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Killua estaba en el paraíso mientras Gon le leía un libro en el que le contaba su historia de amor. Cada vez sentía que se enamoraba más de él moreno.
Recorría las páginas, las letras y las fotos, con la yema de sus dedos mientras su novio le daba besos y le hacía mimos.

Tal cómo lo prometí Killua.

-¿De verdad era tan intenso?

-Eras mucho más intenso que eso amor.

-Me gusta cuando me dices así... Aunque es raro.

-¿Raro?

-Ayer éramos mejores amigos y hoy me entero de que somos novios...

-Sé que es duro no recordar...

Killua se quedó mirando a Gon un tanto sonrojado, quería pedirle un beso, pero no sabía cómo hacerlo.

-Uhmmm, Gon...

-¿Qué pasa Killua?

-M... Me podrías dar un be...

El moreno acabó con el espacio que separaba sus bocas tiernamente.

-No me pidas besos, solo hazlo.

-Es que me da vergüenza...

-Es extraño que te de vergüenza. Yo antes estaba acostumbrado a despertar porque me estabas quitando la ropa.

-Lo... Siento mucho por eso... Y por ser tan intenso bajo ese hechizo.

-No te preocupes amor, me gustas en todas tus formas.

Adoro verte así de sonrojado... Pareces un gatito asustado que ruega por amor, y yo te daré todo el amor que tengo en el alma.

Killua besó los labios de Gon, siguiendo su consejo y perdiendo la vergüenza. Amaba estar en su boca.

-Ahora que estamos en horario de mayores...

-¿¡Qué Gon!? ¿¡Ya es de noche!?

Se me pasó volando el tiempo contigo chico verde.

-Sí... Hay otros dos libros... Pero esos los hiciste tú.

-¿Yo haciendo un libro?

-Cuando lo veas vas a entender... Estan en esa caja.

Killua se paró de la camilla y fue a sacar dos libros de tapa roja que habían en la caja que había traído Kurapika. El moreno le hizo una señal para que lo abriera. Hizo caso.

¿¡Qué mierda!? Mejor que en mí imaginación...

Los dos jóvenes estaban muy sonrojados, uno porque estaba viendo las imágenes y el otro porque sabía de que trataban las imágenes.

-G... Gon... Yo no debí sacarte es...tas fo...tos. Discúlpame.

-Tranquilo... Yo te autoricé... Además me divertí haciendo esos libros. 

Las tostadas mejillas del moreno estaban completamente rojas al ver como su novio se deleitaba con cada imagen.

Definitivamente eres el mismo de siempre Killua...

Oh Gon... Eres tan hermoso... Tengo que controlarme... He tenido muchas impresiones fuertes este día, así como voy me voy a volver a desmayar.

-Podemos repetir todo lo que quieras Killua, de todos los libros.

-Esta pose no la vamos a poder hacer porque te falta un brazo.

-¡Killua!

-¡Lo siento Gon!

Aproximadamente a las cinco de la mañana un joven médico pasó a verificar a sus amigos. Los encontró abrazados y tomados de las manos mientras conversaban alegremente, sonrió agusto y los dejó sin hacer ruido alguno.

Por fin sus amigos estaban juntos y él iba a hacer todo lo posible para que nadie los separara. Lotty ya había enfrentado su furia.

• ────── ✾ ────── •

-Killua.

-¿Qué pasa Leorio?

-Ya me encargué de Lotty.

-¿¡La mataste!?

-Qué... Cómo se te ocurre. La mandé a un manicomio.

-Gracias Reolio.

-Solo aceptaré que me digas Reolio porque ocupaste la palabra gracias antes.

-¿Crees que debería decirle a Gon?

-Sí lo creo. No deberías ocultarle nada, si lo haces una vez se te puede hacer costumbre. Los secretos pueden romper hasta la relación más fuerte.

-Gracias Leorio. --- Abrazó al mayor, cosa que ninguno de los dos se esperaba.

Se estaban despidiendo.

Gon esperaba a su novio en el auto que habían comprado.
Recorrerían todo el mundo juntos mientras revivían los momentos que anhelaba recordar el albino. 

Alluka y Nanika, se quedarían en la ciudad con dos excelentes hermanos mayores, así que no debía preocuparse por ellas. Por primera vez en su vida se iba a enfocar en su felicidad.

Se despidieron de todos y con la radio encendida, comenzaron un nuevo viaje juntos.

Ya no eran los mejores amigos de antaño, ahora eran dos adultos que se amaban y que estaban dispuestos a enfrentar todo juntos.

-¡Gon cuidado! --- Estaban estacionados en una colina para ver el atardecer, pero Killua le había robado una prótesis de ropa que su novio hizo durante la mañana.

-¡Me demoré tres horas en hacer ese brazo idiota desteñido!

-¡Tú dijiste que tu cuerpo era mío! ¡Solo estoy reclamando lo que me pertenece!

Siguieron corriendo colina abajo, entre risas, reclamos y besos. Seguían siendo unos niños...






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