𝘿𝙖𝙧𝙠 𝙋𝙖𝙨𝙩𝙨

Marcas y Autos...

Y acá el famoso capítulo 10.

El famoso capítulo que estaban esperando...

Redoble de tambores.

(Hagan de cuenta como que hay tambores sonando)

¡Acá estamos en un nuevo capítulo!

Este promete... Los dejo con la lectura.

Cambio y fuera.

Capítulo 10

Marcas y autos...

— ¡Uno!

— ¿Uno? ¿No estábamos jugando a la casa robada? —pregunté confundida.

— ¿Casa robada? ¿En serio? ¿Con las cartas del Uno? —me espetó.

— Me rindo. —solté el manojo de cartas casi en una exhalación dejando mi cuerpo caer en el mostrador.

— Deberías haber decidido eso antes de echar al hombre que atendía este lugar. —me intenta hacer entrar en razón observando la tienda sin público—. ¿No te parece extraño que ya no haya gente que venga a ver el lugar o a comprar?

— Na, desde que vino esa señora y vio mi camiseta, no vino más gente, no me extraña.

Ambos estábamos tendidos en el mostrador boca arriba observando el techo sin nada para decir.

Unas sirenas comenzaron a sonar.

— La policía. —Dije parándome de un salto.

Ambos nos escondimos en una puerta trasera la cual estaba a oscuras.

— ¡Auch! —gritó Aaron al golpearse con algo.

— ¡Cállate! Nos oirán.

La mano de Aaron se extendió hacia arriba tirando de una pequeña soga la cual estaba al lado de un bombillo, este se encendió rápidamente.

— Bingo. —dijo con una sonrisa al poder observar el auto en el garaje de la tienda.

Y allí estábamos, viajando por la ruta con el auto prestado del joven vendedor el cual se había ido.

— ¿A donde quieres ir Spencer querida? —preguntó Aaron con una sonrisa.

— ¡A Francia! —grité a los cuatro vientos.

— Bueno... algún lugar menos costoso, recuerda que no tenemos si quiera plata para comer.

— Oh. Pues... a comprar ropa ¿No? La gente se asustará si me llega a ver así. —bajé la mirada a mi ropa llena de manchas.

— Primera parada el centro comercial.

Y nos encontrábamos en medio del centro comercial con todas las personas observándonos como si fuéramos unos bichos raros que...

— Creo que debemos lavar esa remera primero.

— O quemarla —sugerí.

Ambos nos dirigimos al baño donde lavamos la remera sin éxito.

— ¿Tienes otra idea? —pregunté exhausta.

Y me encontraba en medio del comercial llena de papel higiénico rodeando mi torso con mucha precaución de que no se me vea ninguna mancha.

— Creo que la gente nos mira. —dije en un susurro.

— No, tranquila, es normal ver a una chica con papel higiénico en el torso en lugar de una remera común y corriente. —ironizó.