Hay una frase muy común que se utiliza en escenarios diversos que dice: las palabras vuelan, lo escrito queda. La primera vez que la escuché fue en un idioma que pocos hablan en la actualidad, pero se quedó conmigo desde entonces. Porque sí, representa la fugacidad de las palabras contra el inmortal texto, pero creo que falla en ver más allá.
Las palabras pueden ser utilizadas de muchas formas y generalmente no las recordamos tan bien. Prefiero no recordarlas. Hay cosas que uno prefiere olvidar, enterrar en lo más profundo del subconsciente y dejar que acumulen polvo. Tal vez sean recordadas en momentos bajos, en días grises, en la soledad de una habitación sin luz. Pero solo en ocasiones especiales, solo cuando la mente se cansa y las deja salir un segundo. Pequeños momentos de luz que se convierten en oscuridad, más semejante a una nube pasajera que tapa el sol. Las palabras que no tienen el poder de lastimarnos no lo hacen, simple y sencillo.
El texto, sin embrago, tiene mil usos y no hay escape de él. Siempre está ahí, listo pararecordarnos nuestros errores, nuestros desamores, todas esas promesasrotas y olvidadas. Aparece a plena luz del día, en una caja polvorienta queencontramos mientras ordenábamos la habitación, en las páginas de un libro quehace tiempo no leemos, en los mensajes traicioneros que por algún motivo tu yodel pasado marcó como favoritos. Al texto no hace falta darle poder, lo tienepor sí solo. Sabe que puede herirnos, sabe que no tenemos escape, sabe que estamosa su completa merced. Se convierte en un arma poderosa y destructiva que ataca sin piedad.
Las palabras vuelan, como una gran bandada de pájaros que nos abandona poco a poco. Salen de nosotros y dejan de ser nuestras, se convierten en parte de las miles y miles de palabras que habitan el mundo. Las palabras, esas caprichosas, generalmente salen sin pensar, sin medida, sin control alguno. Es la gran diferencia que tiene con el texto. Lo escrito es fríamente calculado, es preciso y exacto. Sabe lo que quiere, lo medita, tacha y borra hasta conseguirlo. Es consciente de su inmoralidad, la usa a su favor. Conoce todos los puntos débiles y no teme usarlos.
Verba volant, scripta manent. Las palabras vuelan, lo escrito queda. Y lastima.
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Mi Cerebro en Épocas de Finales
ContoSiempre me gustó pensar que soy esa clase de persona que puede empezar algo y terminarlo sin distraerse. Es hora de aceptar que no lo soy. Este libro contiene cuentos cortos, historias y pensamientos ocasionales que tengo de vez en cuando, pero sobr...