Amuleto de la suerte

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El grupo de amigos estaba sentado en forma de círculo, merendando tranquilamente como cualquier otro equipo.

—Aún estoy algo preocupada por la exposición. Es la primera vez que haré algo como esto —confesó la ojiazul, frotando sus dedos entre sí—. Por más tonto que suene, me da vergüenza hablar frente a los demás...

—¿Me vas a decir que te avergüenza hablar frente al salón, y no te importa salir en cámara con Adrien? —se burló Alya, golpeando suavemente su hombro.

—¡Alya! —la regañó avergonzada—, no es lo mismo. No debo hablar, no tengo riesgo de equivocarme, no tengo riesgo de decir algo que no debo, ¡en cambio con esto sí! ¡¿Qué pasa si dejo caer la cartulina?! ¡¿Y si me trabo al hablar?! ¡¿Y si-?!

—Calma, calma Marinette —la interrumpió el rubio, abrazando uno de sus brazos, sintiendo como ella se tensaba al instante—. Está bien, a todos nos puede asustar hablar en público, ¡incluso a mí me pasa a veces! —admitió sin darle importancia—. Solo debes estar tranquila, lo harás bien, sé que podrás —la animó acariciando sus hombros, haciendo una especie de masaje.

Ambos se miraron por unos segundos, ignorando a sus amigos, que los observaban atentamente, sorprendidos por la confianza mutua que guardaban ellos dos. Adrien siguió su labor, apretando levemente con movimientos de pinza los hombros de su amiga, liberando todos los nudos acumulados en el área. Marinette parecía estar completamente cómoda, mantenía sus ojos cerrados, como si fuera algo cotidiano de hacer.

—¿Te sientes mejor?  —preguntó deteniéndose y sonriendo de forma amigable.

—Sí, gracias Adrien —agradeció apoyando su cabeza en el hombro del chico.

Se fundieron en un cálido abrazo, riendo con ternura a la par, y sellando aquel momento para volver su mirada hacia sus amigos, que seguían pasmados por el íntimo momento que ambos compartieron y ellos tuvieron la dicha de presenciar.

*

Adrien y Marinette caminaban de la mano dirigiéndose al salón de clases. Habían dejado atrás a sus amigos con la excusa de que querían hablar algo en privado, pero a pesar de que había algo de verdad en esas palabras, no era la realidad completa.

—¿Qué me querías mostrar? —preguntó el modelo, deteniendo el paso.

—Cuando estábamos hablando de la suerte y todo eso, recordé el amuleto de la suerte que me regalaste para mi cumpleaños número catorce —comenzó con una gran sonrisa dibujada en sus labios color cereza.

—¡¿Aún lo tienes?! —exclamó con sorpresa, pues eso había sido hacía un largo tiempo.

—Claro que sí, lo llevo siempre conmigo —dijo sacando de su bolsillo la bolsita que traía durante la mañana. Al abrirla, tomó el pequeño objeto y se lo puso en la muñeca, a modo de pulsera—. ¿Tú también tienes el que yo te di? —preguntó ansiosa por la respuesta.

—Siempre —contestó sacando del bolsillo de su camisa el amuleto—, ¿crees que por algún motivo me atrevería a perder mi Amuleto Marinette? Ni hablar, es mi amuleto de la suerte personal.

—Eso suena muy tierno —rió ella, con un sutil rubor adornando sus mejillas—. Pues supongo que ambos tenemos algo del otro que nos da suerte, me alegra que sea así.

—A mí también —confesó, acariciando con ternura la nariz de su amiga.

Dies in Adrinette supremacy》

Agosto de Adrien Agreste | En hiatus indefinidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora