CAPÍTULO 9

1K 46 26
                                    

Marc.

—¿En cuál de los tres andabas? —pregunta dirigiéndose hacia la cocina mientras tomo asiento en el sofá.

Dejo mi cabeza caer hacia atrás, mis brazos los ubico a ambos lados del espaldar y estiro mis piernas relajando la tensión y pensando en otra cosa que no sea latina con un cuerpo ardiente.

Intense.

—¿Obtuviste lo que siempre vas a buscar?

—No.

—Que actitud tan mierda te estás cargando últimamente —levanto mi cabeza cuando aparece en mi campo de visión— ¿No te la han chupado? —mira mi entrepierna y suelta a reír— Ya han respondido por ti.

Me exaspera aveces.

—¿Lo harás tú? —respondo con sequedad y ella se burla, tomando asiento al frente.

—No cher. Ya he tenido suficiente por hoy y ya no me apeteces.

—¿Ha llegado el príncipe azul de Clarisse Meyer?

—Creo que sí. Tiene una polla tan grande, que me ha llegado al corazón.

Ella es un Genty, versión mujer, pero diría que un poco peor. No le gusta que sus cosas se salgan de control, mucho menos que le mientan si de sentimientos se trata y aunque le duela, siempre toma la mejor opción separándose de allí, aunque la vuelva mierda. Y es una de las cosas por el cual está dentro de mi circulo. Se respeta.

—¿Nathan lo conoce? —pregunto ya que ninguno hemos hablado de ello.

Yo porque no sabía, y él, no lo sé.

—No, por el momento no quiero que lo conozcan. Pero es porque aún nos estamos conociendo. No les voy a presentar a todo quien me folle.

—Estás diciendo que...

—Si, sé lo que dije, pero dame tiempo.

—En ese tiempo puede suceder algo y no tendré información de con quien mierdas te relacionabas.

—Deja de ser negativo, Genty —toma asiento a mi lado sonriendo— Sabes que mueves cielo y tierra cuando le sucede algo a alguien que te importa.

—Voy a meterte un puto chip por el culo.

—En tiempos atrás hubiese dicho que rico, pero ahora te digo que eres un puto asqueroso.

—No te quejabas.

—¡Cállate la puta boca! Respeta mi ser fiel. —ríe a carcajadas mientras se levanta nuevamente a servir whisky para ambos.

—¿A qué has venido? —pregunta ante mi silencio, con una ceja elevada.

—¿No puedo?

—Puedes, pero es raro. Habla ahora.

—¿Recuerdas a Irina? —comienzo.

Con ella es la única a la que puedo abrirme y contarle cualquier estupidez que suceda. Me sabe a mierda y a ella también.

Pero, cuando no tengo nada más que hacer, le comento algunas cosas frustrantes para evitar volverme loco.

—¿La rubia con la que tuviste sexo en uno de tus viajes? —asiento dando un sorbo de whisky— No me digas que te estuvo rogando por sexo.

—Sobrepasó seguridad. Estaba con una latina, castaña de ojos extremadamente llamativos, cuando sus putos toques en la puerta interrumpieron.

De solo recordarlo se me sube el dolor de cabeza.

—Vaya. ¿El motivo de tu enojo es porque no te la alcanzaron a chupar?

Dominio Francés |+18|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora