Capitulo 4

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Taemin deseó que la recepcionista dejara de observarlo con tanta insistencia. Desde el momento en que entró al edificio, notó las miradas curiosas que la seguían. Se preguntó
cuántos lo reconocerían como el ex esposo de MinHo.

La presencia de un guardia de seguridad a su lado levantó comentarios, dándole una importancia errónea.
— ¿El señor Choi? – preguntó sorprendida la recepcionista del piso superior. Miró a Taemin de arriba abajo y observó sus botas y su abrigo de invierno, pero su atención quedó fija
en su cabello. Con seguridad, cuando MinHo lo recibiera, la recepcionista ya podría enumerar sus lunares en la cara.
La secretaria de MinHo llegó para mostrarle el camino. La oficina estaba como el la recordaba, moderna y con mucha luz, en fuerte contraste con su dueño. Detrás del escritorio, él
se puso de pie y en su boca apareció una brillante sonrisa.
— Perdóname por hacerte esperar – murmuró MinHo, tal vez para que lo escuchara la secretaria que se retiraba. Sintiéndose muy nervioso, Tae lo estudió y se ruborizó.
— ¿Ahora qué? – preguntó el y él extendió una mano.
— Ven aquí... – le pidió con voz suave. Tae no se movió, parecía como si estuviera pegado a la alfombra. Se estremeció al ver su mirada y una sensación de deseo y satisfacción
la embargó. Tembloroso, levantó la barbilla.
— Puedes obligarme a venir aquí y a casarme contigo, pero eso es a todo lo que puedes
aspirar.
— ¿Si? – preguntó MinHo acercándose a el. Sus largos dedos comenzaron a desabotonar el abrigo, para después deslizarlo por sus hombros hasta que cayó al suelo.
— ¡Detente!– pidió Taemin. La tensión dominaba sus nervios.
— Entonces no me desafíes – respondió MinHo. Deslizó su mano hasta su cabello y después lo acarició en la mejilla — ... y deja de comportarte como si me temieras. No me agrada, nuca te he lastimado.
Tae estuvo a punto de decir que a veces un golpe físico era mejor. Cuando él le quitó el
abrigo, el sospechó que pensaba seguir con lo demas. Ahora, lo acercó a él, hasta que sintió el calor de su cuerpo.
— MinHo... no – imploró Taemin. Su cuerpo delgado estaba rígido y temía esa proximidad tan tormentosa. Algo iluminó los ojos de MinHo, inclinó la cabeza y lo besó con fiereza, obligándolo a abrir los labios a la invasión de su lengua. No lo besaba con paciencia o gentileza. Era un beso muy sensual y estremecedor.
MinHo colocó la mano en la espalda de Taemin y lo oprimió contra su cuerpo firme . El sintió que una ola de calor la recorría su cuerpo. La potencia de la excitación de MinHo no era
menor a la ansiedad con la que lo besó. De la boca de Taemin escapó un quejido, mientras una
inesperada ansiedad se apoderaba de el. Sintió una pasión terrible y por instinto abrió la boca
y dejó caer la cabeza hacia atrás, mientras él hundía los dedos en su cabello, lo acaricio y Taemin sintió derretirse pues hacía mucho MinHo no lo había tocado... en realidad ningún hombre lo había tocado desde entonces. Lo dominaba el deseo que en otras ocasiones lo hizo estremecerse
ante él. De pronto, MinHo dejó de besarlo y levantó la cabeza.
— Podría poseerte en este momento.... aquí, si lo quisiera. Con desdén apartó sus manos de el — .
Tienes el alma de una libertino. Te traiciona cuando menos lo deseas, hasta conmigo, a quien dices odiar.
Taemin se apartó tembloroso, nunca se odió tanto como en ese momento, por haberse rendido ante MinHo, cuando su única intención era demostrar su desdén. No obstante, Tae no tenía idea de que todavía podía hacerlo perder la cabeza, en contra de todo sentido común.
Alguna vez MinHo lo trató como si fuera una criatura frágil y precioso que podría romperse en sus manos.
Comprendió lo que perdió y destruyó volvía a atormentarlo.
MinHo fijó los ojos en las ardientes mejillas de Taemin y en su evasiva mira y dijo: — Hice arreglos. Nos casaremos dentro de una semana. Cuando esta noche aparezcas en
mi compañía, anunciaremos a los curiosos que otra vez estamos juntos. Ordené que entregaran en el apartamento una selección de ropa.

Esta noche te pondrás un traje azul. No
iré a cenar, por lo que tendrás que hacerlos solo.
Taemin debió adivinar que él se encargaría del problema de la ropa, pues su guardarropa ya no contenía trajes de alta costura. Sintió amargura al comprender que en sus manos sería
como una niño desvalido MinHo señaló la silla y le dijo: — Siéntate.

Una Cruel Mentira Donde viven las historias. Descúbrelo ahora