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Era un domingo por la mañana, los pájaros cantaban y los árboles crujían con la suave brisa que les brindaba el otoño. Dos chicos estaban recostados en la cima de una colina, el más alto apoyaba su cabeza en el abdomen del otro.

-Killua, ¿Recuerdas Greed Island?-

-Nunca lo podré olvidar, por culpa de esa vieja bruja.-

-No la trates así.- Dijo acariciando los mechones blancos que estaban en su pecho-

-No me hagas cariño, me da vergüenza. -Escondió fugazmente sus mejillas, encarcelándolas tras sus dedos.

-Esta bien Killua.-

"Maldita sea, por qué tuve que decir esa idiotez" Se golpeó mentalmente, realmente atesoraba cualquier contacto físico que tuviera con su amigo, aunque no sabía el por qué.

-¿Y por qué querías que recordara ese juego?-

-Ging me regaló uno. Por si algún día quiero ir solo a divertirme.-

-¿Y a mi qué? "Fueron unos días hermosos contigo, cómo me gustaría volver a esos tiempos y despertar junto a ti muchas veces otra vez"

-¿Te gustaría ir conmigo otra vez? Podríamos llevar a Alluka, a Leorio y a Kurapika.- Su voz denotaba alegría.

-¿De verdad te gustaría eso?-

-Me encantaría. Sería como en la prueba del cazador.-

-Entonces vamos. No puedo negarme a nada si me lo pides con esa voz llena de entusiasmo.

Y así fue como la vida de estos amigos daría un giro ¿Inesperado?
Contactaron a los mayores y aunque el rubio fue más difícil de localizar, de todas formas aceptó.
Estuvieron un mes conviviendo en Isla Ballena entre peleas y risas, noches de desvelo recorriendo bosques y tardes de pesca, en dónde competían con los veteranos en ese arte que vivían en la Isla. Eran tiempos hermosos.

-¿Están listos chicos?-

-Estamos listos.-

Activaron su nen y desaparecieron dentro del juego frente a los ojos de Mitosan.

-Cuidense chicos.-

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-¡Wow! Esto está genial, me sorprende que tu padre sea el creador de esto, después de todo es alguien muy fácil de golpear.

-Leorio, puedes dejar de presumir que golpeaste al padre de Gon.

-Obligame Kurapika. ---Sacó su lengua en señal de burla---

El rubio cambió a un aura ruda y puso sus ojos carmesí, para luego mirarlo intimidantemente.

-Es mejor que corra --- El ya doctor, comenzó a alejarse de un rubio que lo perseguía frenéticamente. La joven reía tiernamente ante esa escena, le hacían gracia las peleas de los amigos de su hermano.

Killua y Gon observaban el mismo horizonte, recordando todo lo vivido y aprendido en aquel lugar, también recordando lo que pasó después de eso.

Fue difícil para ellos. Cuando se separaron sus corazones gritaban desesperadamente por estar juntos, pero lamentablemente el cuerpo seguía las indicaciones del cerebro.
Dos años, tres semanas y cinco días, todo ese tiempo estuvieron alejados. Se hacían daño, mucho daño sumandole un número al calendario con la esperanza de que algún día les dejara de doler el que latía dentro de sus pechos, pero eso nunca sucedió.

Sin censurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora