Brillo solar

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Adrien mantenía su mirada fija en la ventana, sintiendo como los rayos del sol atravesaban su ventana y el brillo de éste tocaba su rostro. El agradable calor que emitía lo hizo cerrar sus ojos con paz, se sentía muy bien esa sensación.

—Poco más y estarías ronroneando —se burló su amigo kwami, flotando cerca de su hombro y observando aquella enorme y brillante estrella.

El joven Agreste rió en voz baja al oír al pequeño minino, volteó su cabeza y acarició con dos de sus dedos su tierna cabecita, simulando acariciar a un gatito.

—Lo sé, solo es que me gusta sentir la calidez del sol —susurró volviendo su mirada a la esfera en el cielo—, es muy satisfactorio, además su brillo es hermoso —dijo hipnotizado.

En realidad, la verdadera razón por la que disfrutaba tanto de aquel brillo solar era porque le recordaba a Emilie, su madre.

Su padre siempre solía decir que, para él, Emilie era su sol, que con su brillo iluminaba su oscura vida, y de la misma forma, ella decía lo mismo, pero refiriéndose a su esposo e hijo.

"—Espero que algún día conozcas a alguien que ilumine tu propia vida, y el día que eso ocurra, prométeme que tendrás la confianza de decírmelo —pedía la bella actriz de cabello rubio como el propio brillo solar del que tanto hacía énfasis.

El chico de tan solo once años la miraba impresionado, sin comprender aún lo que eso implicaba.

—Lo prometo, mamá —juró sincero, sonriendo con inocencia.

—Sé que lo cumplirás, mi pequeño príncipe —aseguró besando la frente del joven con dulzura."

Una imperceptible lágrima se deslizó por la mejilla de Adrien. Aquel recuerdo permanecería en su mente durante toda su vida, muy probablemente.

Estaba seguro que ella estaría muy feliz si supiera que él ya estaba enamorado, y no de una chica cualquiera, sino de la mejor chica que había en París.

Subió la mirada, directo al reluciente sol, y musitó:

—Donde sea que estés, quiero confesarte que ya encontré a mi propio sol... Estoy seguro que te enorgulleces de el Adrien que soy ahora, y afirmo ciegamente que te encantaría conocer a esa chica.

Plagg notaba el melancólico tono de su apagada voz, por lo que abrazó su mejilla, limpiando con sus manitas la fugaz lágrima que seguía ahí.

La voz de Nathalie hizo acto de presencia en menos de un parpadeo, anunciándole que debía bajar a cenar.

—¡Ya voy!

《Un drabble, pero uno que logró que mis lágrimas salieran a relucir casualmente mientras escribo ésto, frente a una ventana 😂. ¡Os quiero!》

Agosto de Adrien Agreste | En hiatus indefinidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora