Capítulo 8

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Balthazar – mi cita en el baile de otoño, el chico que me había llevado a ver innumerables veces a Lucas, mi amigo y mi casi amante - yacía inconsciente, cautivo de la Cruz Negra. Cadenas atando sus pies y muñecas. Incluso su fuerza de vampiro no le permitía escapar, no herido y agotado como estaba. Dudaba que la cruz negra le diera oportunidad de recuperarse. Estaba a su merced.

A veces, durante el mes pasado, había pensado en mí como una prisionera, pero solo ahora veía lo mucho peor que podría haber sido.

"¿Dónde..? -" mi voz se quebró. "¿Dónde lo llevan?"

"Milos dice que tienen algunos sitios en la ciudad que pueden utilizar para tenerlo. Vamos a llevarlo a alguno de ellos." Un corte en forma de media luna, cerca de la parte central de la frente de Dana indicaba que solo había luchado por su vida. "El grupo va a tener que dividirse por un tiempo - no hay ningún otro lugar donde podamos estar juntos. Los chupasangres no han matado a muchos de nosotros, pero hicieron mucho daño en cuanto a nuestro espacio por largo tiempo."

"Voy contigo," dije. No sabía que otra cosa hacer. Quería desesperadamente consultar con Lucas, pero yo no podía interrumpirle a él y a Kate. Por lo menos si me aseguraba de que terminábamos en el mismo espacio en que mantenían a Balthazar, tendríamos la oportunidad de hacer algo al respeto.

Dana asintió. "Haz lo  que  quieras. Normalmente, me  gustaría alguien más fuerte para transportar vampiros. Sin ánimo de ofender Bianca, ya sabes que eres una novata-"

"No hay argumentos."

"Pero el chico guapo parece que estará dormido durante un tiempo."

¿Cómo podía ver que Balthazar era hermoso y a la vez pensar que era un monstruo y no una persona?

Tal vez en algún nivel Dana sentía como yo me sentía, porque ella murmuró, "Siempre he odiado esta parte."

A medida que lo subíamos en el asiento de la camioneta vieja - reparada con cinta adhesiva - nunca me había sentido tan sucia. No era el sudor o el polvo untado en mi piel, era el hecho de que estaba ayudando a llevar a uno de mis mejores amigos a lo que podría ser su muerte.

El nuevo escondite estaba bajando por el río, al otro lado de Manhattan.

Un muelle de carga que se encontraba cerca y los remolcadores y barcazas se detenían allí para descargar cajas azules y verdes, al parecer interminables. Yo siempre había pensado que las riberas de ríos eran lugares de paz, pero este era todo hormigón y cables. Los sonidos de bocinas y manivelas de metal ahogaba el suave sonido del agua.

Vi a Dana en silencio a mi lado, como Milos y un par de los demás cazadores remolcaban a un Balthazar inconsciente en lo que parecía una estación en un puerto abandonado. Por un instante tuve el poderoso impulso de cerrar los ojos y confíar en que Lucas me encontrara. Pero eso era cobarde por mi parte. Había esperado pasivamente que las cosas cambiaran demasiado tiempo. Por el amor de Balthazar y por el mío, era el momento de ser fuerte.

Así que entré en el interior del edificio para ver lo que estábamos tratando. Dana no me siguió. Ella se quedó atrás, dando golpes con las manos en el capo de la furgoneta, mirando con decisión hacia el agua.

El edificio, una estación marítima, parecía una habitación, muy pequeña, con una zona elevada cerca del agua y un hueco en la parte de atrás que obviamente había sido utilizado para el almacenamiento. Las paredes y los pisos eran muy viejos y de un irregular y desgastado marrón apagado.

Cuando Balthazar se hundió en el suelo, Milos quitó las cadenas alrededor de sus muñecas y brazos y lo dejó libre. Por un segundo, me sentí esperanzada. Después de todo, si ellos quisieran matarlo, ¿no lo habrían hecho ya?

Saga Medianoche, DespedidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora