Capítulo 4. Alana

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¡Hola a todos y todas!!! ¿Cómo están? ¡Espero que muy bien! ^.^ Como cada lunes de verano, aquí les traigo el cuarto capítulo de Bajo tus Alas.

Capítulo 4. Alana.

- ¿Voy a ser el ángel de la guarda de la hija de... mi asesino? - preguntó incrédulo Joshua.

- ¡No! ¡No puedo ser su ángel de la guarda! - se reveló Joshua - ¿Cómo puedo serlo? ¡Su padre me mató! ¡Por su culpa estoy muerto! ¡Por su culpa no estoy protegiendo a mi madre y mi hermana! ¡Por su culpa...

- Ella no es culpable de nada - intentó razonar Álvaro.

- No puedo protegerla sabiendo que su padre es el responsable de mi muerte. ¿Cómo voy a poder verla y no recordar que, por culpa de su padre, no estoy vivo? ¿Qué por su culpa no tuve tiempo de... hacer tantas cosas que... me moría por hacer... - sus palabras se perdieron en un sollozo a duras penas contenido.

- Te entiendo Joshua, créeme, pues también pasé por lo que tú estás pasando ahora. La diferencia es que a ti te arrebató la vida un hombre, mientras que en mi caso fue una enfermedad. En vida tuve tiempo de... hacerme a la idea de que moriría... en tu caso no tuviste tiempo, pero la aceptación también llegará. Estoy totalmente seguro de ello, pero ahora lo importante es que debes comprender que ella, esa vida que está a punto de nacer, no es culpable de los pecados del padre... ni de los de la madre.

- La madre no es responsable de mi muerte, solo es una víctima más de ese...

- Entonces, en vez de pensar en esa niña como la hija de tu asesino, piensa en ella como la hija de la mujer a quien salvaste - le convino Álvaro, intentando reconfortarlo y hacerle más fácil la encomienda de su protección.

Las palabras de su ángel de la guarda lograron traspasar la coraza llena de resentimiento de Joshua, hicieron que detuviese su explosión de rabia y desesperación y guardase silencio. Aturdido, Joshua apretó con el índice y el pulgar sus párpados cerrados para después, con un suspiro pronunciado, dejar salir lentamente todo el aire contenido. Con ello, logró desprenderse de parte de la rabia que cegaba su entendimiento. Después, se apartó, con la misma mano, el cabello rebelde que le caía libre sobre la frente descubierta. Ya más calmado, pudo hablar sin expresar el profundo odio que sentía hacia el hombre que dio vida a esa criatura que los Ángeles Mayores querían que él protegiese. Con voz derrotada y cansada, Joshua expresó lo que sentía.

- Aún así, no creo ser capaz de... aunque piense en ella como la hija de la chica del bosque, la niña crecerá y veré en ella partes de él... en su rostro tal vez o... en alguno de sus gestos... no seré un buen ángel de la guarda para ella, abuelo. No creo ser capaz de poder ver a mi asesino cada día sin sentir el impulso de vengarme de él... a través de ella.

- Eso no ocurrirá...

- ¿Cómo estás tan seguro? Es su padre.

- Lo es, pero eso no significa que crezca con él. Acaso, ¿olvidaste lo que viste en el bosque? Joshua, no presupongas nada sin antes conocer la historia completa. Ella no es... Susana.

- Lo sé, es solo que... no sé si pueda ser un buen ángel de la guarda para ella. No soy el ángel indicado...

- Joshua, - dijo Álvaro, colocándose frente a él y alzando con una de sus manos el rostro cabizbajo de su nieto - no hay ángeles de la guarda buenos ni malos. Nuestro cometido es cuidar y sustentar cada uno de los pasos de nuestros protegidos, para que cumplan el camino que ya han elegido transitar. Nuestra misión es acompañarles e intervenir en los momentos permitidos, en que más lo necesitan, para que continúen andando un paso a la vez. Nuestra misión no es juzgar. Joshua, no vas a ser el ángel de la guarda de la hija de tu asesino, ni tampoco el ángel de la guarda de la hija de la mujer a quien salvaste. Vas a ser el ángel de la guarda de ella - matizó Álvaro, señalando el vientre abultado de la angustiada parturienta. - Vas a ser el ángel de la guarda de esa criatura, de esa alma pura e inocente que, en apenas unos minutos, verá la luz de su nueva vida. Vas a ser quien la acompañe en cada uno de sus pasos, quien le dé palabras de aliento cuando más lo necesite, quien la consuele cuando le hagan daño, quien la abrace en sus más difíciles momentos; pero, también, quien ría con ella cuando ella ría, quien la impulse a seguir soñando, quien la impulse a seguir caminando y superándose cada día... Vas a ser el ángel de la guarda de un alma que viene a esta vida a VIVIR. Un alma pura, Joshua. Y ése es el regalo más grande que un ángel puede recibir.

Bajo tus alasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora