Compañeros

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—Por favor Chloé, no tengo tiempo para esto —dijo el rubio, colmando su paciencia. Frotaba sus sienes estresado por la escena que había decidido montar la de ojos azulados por el mero hecho de que aún no superaba haber sido desplazada del equipo para incluir a Marinette.

—Vamos, Adrien. Todos sabemos que soy la mejor en la asignatura, si quieres mantener tu calificación perfecta la mejor opción ç'est moi —repitió en tono egocéntrico, como siempre hacía.

La mirada zafiro de Marinette observaba todo a la distancia, percatándose de la ira ardiendo en los orbes de Chloé. La conocía de sobras, pero aún así le resultaba aterrador. En cualquier momento sentía que estallaría en rabia para ir contra ella.

—Lo siento Chloé, pero mi decisión final ya fue tomada. Y dudo mucho cambiar de opinión; mucho menos si sigues actuando de esa forma —afirmó Adrien, sonando firme. Estaba convencido—. Marinette es mi amiga también, y va a ser mi compañera en esto te guste o no.

La rubia pisó el suelo con fuerza al escuchar tales palabras, pero no hizo nada más, al menos no mucho más que decir su clásica expresión.

—¡Ridículo, totalmente ridículo!

Chloé, en cuestión de segundos, salió de su campo visual, dejando a ambos jóvenes a solas.

Un silencio incómodo se produjo en los que intercambiaban miradas diciéndose mentalmente: «¿Qué acaba de ocurrir?»

El silencio fue roto gracias a Marinette, quien dijo en voz alta:

—Gracias... por defenderme —agradeció con honestidad y una sonrisa amigable—. Me sorprende que hayas podido hablarle así a Chloé, realmente es digno de admirar —alabó impresionada.

—Hay que aprender a hacerle frente —aseguró—. Puede ser mi compañera, pero tu eres eso, y mi mejor amiga —recalcó relajando al instante sus facciones, devolviéndole el gesto.

Las mejillas de la azabache se encendieron al instante, feliz por aquellas simples pero dulces palabras.

—Gracias.

*

—¿Sabes algo, m'Lady? —preguntó el felino, observando la luna llena junto a su compañera heroína—. Jamás imaginé estar en el mismo equipo que una chica tan increíble como lo eres tu —confesó sincero, mirando como los ojos contrarios se abrían ante esa especie de confesión.

—¿Por qué lo dices? —preguntó extrañada, ladeando la cabeza en señal de pregunta.

—No lo sé, solo digo lo que el corazón dicta.

Aquellas palabras enternecieron a la dama, quien sonrió de medio lado por las palabras. A veces Chat Noir le recordaba a Adrien. Su forma de hablar, su manera de expresarse, el sentimiento habido en cada gesto...

—La verdad, yo también estoy agradecida de que seamos compañeros —admitió, dándole una luz de esperanza al rubio.

Ambos realizaron su clásico choque de puños, mientras se sonreían mutuamente.

《Esto quedó muuu~y diferente de la idea inicial. Pero al final me enfadé demasiado como para seguir con los planes, y aunque no se me da bien improvisar, así quedó, y dadas las circunstancias, no me desagrada. ¡Os amodoro! ❤》

Agosto de Adrien Agreste | En hiatus indefinidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora