Cuando la voz ronca y llena de deseo de Sukuna se filtró en sus oídos, un escalofrío ascendió por su columna vertebral, extendiéndose por todo su cuerpo y erizando su piel. ¿Sukuna quería…?
Normalmente la mera idea de tener sexo con él lo escandalizaría, pero en esos momentos era tan fácil dejarse llevar… Megumi se sentía en una especie de burbuja donde únicamente existían Sukuna y él. Cada parte que Sukuna tocaba, incluso por sobre la ropa, ardía, y el resto de su cuerpo temblaba por sentir más de ese toque firme y placentero. Él quería…Ruidos extraños escapaban de sus labios con cada pequeño roce. Su cuerpo se movía solo y pronto estaba buscando a tientas los labios de Sukuna, deseando sus besos como una especie de droga a la que se había vuelto adicto.
La burbuja de placer en la que estaban parecía expandirse cada vez más; por el inmenso anhelo entre ambos, por sus respiraciones erráticas haciendo eco en sus oídos, por el extraño deseo de juntar sus pieles… Era tan grande que parecía inevitable que ésta se rompiera.
Golpes urgentes fueron dados contra la puerta de la habitación, el hermoso ambiente que habían creado entre los dos se rompió y la realidad les impactó en la cara.
Sukuna sintió más que vio, la forma en que Megumi se separó de él, casi inmediatamente, como si su cuerpo tuviese electricidad. De repente, sus manos se sentían vacías y su cuerpo frío. A pesar de que ambos aún seguían en la cama, la pequeña distancia que los separaba se le antojó enorme. Fushiguro estaba tan cerca de él, jadeando en un intento desesperado por normalizar su respiración, con el rubor de su rostro extendiéndose hasta su cuello, y sus labios rojos y húmedos por los recientes besos…
Extendió su mano, tratando de alcanzarlo nuevamente, pero él se alejó aún más, esquivando su toque como si fuera plaga.
Y los malditos golpes en la puerta no dejaban de resonar.
—Vete —dijo Megumi—. Por ahora, solo sal de mi habitación.
Sukuna no dijo nada, se limitó a mirarlo como si no comprendiese lo que decía. La simple idea de alejarse de él sonaba extraña en su cabeza. No quería.
—Vete —repitió Megumi, elevando un poco la voz.
Sukuna respiró hondo y salió de la cama de Fushiguro, al mismo tiempo que salía de su mente. Caminó hacia la puerta con pasos pesados y el enojo e irritación estableciéndose en su interior, haciendo palpitar su sien.
—¡¿Qué?! —gritó mientras abría la puerta y apretaba con fuerza el pomo.
Vió a Itadori afuera, con el puño aún a la altura de su cara, listo para seguir dado golpes contra la madera. Jamás había encontrado la cara de ese mocoso tan irritante como en ese momento.
—Yo solo… estaba preocupado por Fushiguro —dijo Itadori con nerviosismo.
Él simplemente quería saber cómo estaba su amigo y ayudarlo, no esperaba que su hermano, enojado por quién sabe qué, le abriera la puerta. ¿Estaba peleando con Fushiguro? ¿Acaso estaban discutiendo por algo?Sukuna miró por sobre su hombro a Fushiguro, quien ya se había cubierto con sus sábanas de la cintura hacia abajo. Supo que no era solo por comodidad, si no que también era un intento de cubrir la erección marcándose contra la tela de su pantalón.
—Tú, has nuevamente el escudo —le dijo sin más y salió de la habitación, no sin antes fulminar con la mirada a Itadori.
Con la frustración arañándole desde adentro, caminó hasta su propia habitación. Al entrar, apoyó su espalda en la puerta y golpeó la parte posterior de su cabeza contra la misma.
Maldito sea el momento en que su estúpido hermano los interrumpió. Ese mocoso parecía tener la habilidad perfecta para llegar en los mejores o en los peores momentos.
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Engrama || Sukufushi
FanfictionMientras volvía de una misión, Megumi Fushiguro es atacado por un enemigo que no conoce y que utiliza métodos totalmente extraños para él. Su vida está en peligro, pero ni siquiera tiene la capacidad para protegerse y menos aún, luchar. ¿Cómo te enf...