Capítulo 2

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Toda la cena pasó entre charlas y risas dónde todos nos sentíamos bien, los Martínez eran muy unidos a nosotros.

— Mmm ya nos tenemos que ir, no quiero andar manejando muy tarde— dijo Ángela.

— Angie es viernes, deja que Celina se quede a dormir, porfa— le pedí, ella miró a su hija sonriendo y luego asintió.

— Mañana vengan a merendar a nuestra casa—

— Está bien— dijo mamá.

Las visitas se despidieron, e inmediatamente con mi amiga subimos a mi habitación.

—  Me imagino que estas re emocionada por taekwondo ¿verdad?— preguntó Cel tirándose sobre una de las dos camas.

— En realidad es raro, estoy en shock todavía—

— ¿Te imaginas? O sea, el tiempo pasa volando, ya mismo te estoy imaginando en todos los noticieros— reí ante el comentario de mi amiga.

— No quiero ilusionarme tampoco, pero esto no se lo cuentes a nadie, no me gusta que anden hablando por ahí— rodeé los ojos recordando a las chismosas de mi curso.

— Tranquila, no le pienso decir nada a nadie—

Pasamos toda la noche hablando de millones de cosas, entre ellas: chicos, famosos, películas, y haciendo un análisis psicológico de todos nuestros compañeros. Logramos dormirnos a las tres de la madrugada y desperté nuevamente a las cinco. Abrí los ojos y me quedé mirando el techo, odiaba cuando me pasaba esto, despertar de golpe. Sentí un ruido en la planta baja, miré a Celina y ella roncaba.

"El saber artes marciales no te quita el derecho a ser miedoso" una gran frase inventada por mí. Me empezaba a poner nerviosa, ya que sentía una presencia en el living de la casa. Pasaron unos minutos, que en realidad parecieron horas, y decidí tirarle con una zapatilla a mi amiga, al parecer ni le importó ya que siguió en los brazos de Morfeo.

— Despiértate— susurré en su oído sacudiéndola un poco del brazo.

— Déjame dormir—

— Celina es enserio, hay algo en el living de la casa— al decir esto ella abrió sus ojos como platos y se tapó hasta la cabeza con la sábana—. ¡No seas miedosa!— la regañé—, acompáñame a ver qué es—

— ¡¿Estás loca? Ni en pedo te acompaño!— sí, esta es mi gran amiga que me apoya en todo.

— Gracias ¿no?— me quejé—. Dale acompáñame, yo voy por delante, vos atrás mío y em... ¡lleva esto para defenderte!—

— Umay Mehmet no pienso romper mi selfie stick—

— Entonces sé valiente y si te tienes que defender hazlo por tu instinto— esas palabras sonaron un poco raras proviniendo de mi, bufó y tomó el "palo para tomarse fotos" (cómo lo llamaban nuestras madres).

— Espero que tengas en cuenta que esto es un gran esfuerzo para mí— se quejó

— Tranquila amiga, todo vuelve en la vida—

Salimos de mi habitación silenciosamente cómo si fuéramos a robar un banco, antes de bajar las escaleras sentimos el sonido de un mueble al ser arrastrado. Me jalaron fuertemente de mi remera tirándome hacía atrás, volteé y era Celina mirándome aterrada.

— Volvamos a la habitación— susurró, rodeé los ojos y negué con la cabeza. Comenzamos a bajar escalón por escalón lo más sigilosamente posible. Las luces estaban todas apagadas, pero igual logré divisar una figura de espalda en el living. No dudé ni un segundo.

— Yo iré por él, cuida mis espaldas— me acerqué sin que se diera cuenta y con una simple "llave" logré inmovilizarlo—. ¡¿Quién eres y qué haces en mi casa?!— murmuré en su oído.

— ¿Qué te— al oír la voz logré inmediatamente distinguir quién era, pero lamentablemente fue un poco tarde, Celina ya le había pegado fuertemente con su selfie stick—. ¡Ay duele estúpida!—

— ¿Tomás?— preguntó y busqué el interruptor.

— ¿Qué haces acá y por qué estas vestido así?— le pregunté al ver que tenía unos jeans entubados negros, una remera blanca, camisa mangas cortas azul y unas vans.

— Salí con mis amigos— respondió cómo si fuera obvio.

— Ah... no sabía, en fin... ¿buscabas algo? Digo por el ruidaje que hiciste— no sé en qué momento pero Celina volvió a dormir dejándonos solos.

— No encuentro mi arito, se calló al piso—

— Búscalo mañana, ya es tarde— lo reté. El asintió y ambos subimos las escaleras.

***

Así es cómo mayormente pasó el mes entero, nada fuera de lo normal, simplemente: estudios, amigos, salidas, risas, enojos y sustos. Entrené más que nunca para llegar en forma al torneo de mañana, hice dietas y también me preparé psicológicamente. Suena raro ¿no? Parecería fácil "simplemente tienes que golpearlo" pero no, nunca sabes con quién te tocará, recuerdo que cuando empecé este deporte, los dos primeros años me sentía una inútil, ya que siempre en los combates empataba, no porque fuera mala, sino porque me daba pena golpear a alguien, sí siempre fui la típica niña bien que no rompe las reglas. "Break free" de Ariana Grande comenzó a sonar, hoy era el gran día. El sol aún no había salido, sin mucho esfuerzo me levanté, lavé mis dientes, y bajé a desayunar.

— Justo te iba a levantar hija— dijo mamá dándome un beso en la mejilla—. Estoy muy emocionada—

— Yo muero de nervios— admití.

— Tranquila, todo va a salir bien— sonrió—, hice tu desayuno favorito—

— ¿Crepe de frutos rojos con crema batida y helado?—

— Exacto—

Eran las seis y media de la mañana, debía presentarme en el evento a las ocho. Terminé de comer y fui directamente al baño. Demoré unos quince minutos dentro de la ducha y al salir comencé a alistarme, me puse sólo el pantalón de mi dobok y una remera de la escuela en la que practicaba, que a decir verdad era bastante linda, guardé en un bolso las partes faltantes del uniforme, una botella de agua, el bucal, algunas protecciones, y mis infaltables auriculares. Até mi cabello en una cómoda y suelta cola al costado, bajé con mis cosas al living y me encontré con mi hermano y Beatriz desayunando, esta última era mi empleada desde los diez años, pero más que empleada era una más de la familia.

Esperando a que ellos estén listos, me puse a chequear mis redes sociales, pero nunca pensé que me pondría tan mal al hacerlo.

TaeKwonDo [Niall Horan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora