Un trago
El líquido resbala por mi garganta y quema, como lo hace siempre que doy el primer sorbo. Nada extraordinario, nada fuera de lo común, nada que valga la pena plasmar en tinta. Sin embargo, lo hago. Lo extraordinario es que esté tomando, lo increíble es que siga viva, lo único que vale la pena plasmar en tinta es todo aquello que va a pasar después de este pequeño comienzo.
Dos tragos
Pienso en lo que estoy haciendo, pienso en la botella recién abierta que descansa a mi lado, pienso en la copa que acabo de llevarme a los labios. Pienso en todas esas cosas que me encantaría decir, pero nunca digo porque no soy tan valiente. Pienso, brevemente, en tus labios, pero aparto la idea porque esta vez no se trata de vos. Se trata de mí y de todas esas cosas que, si bien pienso, jamás salieron a la luz.
Tres tragos
Me duele el pecho. Más bien, podría describirse como un vacío abrumador que se instala en mi pecho y que no disminuye. Como un agujero negro listo para devorar todo a su paso. No tengo palabras para explicarlo. Es como pararse al sol y seguir teniendo frío; como dormir, pero nunca dejar de estar cansado. Como llorar para calmar la tormenta interior, pero solo lograr convertirla en algo peor.
Cuatro tragos
Extraño tomar con mis amigas mientras nos ponemos al día. Extraño salir a comer a lugares a los que no había ido nunca. Extraño viajar. Extraño tener conversaciones en las que hablemos de todo y de nada. Extraño sentarme al lado tuyo y dibujar cosas en tu cuaderno. Extraño llegar tarde a las juntadas y abrazar a mis amigos. Extraño abrazar a mi mamá. Y a mi papá. Extraño abrazar a mis hermanos y sentir que siempre me van a querer, no importa cuántas veces intente autodestruirme. Lo que más extraño, a decir verdad, es a mí.
Cinco tragos
El líquido comienza a sentirse dulce y es más fácil tomarlo. Siempre me pasa lo mismo. Creo que, así como algunas cosas cambian, otras se mantienen iguales. No sé si es bueno o malo.
Seis tragos
Soy consciente de que no me alcanzaría la vida para reparar todas las cosas que hice mal. Soy un desastre desde que tengo memoria, pero estoy tratando y creo que eso es lo que importa. Así como algunas cosas se mantienen, otras cambian para mejor. Espero, desde lo más profundo de mi corazón, que ese sea mi caso.
Siete tragos
Hace tiempo descubrí que la única forma de evitar caer por la espiral de malos pensamientos es mantener mis manos ocupadas. Desde que aprendí a hacer barquitos de papel todo es un poco más fácil, me dan una sensación de orden en medio de una vida de caos. La mente humana es un lugar oscuro y curioso. Lo malo de pelear batallas constantes es que uno no siempre gana. E incluso si lo hace, no todos los triunfos pueden ser considerados victorias.
Ocho tragos
Creo que tengo que dejar de decirle "corazón" a todo el mundo.
Nueve tragos
Anoche soñé con vos. Digo sueño, porque las pesadillas también entran en esta categoría. Ahora que estoy despierta y un poco lúcida, me pregunto si fue realmente un sueño o si todo es parte de la aplastante realidad. Para ser totalmente honesta, no sé cuál prefiero.
Diez tragos
Una vez me caí desde lo más alto de un árbol y no me hice nada. Desde entonces tengo la firme idea de que soy un ser inmortal. La verdad, seguramente, es que soy muy torpe y tengo mucha suerte.
Once tragos
¿Cuántos tragos hay en una botella? ¿Es la misma cantidad para todos? Quizás, en este caso, todo depende del cristal con que se lo mire. O, más bien, el vaso con el que se lo tome. ¿Tiene sentido?
Doce tragos
Hay días en que todo es oscuro y horrible y no hay espacios seguros ni barquitos suficientes para mantenerme a flote. Existen ciertas marcas que no desaparecen nunca y las cicatrices que se forman en mis brazos cuando tomo sol son una prueba de ello. Lamentablemente no son solo mis brazos, una prueba más de que no todo lo que está roto tiene arreglo.
Trece tragos
Creí ver una sombra en la pared, pero no era nada. ¿A cuántos tragos comienzan las alucinaciones? ¿Puedo echarle la culpa al alcohol, aunque no esté tomando? Sería más fácil, me parece, ignorar las sombras y concentrarnos en la luz. Por desgracia, es más fácil decirlo que hacerlo.
Catorce tragos
A veces siento que soy Napoleón y la vida es el invierno ruso.
Quince tragos
Sospecho que la oración anterior carece de sentido, pero no sabría decirlo porque nunca aprobé lingüística. Y porque estoy un poco ebria. Y porque no sé casi nada de Napoleón, pero sí del invierno ruso.
Dieciséis tragos
Tuve que buscar cómo se escribía dieciséis. También busqué tu nombre en mis mensajes y leí conversaciones viejas. Gabriel Rolón dice que la tendencia a hurgar allí donde duele atrae como atrae el abismo y que hay que estar muy sano para resistir la tentación de lastimarse. Claramente yo estoy todo menos sana.
Diecisiete tragos
Ni siquiera me acuerdo porqué empecé a tomar. Lo que sí sé es que en algún lado del departamento hay una caja llena de cartas viejas y que ninguna tiene tu letra. (Estoy, una vez más, hablando de vos. Una prueba clara de que mi subconsciente es un traidor. Gracias por nada, cerebro)
Dieciocho tragos
¿De dónde salió la frase de Rolón? ¿Por qué recordarla mientras estoy tomando? No tengo respuesta. Lo único que puedo decir es que intenté borrar nuestra conversación y me arrepentí al último segundo. No estoy segura de si eso me hace una cobarde o una estúpida. Posiblemente las dos, dudo que sean excluyentes.
Diecinueve tragos
Increíble que haya llegado tan lejos. Esta frase aplica tanto a la vida como al contenido de la botella.
Veinte tragos
Algunas amistades, algunos amores, algunas personas en nuestra vida son pasajeras. Eso no significa que no sean importantes y que su partida no nos duela. Qué difícil es decir adiós. Qué difícil es saber irse. Que horrible es el momento cuando te das cuenta de que no son lo mismo y que una siempre duele mucho más que la otra.
Veintiún tragos
Vacío la última copa mientras miles de pensamientos se cruzan por mi mente. Debería irme a dormir. Debería ponerme a estudiar. Tan fugazmente como se fue, la razón por la que estaba tomando vuelve y me doy cuenta de que la amnesia que te produce el alcohol es pasajera. Por suerte, encontré otra botella en la heladera.
Un trago
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Mi Cerebro en Épocas de Finales
Short StorySiempre me gustó pensar que soy esa clase de persona que puede empezar algo y terminarlo sin distraerse. Es hora de aceptar que no lo soy. Este libro contiene cuentos cortos, historias y pensamientos ocasionales que tengo de vez en cuando, pero sobr...