Capítulo 5

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A la mañana siguiente los cuatro estaban en el pequeño comedor, sentados a la mesa mirándose entre sí, el silencio que los envolvía era sepulcral. Jeno aún tenía la herida al rojo vivo, estaba pálido y sudando frío pero se rehusaba a que le atendieran la herida.

El llamado a la puerta liberó un poco la tensión que comenzaba a sentirse.

–Ocúltense– se puso de pie a pesar de que el dolor le mataba y a paso de tortuga se acercó a la puerta

Antes de abrir se presionó la herida haciendo que esta de inmediato dejará una mancha en su camisa. Cuando abrió, Chaeyoung estaba al otro lado con cara de enfado, lo primero que hizo fue abofetearlo.

–¿Cómo pudiste?– ella confió en su palabra de que solo hablaría con el pirata

Al momento de enterarse de lo que había pasado por la noche, estuvo a nada de decirle a su tío lo que, según ella, en realidad pasó pero su enamoramiento por Jeno era tan fuerte que no pudo delatarlo.

–Cuando llegue, la mayoría ya había huido– la miro directo a los ojos para que creyera la mentira –Yo no fui, lo prometo– puso su mano sobre la herida provocando que ella desviara su mirada a ese lugar

Su semblante cambió al ver la mancha de sangre. Dio un paso al frente, hizo el ademán de querer revisar su evidente herida; Jeno detuvo su acción al dar un paso atrás.

–No se preocupe mi lady, he curado todas mis heridas, solo es cuestión de tiempo para que sanen–

Chaeyoung no le creyó del todo, era obvio que esa herida era grave de lo contrario no sangraría como lo estaba haciendo. Sintió culpa por haber creído que él había tenido algo que ver con la fuga de los presos. Iba a insistirle para que se dejara revisar.

–Debe irse, no es seguro para usted estar fuera de casa– esas palabras tenían sobrada razón, las fuerzas armadas estaban haciendo rondines por la ciudad y si la veían fuera de casa, su tío ya no le permitiría salir

Tenía un conflicto mental, quiso sugerirle que la acompañara para que el doctor que servía a su familia lo revisara, sin embargo, desistió.

Jeno deseaba que ya se fuera para poder untarse ese ungüento que Jisung le regaló para sanar heridas en minutos y dejar de sufrir.

–La veré en el baile– fue lo único que se le ocurrió decir. Sonrió, esperaba que esas palabras fueran incentivo suficiente para que de una vez por todas se fuera

Efectivamente ella pasó a retirarse, no cerró la puerta hasta que se subió al carruaje y vio cómo se alejaba. Cerró de un portazo y arrastrando los pies fue a la cocina, recordaba haber dejado esa cosa viscosa en alguna parte de ese lugar.

–Pudiste haber curado la herida y solo ponerte la camisa ensangrentada– dijo Chittaphon como si eso fuera lo más obvio y sensato de haber hecho

–¿Y cómo fingía la palidez y el sudor? Debía verme casi moribundo para que me creyera–

Por fin lo había hallado, el frasco estaba todo empolvado, hace un buen tiempo que no lo había requerido. Lo abrió y desprendió un hedor tan nauseabundo, no recordaba ese pequeño detalle. No pudo soportarlo y vómito.

–Que asco– Jaemin por fin hacía acto de presencia

El maestre le dio un leve golpe en el hombro para después ayudar a su hermano, quien yacía tirado en el piso en agonía por el dolor. Chittaphon contuvo la respiración y con todo el asco del mundo comenzó a untarle esa cosa asquerosa en la herida.

El capitán solo miraba atento la escena, inspeccionó con la mirada el cuerpo de Jeno, no porque le gustara o algo, estaba buscando la llave. Ya había revisado su habitación y no halló nada, entonces lo mas lógico para Jaemin era que la tenia oculta en su persona.

𝔭 𝔦 𝔯 𝔞 𝔱 ⇀ ɴᴍɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora