Llegué a la fiesta con mi vestido rojo y con mi cabello recogido. Estaba lista para pasar un buen rato y distraerme de todos mis problemas. Agradecía que Samuel me haya recordado que hoy era la fiesta. Necesitaba un momento de disfrute.
Eran las diez de la noche. Yo soy demasiado puntual. Se supone que nos encontrábamos aquí a esta hora, así que entré a la mansión de Guzmán. Todos estaban bailando al ritmo de la música. No encontraba a Samuel. Había mucha gente a mi alrededor y ya me estaba estresando un poquito. Caminaba y caminaba con la cabeza en alto, buscando con la mirada a Samuel.
Sentí mi vestido mojado, y al mirar el causante, era un chico rubio, alto, con una copa de vino en su mano. ¿Qué mierda? Sí, me había arrojado vino en mi vestido nuevo. Menos mal el vestido era rojo y disimulaba la mancha.
-¡Joder! ¿Eres tonto?-dije furiosa.
Caminé rápido y enfurecida hasta el baño.
El chico era un completo idiota. Ni siquiera me pidió perdón por su estupidez. Ahora estaba mojada y molesta. Y encima, no encontraba a Samuel.
Al llegar al baño, cogí papel higiénico para limpiar
mi vestido y que absorbiera el vino. De pronto miro en dirección a la puerta y volví a sentir algo en mi estómago.-Me asustaste-dije con el papel higiénico en mi mano.
-Perdón. ¿Todo bien?-preguntó señalando la mancha de mi vestido.
-Un idiota me mojó con vino-bufé.
-Tranquila, yo te ayudo a secarlo.
Entró al baño y sacó papel higiénico para ayudarme a secar mi costoso vestido.
Que tierno...
Luego se acercó a mí, con ese particular y extraño brillo en sus ojos.
-¿Puedo?-preguntó y yo asentí.
Con el papel intentó limpiar mi vestido, mientras yo me quedaba quieta, observando su rostro. Cabello desordenado, ojos cafés, piel perfecta y linda sonrisa. Sentía su mano por sobre mi vestido y eso me generaba cosas extrañas. Este chico me hacía sentir cosas raras, que honestamente prefería ignorar.
-Gracias-agradecí por su comportamiento.
-No te preocupes. Por cierto, te ves muy bien esta noche-finalizó con una sonrisa.
Oh no. De nuevo sentí esas cosas extrañas en mi estómago.
-¿Vamos?-cambié de tema a lo que él solo asintió.
Salimos del baño y caminamos hasta la barra. La música se apoderaba de mis oídos y necesitaba alcohol para poder bailar, ya que sin una copa de champaña, no soy Carla. Pedí mi marca de champaña favorita, mientras Samuel se pedía un vaso de agua. ¿Acaso no bebe? Bueno, al parecer no.
A mi tercera copa, ya estaba borracha y sociable. Además que Samuel era una muy buena compañía. Me hizo reír toda la noche con sus aburridos chistes y sus divertidas anécdotas de cuando era pequeño.
Saqué mi móvil y entré a Instagram.
-¿Una selfie?-le sonreí.
-Vale-me respondió sonriente.
(...)Desperté con un dolor de cabeza inimaginable. Estaba en mi cuarto y no tenía ni la menor idea de cómo había llegado aquí. No recordaba nada después de la selfie con Samuel. Entonces tomé el celular y vi que tenía un mensaje.
Samuel: Hola, soy Samuel
Samuel: Te desmayaste por el alcohol y te llevé a casa, me recibió tu padre, espero que estés bien¡Que tierno! Cualquier otro chico se hubiera aprovechado de mí.
Me froté los ojos que aún tenía maquillados y me levanté como pude para ir a tomar desayuno abajo.
Había pasado una muy buena noche y cada vez me caía mejor este chico. Además de que era muy mono.Llegué al primer piso y al caminar hasta la mesa vi a papá muy enojado y a mamá con rostro triste.
-Buen día...-dije integrándome tímidamente.
-¿Buen día? Explícame qué coño fue lo que pasó anoche, Carla-respiró profundamente, intentando aguantarse el enojo.
-Fui a la fiesta de Guzmán y...
-¿Quién era ese chico?-preguntó mamá.
-Él es mi tutor-respondí firmemente.
-¿Él es tu tutor? ¿El que te trajo ebria a casa? Por favor, Carla, se supone que un tutor es para subir tus calificaciones, no para que ande contigo de fiesta mientras se emborrachan-dijo en casi un grito papá.
Papá siempre se alteraba si yo no hacía algo bien o si me ocurría algo.
-Pa, lo sé-dije arrepentida.
-Al menos el chico no se aprovechó de Carla-le dijo mamá a papá.
-¡Hay que agradecer eso! Con el perfil que tiene, cualquiera dudaría de él, pero tenemos que agradecer que se comportó como una persona normal-dijo papá un poco más aliviado.
Sonreí tímidamente.
-Samuel es un buen chico. Me ayuda mucho a estudiar y me hace reír...-dije en casi un susurro.
-¿Te gusta?-pregunta de pronto mamá.
Automáticamente reí a carcajadas. ¿Qué decía? Jamás me podría gustar Samuel. Digo, somos tan distintos que nunca lograríamos funcionar. Además no siento atracción hacia él. Sólo disfruto su compañía, pero nada más.
-Mamá...-reí de nuevo-¿Cómo se te ocurre siquiera pensar en ello?
-No es tan descabellado-responde.
-¡Claro que es descabellado! Carla con el chico becado no pintan para nada juntos. Son de distintas realidades-defendió su idea papá.
-Pero tiene buena educación el muchacho. La trajo hasta casa sin ningún rasguño y no se aprovechó de ella-siguió mamá.
-¡Joder, basta ya! A Carla no le gusta y a mi menos para ella. ¡Se acabó, no se habla más del tema!-gritó papá.
Papá era un hombre con una sobreprotección increíble. Además de que era su única hija, entonces parecía serlo aún más conmigo. Me costó mucho que aceptara a Polo, ya que nos veía muy pequeños y le daba miedo de que él me obligara a hacer cosas que yo no quisiera.
Al sentarme, le envié un mensaje de texto a Samuel.
Carla: Samu, gracias por traerme a casa, ya desperté y estoy mejor
Carla: Te veo mañana para estudiarMiré a mis papás quienes me miraban expectantes y dejé a un lado el móvil para tomar un té.
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Entre ricos
RomanceCarla, una chica que lo ha tenido todo, esta vez no lo tendrá... Y no le queda más remedio que recurrir a quien menos se lo esperaba.