Capítulo 7

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“¡Sra. Bethany!”

Su mirada fija de halcón me congeló en el lugar – sabía que no podía escapar de ella, aún si lo hubiera intentado. Algo en sus oscuros ojos era casi hipnótico. Ella ha venido a llevarme  a casa, pensé en mi confusión. Aunque ella me aterrorizaba más de lo que alguna vez lo había hecho antes, la palabra casa tiró de mí, y por un momento no supe por dónde escapar.

“¡Más por aquí!” gritó Eduardo, su voz haciendo eco en medio del clamor de los túneles. Él corría hacia nosotros, y a juzgar por los muchos gritos y malas palabras a nuestro alrededor,   ni   él   ni   la Señora. Bethany estaban solos. Había estado en medio de una gran batalla entre vampiros y la ‘Cruz Negra’ antes; sabía cómo sonaba.

La Señora Bethany sonrió radiantemente. El polvo y los escombros que caían a nuestro alrededor no tuvieron efecto en ella. Éstos eran sus elementos, la oscuridad, la violencia, y la sangre. Cuándo Eduardo surgió a la vista, con una estaca en sus manos, su sonrisa sólo se ensanchó.

Tratando de tomar aliento, él maldijo.

“Hija de…”

“Te recuerdo”, dijo ella. “Tu atacaste mi casa. Déjame devolverte el favor.”

Eduardo subió su estaca, llamó a su equipo, pero la Sra. Bethany fue más rápida. Ella brincó en un movimiento tan cegadoramente rápido, que casi no la podía ver, sus manos agarraron firmemente su cabeza y le dieron una torsión bien definida. Oí el repugnante crujido. Eduardo cayó al suelo, y la Sra. Bethany alzó su cabeza triunfalmente. Antes de que lograra ver más, las nubes de polvo formaron remolinos a nuestro alrededor, rodeándonos y cegándome.

Temblando, me apoyé contra de pared del túnel, me era difícil tratar de poner mi miedo a un lado, para así poder pensar. La Señora Bethany había llevado a un grupo numeroso de vampiros a atacar el centro de operaciones de la Cruz Negra. ¿Pero cómo supo que podía encontrarnos aquí?

No tuve que preguntarle, cómo es que ella se atrevía a atacar la fortaleza más poderosa de la Cruz Negra. Para vengarse del incendio de su amada escuela, la Sra. Bethany haría más que esto. También, sabía que los vampiros que habían venido con la Sra. Bethany no necesariamente estaban aquí para ayudarme. Me asociaban con el enemigo. Y si cualquiera de ellos revelara mi verdadera naturaleza a los cazadores de la Cruz Negra… pues bien, cada combatiente en ambos bandos, estaría dispuestos a atraparme.

Nada bueno.

Otra losa de cemento armado cayó del techo. Grité y me encogí en una bola en el piso, en el   mismo instante que esta cayó y se rompió sobre uno de los vagones ferroviarios. La onda de choque me sacudió los huesos, y el rugido y el chillido de metal torcido casi me ensordecieron. Mi piel estaba empapada en sudor frío, y quise encogerme allí hasta que en cierta forma, todo ello terminara.

Entonces me di cuenta de que Lucas estaba en medio de esto, ahora mismo, debatiéndose entre la vida y la muerte.

Levanté mi cabeza. Abrí mi boca para gritar por él, pero entonces recapacité. Las  oportunidades  de  que  los  vampiros  me  oyeran  antes  que  Lucas  eran muchas, y llamar su atención hacia él o hacia mí era lo último que no necesitaba hacer. No, yo necesitaba  encontrar  a   Lucas  por   mí  misma,  y   rápido. ¿Qué había acerca de Raquel? ¿Y Dana? Afortunadamente, la segunda pregunta contestó la primera. Ahora sabía que Dana defendería a Raquel hasta su último aliento, si así fuera el caso.

Comencé a correr a través del oscuro túnel, en medio del polvo, tosiendo. Al principio me dirigí hacia el área donde tomábamos nuestras comidas; Lucas estaba de camino a cenar, así que, ese probablemente era el lugar donde podría estar. Pero me era difícil fijarme en el camino. El centro de operaciones era un lugar turbio, poco acogedor la mayoría de las veces. Ahora era como el centro de un ciclón. La mayor parte de las luces habían caído durante las explosiones, así que estaba increíblemente oscuro. Aun con mi vista de vampiro, sólo podía observar sombras y borrones – los cazadores de la Cruz Negra esencialmente combatían sin poder ver. Mantuve una mano levantada a fin de que así pudiera sentir la pared en contra de las puntas de mis dedos. Esa era la única manera en la que podía estar segura de que corría en línea recta.

Saga Medianoche, DespedidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora