Capítulo tres.

227 14 0
                                    

Papá había entrado recién a la oficina de la directora para convencerla de que me deje quedarme. Harían un trato en el cual sabía que mi papá ganaría, ya que es empresario y sabe de negocios.

Pasaban los minutos y no habían noticias. Me angustiaba pensar en que todo estaba mal, en que mi papá había quedado como un idiota ofreciéndole dinero a la directora a cambio de mi estadía. No pude dormir durante toda la noche por esto, no podía dejar de pensar en lo que sucedería hoy.

De pronto se abrió la puerta y salió papá con actitud de ganador. Se despidió amablemente y cerró la puerta. Luego caminó hacia mí con una sonrisa que me tranquilizaba por completo.

-¿Y...?-pregunté ansiosa.

-Todo solucionado. Estás dentro-sonrió conforme.

-¿En serio?-dije casi saltando.

-Pequeña, te dije que papá lo solucionaría. Ahora expulsarán al siguiente con la nota más baja, un compañero tuyo. Jorge creo que se llama.

-¡Gracias pa, eres el mejor!-lo abracé fuertemente.

-No le puedes decir a nadie-me dijo susurrando en mi oído.

Yo solo asentí y lo seguí abrazando con fuerzas, feliz porque me quedaría al fin en Las Encinas.

-Otra cosa, antes de que se me olvide. La directora asignará a alguien para que te ayude a estudiar. Yo ofrecí a Polo, sería una gran idea. Ahora ella hablará con él, pero no hay duda de que aceptará-dijo teniendo todo bajo control.

-Gracias nuevamente, esta vez no te decepcionaré, lo prometo.

-Eso espero. Ahora entra a clases-dijo besando mi frente.

Caminé tranquila, al fin. Necesitaba esa paz invadiendo mi cuerpo. Necesitaba relajar mis músculos. Necesitaba respirar tranquilamente. Cogí mi móvil y seleccioné el nombre de Polo para llamarlo, pero preferí decírselo en persona. L verdad es que a pesar de que no le tomó la importancia que en realidad tenía, era necesario contárselo, ya que era mi novio. Desde los ocho años que nos conocemos y somos mejores amigos y cómplices. A los doce comenzamos nuestra relación y ya con diecisiete ya seguimos juntos, casi terminando la escuela. Pareciera que lo había llamado con el pensamiento cuando de pronto me encuentro con Polo, quien venía saliendo de la oficina de la directora.

-¡Polo!

-¡Carla!

-¿Cómo estás?-pregunté alegre.

-Bien-me miró extrañado-Y no es necesario que te pregunte a ti.

-Papá lo solucionó todo-dije sonriente.

-¿Cómo?-me miró sin entender lo que decía.

-Me quedo en Las Encinas. ¡Me quedo Polo!-repetí emocionada y tomándole la mano, a lo cual él rechazó.

-¿A qué costo?

-¿Cómo?-pregunté confundida.

-¿Que a qué costó, Carla?-dijo con su rostro serio y firme.

-Papá le pagó a la directora-dije susurrando, en secreto.

-¡¿Qué?! Carla, ¿me estás jodiendo?-me dijo molesto.

-No. ¿Cuál es el problema?

-Carla, expulsarán a alguien si o si para cubrirte, y ese alguien no tiene la culpa. ¿Te estás dando cuenta de lo que hiciste?-dijo casi en un grito.

-Polo...

-¡Tienes que ser justa! Tú tenías que haberte ido.

Auch.

Entre ricosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora