Capitulo 2

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Esa generosidad inesperada de parte de MinHo lo estremeció y la sorpresa se reflejó en su rostro. Su boca formó una curva irónica. 

— TaeHo me dio su versión del accidente y va de acuerdo con la tuya – explicó MinHo — . 

Esos hombres serán despedidos. 

— ¿Por... qué? – murmuró Taemin, mucho más impresionado. 

— Los dos pudieron haber muerto – respondió MinHo — . Aparte de eso, no toleraré mentiras o verdades a medias de nadie cercano a mí. 

O el engaño o la traición. Con MinHo no había segundas oportunidades. Taemin lo sabía por experiencia propia. En el silencio, el sentía su indiferencia, no significaba nada para él, pero TaeHo sí. 

TaeHo era un Choi, el preciado hijo de MinHo y su heredero. 

Un momento después, añadió: 
— Tu camioneta no tiene compostura, haré que te la repongan. 

— Eso no es necesario – dijo Taemin y se mordió el labio. 

— Permite que yo decida lo que es necesario –lo irrumpió MinHo — . ¿Crees que no se cómo vives? Si no fuera porque estoy pendiente de que a TaeHo no le falta nada de lo que necesita, hubiera optado tu independencia. 

Taemin no respondió. Estaba furioso por su arrogancia y por la forma coml despreciaba el negocio al que el dedicó tanto tiempo para que progresara. ¡El podía quedarse con su dinero! El nunca lo quiso. Era una cuestión de orgullo el ser autosuficiente y al serlo, pudo lograr el anonimato al usar el nombre soltero y encontrar un sitio donde simplemente era un hombre solo que vivía con su hijo. 

— Quiero ir a casa esta noche – manifestó Taemin. 

— Eso sería una tontería – respondió él. El levantó la barbilla. 

— Mañana tengo que atender un negocio muy importante – explico. 

— Tienes un socio – le indicó, con voz helada, y el recordó que MinHo no le gustaba que nadie discutiera con él. 

— El no estará mañana. De cualquier modo, quiero llevar a TaeHo a casa. 

— TaeHo ya está en la cama y feliz con sus abuelos. Déjalo allí hasta que estés bien – le aconsejó MinHo — . Hasta yo puedo notar que todavía te encuentras en un estado emocional alterado. 

— ¿Y eso te sorprende? –preguntó Taemin y soltó una carcajada. El encogió un hombro. De pronto sintió ganas de llorar y deseó que él se fuera. Muchas veces imaginó lo que le diría a MinHo si tenía oportunidad de hacerlo, pero nunca imaginó que resultaría tan aflictivo. Una barrera del tamaño del muro de Berlín los separaba. MinHo lo despreciaba y todavía creía que el no recibió el castigo que a él le hubiera gustado aplicarle. 

— En u futuro cercano tendrás noticias de mis abogados – comentó MinHo y consultó su reloj de oro — , ya es tiempo de discutir el futuro de TaeHo. Pronto tendrá la edad indicada para empezar la escuela. 

— Sí, lo sé – respondió Taemin y notó la intensa mirada de él. 

— Me temo que tengo una cita ahora – manifestó MinHo, mirando hacia la puerta y el tuvo la sensación de que de pronto él deseaba partir — . Por supuesto que ya me encargué de la cuenta aquí. Cuando estés en tu casa, iré a verte. 

— ¿A mi casa? ¿Pero por qué? – preguntó el con temor. 

— Te llamare antes de ir – respondió él, y se fue. 

¿De pronto Minho aceptó la necesidad de consultar entre ellos lo concerniente a TaeHo? 

Taemin decidió que prefería la intervención de terceras personas. Se preguntó lo que hablaron MinHo y sus padres y si algo que sus progenitores dijeron, causó ese cambio sorpresivo. Temía otra sesión con MinHo. Ya era demasiado tarde para actuar con cortesía, no quería que MinHo visitara su humilde hogar e invadiera su intimidad, ni tampoco que reviviera los horribles sentimientos que el había logrado controlar. 

Una Cruel Mentira Donde viven las historias. Descúbrelo ahora