Quien creo que eres

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Tenía la frente manchada de sangre y un dolor de cabeza que apenas le dejaba pensar.

También tenía sed, calor y sueño.

Los párpados le pesaban cada vez más, y más, y más.... y empezaba a ser incapaz de mantenerlos abiertos.

-Tú...- escuchó como uno de aquellos hombres lo llamaba, pero no le importaba lo que fuera a decirle, ni si iban a volver a golpearlo o no.

No le importaba nada más que aquella placentera oscuridad a la que se estaba entregando: lejos de la luz, lejos del dolor, lejos de los recuerdos... Solo oscuridad.

Un vacío y negro silencio, una calma en la que se fueron instalado árboles, tierra y bosque... el tacto peludo de Dog, su quejido...

-¡No!- se escuchó a sí mismo gritar.

Y lo repitió sordamente mientras, de un sobresalto, abría los ojos para obligarse a no volver a cerrarlos.

-¡Toma!- aprovechó el hombre para lanzarle a la cara el trozo de pan que había venido a traerle.

-Vete a la mierda- quiso escupirle, pero solo tuvo fuerzas para clavarle la mirada furibundo hasta que aquel tipo volvió a ponerse su asquerosa careta y se marchó.

Daryl intentó entonces coger el pan, peleándose contra la cuerda que ataba sus manos y odiándose por haberse dejado atrapar así, por no haber conseguido proteger a Dog y por haber sido tan idiota como para confiar en quien no lo merecía.

-Leah...- pensó y bufó.

Porque no solo lo había engañado una vez, sino que ya iban dos.

Dos, como los cuchillos que mantuvo bien agarrados entre sus manos aquella noche.

La luna llena les permitía ver con claridad, les dejaba opción a defenderse, a atacar a quienes los atacaban.

Sintió como alguien lo agarraba por la espalda y lo hizo girar hasta tenerlo enfrente.

Un golpe en el estómago y otro en el mentón lo tiraron al suelo.

Se volvió hacia el otro que se acercaba y le arrebató la máscara antes de lanzarse con él al suelo para partirle la cara.

-¡Daryl!- le gritó Maggie y, antes de que pudiera levantar la mirada, Alden había salido a su paso para quitarle de encima al que había derribado apenas un segundo antes.

-¡Ahh!- el grito de Cole lo ensordeció todo.

-¡Maggie!- ahora fue Negan quien alzó la voz, pero no pudo verlo pues un golpe en la sien lo tiró al suelo.

Movió sus manos para zafarse de aquel tipo, le clavó el cuchillo en el costado y lo empujó con las piernas lo justo para lanzarlo hacia otro lado.

Luego los buscó. Intentó encontrar a Gabriel, a Maggie, a Cole, a Negan o a Alden... pero ya no estaban.

Buscó a Dog con la mirada y tampoco.

Un par de golpes más, una carrera en la que a poco no se le salió el corazón y se acabó: los había despistado, pero se había quedado solo.

Solo en mitad del bosque esperando a que pasara la noche, escondido... Lamentándose por no haber estado más atento, por no haber corrido junto al resto... y, sobre todo, por no haber dejado a Dog en Alexandria, junto a Carol.

Ella lo habría podido mantener a salvo, ella lo hubiera cuidado y, de paso, Dog la hubiera cuidado a ella...

-Carol...- la llamó pese a que sabía que no iba a acudir, solo por pensar por un instante que no estaba tan lejos, que podía dejar de echarla tanto de menos.

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