Cuando Sukuna llegó al lugar, lo primero vio fue a Itadori, quien yacía inconsciente en el suelo sobre un charco de sangre. Por la forma en la que su uniforme estaba destrozado, intuyó que la herida era en su costado derecho. Su pecho subía y bajaba, pero lo hacía lentamente y de forma errática. Necesitaba ser tratado rápido.
—Hasta que se dignaron en parecer —dijo Nobara, después de verlos de reojo.
Ella estaba justo frente a Itadori, en una posición de defensa. Frente a ella, la maldición.
Sukuna calculó que tenía un tamaño de dos metros, aproximadamente.
—Así que ese es el pequeño chico al que se refería aquel imbécil.El ser era antropomorfo, tenía un torso, dos brazos y dos piernas, pero ahí acababa toda la similitud con un cuerpo humano; una larga cola anillada sobresalía de su cuerpo, moviéndose de un lado a otro, como la de un cachorro divirtiéndose; su cara parecía una extraña mezcla entre la de un cuervo y un búho y, sin embargo, dientes afilados sobresalían de su pico; su piel era grisácea, pero no podía asegurar si lo que recubría algunas partes de su cuerpo eran plumas o pelaje.
—¿Habías visto algo así antes? —preguntó Megumi a su lado, sin apartar la vista de la maldición.
—En mi vida —se habría sorprendido, como mínimo, en otras circunstancias. Pero justo acaban de hablar, ¡de hablar con una maldición! Odiaba no tener conocimiento sobre todo lo que pasaba a su alrededor.
Sukuna devolvió su mirada a Nobara y supo, con solo un vistazo rápido, que ella no estaba en mejores condiciones que su hermano.
Tenía su martillo sujeto en la mano derecha y un goteo constante de sangre caía de éste. Todo el peso de su cuerpo estaba inclinado hacia el mismo lado, lo que sugería que tenía alguna herida significativa en algún lado de su cuerpo, tal vez hasta tenía algunas costillas rotas, con mucha suerte sus órganos estarían bien.La maldición hizo un ruido extraño, similar a un grito y estirando su cola, dio un golpe en dirección a Sukuna y Megumi; ambos se apartaron a tiempo con un salto rápido, solo para ver cómo el piso de concreto se había desquebrajado bajo el impacto.
—Toma a Yuji, llama a Ijichi y sácalo de aquí —dijo Sukuna a Megumi—. Llévate a la mocosa contigo.
Nobara lo miró con el seño fruncido.
—¡No seas engreído, bastar...! —de repente tosió y lo único que salió de su boca fue sangre.—Lárgate y no estorbes. Si te metes en mi camino te romperé las pocas costillas ilesas que te quedan.
—... ¿Estarás bien? —preguntó Megumi. Sus amigos necesitaban salir de ahí, en su estado, no era mentira que solo estorbarían y sabía que Sukuna era uno de los mejores exorcistas de la escuela, podría arreglárselas. Pero aún así... El solo pensar en dejarlo le hacía sentir inquieto.
—¿Que si estaré bien? La duda ofende —le respondió Sukuna, su voz significativamente más suave que cuando hablaba con Nobara—. Váyanse ya.
Megumi asintió, pero sus piernas se negaron a moverse. Permaneció en el mismo lugar, aún cuando vio a Sukuna correr hacia la maldición, tan rápido que se convirtió en solo un borrón.
En el momento en que ambos impactaron, una ola de aire se extendió desde ellos, incluso la tierra tembló bajo sus pies.
Sukuna le había dado un puñetazo justo en el rostro a la maldición, la cual salió disparada hacia atrás, solo para levantarse, segundos después, entre una nube de polvo, escupiendo algunos dientes que de inmediato se regeneraron.—¡Fushiguro! —gritó Nobara. Estaba tratando de alejar a Itadori de la pelea, arrastrándolo por el brazo.
Megumi sacudió el rostro y corrió hasta ella, recogió a Itadori del suelo y se lo echó sobre el hombro.
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Engrama || Sukufushi
FanfictionMientras volvía de una misión, Megumi Fushiguro es atacado por un enemigo que no conoce y que utiliza métodos totalmente extraños para él. Su vida está en peligro, pero ni siquiera tiene la capacidad para protegerse y menos aún, luchar. ¿Cómo te enf...