Cuando tú

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Carol cerró los ojos mientras el agua iba invadiendo cada centímetro de su piel.

Se llenó los pulmones de aire y se dio cuenta de que hacía algo más de un mes que había hecho exactamente lo mismo en el río, pero ahora no estaba allí sino en una ducha y el agua le caía como si alguien la estuviera regando desde arriba, como si fuera ella una planta... una flor...

Sonrió.

-¿Una flor?-.

-Una rosa Cherokee...- la acarició su voz de nuevo, haciéndola sentir la necesidad de rozar con sus dedos su mejilla y su cuello para luego hacer descansar su mano sobre su pecho.

En las últimas semanas los recuerdos la bombardeaban en cualquier instante, pensara lo que pensara, hiciera lo que hiciera: ahí estaba él.

Estaba su mirada, su gesto nervioso con los labios, su forma de hablar (o de hablarle, en realidad), su torpe delicadeza, su voz y todo él, y todo lo que, sin ser él, le recordaba a él.

-Daryl...- movió sus labios como para llamarlo, aunque su garganta no hizo ningún tipo de sonido.

Si Negan no la hubiera empujado a ir, aquellos hombres enmascarados hubieran terminado por matarle en aquel horrible lugar, y se le partía el alma al imaginarlo.

-¿Qué has hecho?- prácticamente le reprochó.

-Sacarte de ahí- le contestó ella sin poder pensar en nada más que en que le tenía encima, que había estado a punto de golpearla y no entendía porqué, que la había empujado tras abrazarle, que por unos segundos llegó a asustarse y que ahora le tenía encima y le miraba de un modo que podría incluso derretirla.

-¿Sola?- exclamó, y hubiera podido responderse a sí mismo mirando hacia los lados, comprobando que nadie más había, pero no dejó que la duda le obligara a alejarse de sus ojos.

-Así es-.

-¿Estás loca?- pudo sentir en él un miedo que iba mucho más allá de cualquier otro sentimiento.

-No te podía dejar aquí- ni en cualquier parte: no lo podía saber lejos de ella, ni mucho menos en peligro, -y... en realidad nos deberíamos de ir ya- no quería, pero tampoco se habían alejado tanto del edificio como para considerarse a salvo.

-Sí...- comprendió. -Sí- tuvo Daryl que repetirse para poder atender a que debía levantarse y, por ende, separarse de ella.

Volvió a notar entonces como se perdía el calor que le daba su mirada, como el peso de su cuerpo sobre sus caderas se desvanecía y una sensación de frío extremo la invadía por completo.

En aquel instante, cerró los ojos un poco más, arrastró la yema de sus dedos por su pecho, su barriga, su ombligo... siguió bajando y acarició la piel desnuda del interior de sus muslos con una impaciente necesidad.

-¡Carol!- golpeó Judith la puerta del baño.

-¿Q...Qué?- le costó un par de segundos reubicarse bajo el agua corriente de la ducha.

-¿Te falta mucho? ¡Me hago pis!- le gritó.

-No...- respiró. -Un... un minuto y... y salgo- tuvo que prometerle.

Aunque algo dentro de ella protestó por haber sido interrumpida y la tentó para que siguiera, para que volviera a recordarle sobre ella, para que imaginara que sus manos eran las suyas, que la tocaba, que la quería y...

-¡Para!- se dijo a sí misma en un susurro y cerró el grifo para salir de la bañera sin darse tiempo a seguir pensando.

Se relió en la toalla y salió hacia su habitación, si es que podía llamarla así. Agarró unas bragas y un sujetador del cajón, se los puso y luego se acercó a abrir el armario. Rebuscó entre toda aquella ropa que le habían dejado y acabó bufando.

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