Capítulo 1.

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—¿Crees que debería ir? —preguntó Megumi a Itadori cuando volvían a las habitaciones después de un largo día de clases teóricas y entrenamiento.

Pronto se cumplirían los tres días que Sukuna había mencionado, y hasta ahora, el hecho de que él lo había ayudado parecía algo surrealista.

Casi nunca miraba a Sukuna en la escuela y mucho menos fuera de ella. Y, sin embargo, justo después de los acontecimientos se encontró con él en la cafetería.
No pudo evitar mirarle por más tiempo de lo normal, como si con ello pudiese descubrir si realmente era ese el tipo que lo había ayudado o si todo había sido un loco sueño.

Desgraciadamente, las circunstancias no le permitieron creer que lo que pasó había sido un producto onírico; no cuando Shoko le llamó, una vez estuvo curado, para preguntarle cómo había continuado su estado de salud y hacerle preguntas bastante específicas sobre sus síntomas y lo que había hecho para mejorar. Incluso le realizó un par de estudios. En otras circunstancias habría colaborado sin miramientos, pero en esa ocasión debía ocultar todo lo que Sukuna le dijo y cómo su ayuda le salvó de una muerte inminente.

—¿Ir a dónde? —Itadori bostezó y cubrió su boca con su mano.

Megumi dió un breve vistazo alrededor para asegurarse que no había nadie cerca de ellos.
—Con tu hermano.

—¿Umm? ¿Realmente consideraste que una de tus opciones era “no ir”? —preguntó Itadori mientras alzaba los brazos sobre su cabeza, estirándose con un gesto despreocupado.

—Solo porque es un estudiante avanzando no puede obligarme.

—Supongo que tienes razón.

Pronto llegaron al complejo de habitaciones e Itadori le pidió a Megumi que entrara a la suya.
Le dio una botella con refresco y se sentaron en el suelo con la espalda apoyada en la cama.

—Mejor hablamos aquí, ¿no? —en realidad, esa era la verdadera razón por la cual Itadori le pidió quedarse un momento en su cuarto—. Mira, es cierto que Sukuna no puede obligarte a que… convivas con él... Pero te aseguro que él no es alguien que invitaría a una persona a su habitación para pasar el rato, jugar y comer golosinas, mucho menos si no tiene ninguna relación con dicha persona. Si él te dijo que fueras es por algo importante. Y considerando lo que te pasó, no estas en posición de rechazar a alguien que podría ayudarte y con ello, también perderte la posible información que obtendrías de él.

Megumi se extrañó.
—¿Por qué Sukuna querría ayudarme?

—No lo sé —dijo Itadori con sinceridad y encogiéndose de hombros—. No conozco tan bien a Sukuna como para mirar a través de cada una de sus intenciones. Pero él ya te ayudó una vez, y eso es decir mucho para alguien como Sukuna. Además, te aseguro que tampoco es alguien que hace un ofrecimiento dos veces. Si no vas mañana no volverás a escucharlo invitarte de nuevo.

—Sueles decir que no entiendes a Sukuna, pero hablas como si lo conocieras muy bien.

Itadori rio.
—Simplemente he vivido con él mucho tiempo. Me familiaricé con su extraña forma de relacionarse. Y no es mentira que no lo comprendo del todo. Cada una de las cosas que hace tienen un motivo que no siempre puedo descubrir. Por lo demás, Sukuna solo es Sukuna.

Megumi frunció el ceño tratando de entender lo que quería decir con eso.
Si ni siquiera Itadori conocía bien a Sukuna ¿cómo iba a él a tratar con una persona así?
Suspiró con cansancio y bebió del refresco que tenía en su mano.

Continuaron hablando un poco más. En realidad, era Itadori quien hablaba mientras que Megumi escuchaba.
Aunque no lo quisiera admitir, a Megumi le gustaba mucho la forma tan despreocupada en la que solía comportase Itadori. A su lado podía dejar de pensar, aunque fuese solo por un breve momento, en las cosas que lo preocupaban.

Engrama || SukufushiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora