Coincidencias Extrañas

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¡Holaaa!

Primer anuncio: mil disculpas, estuve con muchos trabajos en el colegio, pero juro que estos días no me olvido de subir el contenido.

Seguramente comience a subir un capítulo cada un día, es decir un día si y uno no.

Segundo anuncio: ojalá les guste este capítulo, si pueden recomendar el libro se los agradecería muchísimo.

Espero que les guste.

Ahora si, los dejo.

Cambio y fuera.


Capítulo 4

Coincidencias extrañas

El silencio, ese silencio donde predomina la música pero eso no basta para ceder a favor de la incomodidad y contrarrestarla. Esos silencios que pueden cortarse con una tijera.

El que me atreví a cortar.

— Gracias. —mi voz sonó débil y baja pero bastó para que él la oiga mientras su mirada permanecía fija en la carretera.

— No me la des. Dásela a pecas. —Menciona con una sonrisa ladina y un tono dulce que nunca había conocido de él.

Me giré mirando el asiento trasero donde se encontraba, efectivamente, Oriana descansando reposada en la ventana.

— ¿A Oriana? —pregunté confundida.

— Ella corrió a avisarme lo que estaba pasando. Sus manos temblaban. ¿Es la primera vez que pasa esto? —preguntó a lo que se rio. —Corrijo. ¿Es la primera vez que ella ve esto?

Las palabras quedaron atoradas en mi garganta así que me limité a asentir con mi cabeza de arriba abajo lentamente sin quitar mi mirada de sus brazos tonificados ni un segundo como si me hipnotizaran.

— Ahora lo comprendo. —susurra para él mismo pero eso no evitó que yo lo escuche.

— ¿Qué comprendes?

Relamió sus labios sin quitar la vista del frente ni yo de su rostro.

— Es muy inocente. Y tu quieres hacerle ver la vida de otra forma a la que debería. —formuló.

Bufé.

— De verdad que tienes dones de detective, y eso que ni siquiera sabes mi nombre.

— ¿Con qué letra comienza?

— Ese.

Frunció los labios pensando unos segundos mientras yo encendía mi teléfono la app de Instagram.

— Spencer.

Me giré abruptamente hacia su posición a lo que el respondió con una risa abierta deslumbrando mi vista con todos sus dientes blancos y relucientes.

— ¿Cómo...?

— Desde aquí se ve el usuario de tu Instagram... Einstein.

Arrugué mi nariz con una pequeña sonrisa a lo que él se me quedó mirando unos segundos con brillo en sus ojos.

— ¿Qué? —pregunté relajando mi rostro.

Se encogió de hombros.

— Nada... —dejó unos segundos de silencio—. Eres linda sonriendo.

Sentí el ardor en mis mejillas como si me estuviera por explotar la cabeza. ¿Qué mierda se responde a eso?

— Tú también. — Fue lo único que se me ocurrió responder mientras en mi cabeza reinaba la vergüenza evidente.

𝘿𝙖𝙧𝙠 𝙋𝙖𝙨𝙩𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora