharlo, y Will todavía se estremecía al recordar su horrible ruptura. Pero la cosa era... él y Alan lo habían hecho siguiendo el libro -habían usado palabras seguras y todo lo demás, habían confiado recíprocamente lo suficiente- pero simplemente no funcionó. No hizo nada por encender a Will. Aunque le habían gustado algunas de las cosas que hicieron -como ser sujetado y follado con rudeza- más que nada había encontrado que los "castigos" le resultaban molestos y estúpidos más que excitantes, y nunca se había sentido verdaderamente impresionado por ellos ni particularmente sumiso. Por lo que toda la experiencia con Alan había convencido a Luke de que esas cosas no le interesaban para nada.

Hasta esta mañana.

No estaba seguro de cuán apropiado fuera comparar la experiencia de la noche pasada con los experimentos con Alan. Él y Hannibal claramente no habían estado jugando. No había habido palabras de seguridad involucradas. Había sido un verdadero castigo -un castigo que lo había reducido a un llanto genuino- y la experiencia no había sido sexual en lo absoluto. Sin embargo, lo sacudió profundamente. 

Will sabía que el BDSM no siempre implicaba sexo ni incluso látigos y cadenas; a veces era algo más complicado que eso. La verdad era, que el castigo de la noche previa y lo que pasó después, se sintió mucho más intenso e íntimo que el sexo pervertido sadomasoquista en el que se había involucrado con Alan. Los recuerdos de Will sobre la noche anterior eran bastante inconexos por razones obvias, pero el sentimiento de total vulnerabilidad, e impotencia, perduraba claro y nítido incluso ahora.

Y eso lo ponía incómodo como la mierda... porque por unos minutos, se había sentido bien. Se había sentido bien llorar en brazos de Hannibal y buscar consuelo en él, lo cual era... Jodidamente retorcido. No confiaba en lo más mínimo en el tipo.

¿Cómo podría sentirse bien? ¿Estaba loco?

Frunciendo el ceño, Will apagó la ducha. Incómodo para estar desnudo más de lo necesario, secó enérgicamente su cuerpo con el toallón y se enfundó de nuevo con la camiseta de Hannibal, por falta de otras opciones. Su ropa no estaba en ningún lugar visible.

Se quedó viendo el espejo nuevamente, con dudas nublando su mente. Lo que sea que pasara anoche -o mejor dicho, esta mañana- no podía volver a suceder. Estaba preparado para actuar el papel de muchachito bueno y vulnerable para provocar en su captor una falsa sensación de seguridad, pero actuar era la palabra clave.

Sólo un completo idiota se expondría verdaderamente impotente y vulnerable ante un hombre como Hannibal Lecter.

* * * * *

Will no estaba seguro de qué lo había despertado. Se volvió consciente de que estaba recostado de lado, con las sábanas enredadas a sus pies. Algo le dijo que no abriera los ojos, por lo que no lo hizo. Escuchó, forzando sus oídos, inseguro y ansioso, con piel de gallina subiendo por sus brazos.

Todavía era de noche: podía oír un búho ululando en la distancia, un sonido misterioso que le hizo erizar el pelo de la nuca. Pero había algo más. Alguien más.

Allí. El sonido apenas audible de una respiración.

Manteniendo su propia respiración serena y uniforme, Will abrió ligeramente un ojo. Había dejado la lámpara encendida cuando se había ido a dormir, por lo que no tenía problemas para ver alrededor. Excepto que quien estaba en la habitación -y él sabía quién era- estaba parado al otro lado de la cama y tras la espalda de Will.

Entonces, notó algo más. Su camiseta se le había levantado, dejando su culo y piernas completamente expuestos a la vista de Hannibal. El primer impulso de Will fue jalar la camiseta, pero si lo hacía, descubriría que no estaba dormido. Will no se sentía preparado para enfrentar a este hombre luego de su último y desconcertante encuentro.

Su expuesta piel le picaba, la tensión creciendo en su cuerpo.

¿Por qué Hannibal no hacía nada? ¿Por qué no se iba? ¿Por qué incluso había venido en medio de la noche? Will se había preocupado y esperado toda la velada, esperando que Hannibal o alguien viniera, pero nadie lo hizo. Por suerte, lo habían dejado con suficiente comida por lo que el hambre no era una preocupación. Finalmente, a falta de algo mejor para hacer, se había ido a dormir, estimando que un hombre de negocios del calibre de Hannibal Lecter tendría cosas más importantes que atender que visitar a un ignorante niño rico que sólo era útil como objeto de intercambio.

Excepto que ahora Hannibal estaba aquí. Will estaba seguro de que no estaba imaginando el sutil aroma de su colonia mezclado con el suave olor a cigarrillos. Sus músculos temblaban por la adrenalina, su corazón latía tan rápido que por un momento se sintió mareado. ¿Por qué no se movía Hannibal? ¿Qué estaba mirando? ¿En qué pensaba? ¿Y por qué carajos le importaba eso a Will?

–Eres tan horrible fingiendo dormir como lo eres manipulando.

Will se puso rígido.

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