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Habían regresado a Esmeralda con la lamentable noticia y eso entristeció a todo el pueblo, pues ha sido el Capitán por mucho tiempo siendo alguien respetado por quien era y por lo que ha hecho a lo largo de su trabajo.

El velorio fue idéntico al de su madre, fue colocado en el esquife con paja a su alrededor. Sus manos en su panza sosteniendo su espada y, a su costado, estaba su pistola. Su traje había sido arreglado para que estuviera presentable al igual que su sombrero con una pluma nueva.

La tripulación sostenía el esquife, Sonic estaba justo a un lado y miraba el cadáver de su amado con mucha tristeza, las lágrimas comenzaban a caer por sus mejillas y un gran suspiro salió.



– Te amo... – le susurraba con gran tristeza – Mi corazón también es tuyo...



Levantó la mirada encontrándose con la de la Capitana y esta asintió una vez con la cabeza. Todos ellos soltaron el esquife empujándolo con suavidad y avanzaba llevándose el cadáver del Capitán Tiniebla.

En cuanto el esquife se alejó más, lanzaron la flecha con fuego, que cayó perfectamente en la paja y comenzó a esparcirse el fuego.



– Hermanos del mar... – completaba la frase con tristeza y en susurro la gata mirando fijamente el esquife.



La tripulación estaba en primera fila dentro del mar. Jehan abrazaba consolando a Verena; Sonic abrazaba a Rouge mientras ella le acariciaba la espalda consolándolo.

El resto del pueblo apagó sus velas y comenzaban a retirarse poco a poco.



– Es lamentable que se haya quitado la vida... – comentaba el plateado desanimado – Nunca lo creí capaz...

– Tampoco yo. – confesaba el cocodrilo – Siempre lo veía luchando hasta el fin del mundo... Creí que podría morir con honor hundiéndose con su propio barco.

– ¿Qué pasó con la otra tripulación? – preguntaba la murciélago.

– Se fueron a su pueblo y prometieron jamás hablar de todo esto. – respondía el plateado.

– Debemos esconder la esmeralda. – comentaba la Capitana – Nadie más puede saber del poder que contiene. Sonic. – lo llamaba y ambos se miraron – Vamos a mi oficina, te entregaré las demás.



El azulado asintió con la cabeza y ambos se retiraron del lugar.





Llegaron a la oficina y el azulado cerró la puerta al ser el último en entrar, en todo el camino ninguno había dicho alguna palabra.



– Tal como acordamos. – mencionaba la Capitana sacando un pequeño cofre – Las otras cinco esmeraldas son tuyas.



Le entregó el cofre y el azulado lo tomó mirándolo fijamente. Al principio le había emocionado el tener las esmeraldas, pero ahora era todo lo contrario, sentía un enorme vacío que ni las esmeraldas podían llenar.



– Gracias... – suspiraba.

– Gracias a ti. – comentaba – Por la confianza en esta búsqueda y por habernos ayudado en encontrar a mi hermano.

– Lamento demasiado el que se haya quitado la vida...

– También yo... – suspiraba desviando la mirada y cruzándose de brazos – Por desgracia, él ya no estaba bien de la cabeza... – fruncía un poco el ceño recordando su última conversación – Esta vez se cegó demasiado que no encontró salida...

– Jamás será olvídalo. – aseguraba con un gran suspiro – Lo llevaré en mi corazón siempre.

– Eso me recuerda. – comentaba mientras metía su mano al bolsillo de su traje y sacó aquella pequeña caja musical en forma de corazón – Es para ti.

Song of the Ocean ~ Shadonic (2° temporada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora