CAPÍTULO 15

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Alyssa:

Maldito, mi madre dice que es malo maldecir, pero maldito.

Ese maldito francés qué se cree, la verdad es que me importa mierda, al fin y al cabo no somos nada, a él lo puede tocar quien se le antoje, como de la misma manera pueden tocarme a mi, si yo lo permito, claro.

Pero no más, he visto tanto que no, aunque no seamos nada y puede hacer lo que quiera. Me repiro. Pero ahhhhgg, no quiero estar con alguien que también está con todas.

Salgo de la oficina cuando la Secretaría ha entrado interrumpiendo lo último de tensión que quedaba entre nosotros y camino hacia la salida extendiendo mi brazo para así conseguir un taxi que me lleve a casa, la verdad estoy demasiado cansada y pegajosa allí abajo.

Cuando quiero subir a uno, se me da por girar un poco mi cabeza hacia arriba, a los ventanales que dan vista a su oficina y me topo con su mirada fría y calculada, observando cada paso y movimiento que doy cuando quiero subir al coche.

Ya no está con ella, al parecer.

Pero en su mirada veo algo más, intranquilidad o queriéndome decir algo.

¿Que le pasa? No me importa.

Cuando quiero ingresar al taxi escucho mi nombre a lo lejos, y es Enrique quien viene a paso lento y tranquilo hacia mi.

—Señorita Alyssa. —volteo a ver que tiene por decirme mientras sigo sintiendo la mirada fija y fría desde aquel ventanal, pero que ignoro.

Me da pena con el taxista, quizás esté perdiendo otra carrera por hacerlo esperar aquí por lo tanto le digo que se vaya y me disculpe.

Luego cuando haya escuchado lo que sea que tenga Enrique por decirme. Tomaré otro.

Dios, que vergüenza, de verdad, todo este tipo de cosas me da vergüenza, también hacer vueltas de trámites sin mi madre, pero disimulo porque siempre le dije a ella que yo podía.

Y la verdad es que puedo, pero me da pereza ir sola.

En fin, continuo con Enrique bello querido.

—Dígame. —lo observo con el seño fruncido y espero a que hable.

Toma aire y suelta.

—Señorita Alyssa, permítanme llevarla a casa por favor —habla con tanta tranquilidad, que le generaría paz y confianza a cualquiera— El señor se quedaría más tranquilo si...

Ahí la cagó, hasta ahí llegó la paz que brinda su voz.

—Vaya, que pesar, a el señor le va a dar algo si no es usted quien me lleva, y al señor debemos tenerlo tranquilo, ¿no es verdad?

Todo tiene que ser como él diga y no.

Enrique suspira agotado y es que lo entiendo porque lidiar con un francés tan intenso no debe ser fácil.

Así tienes tú al pobre en estos momentos; habla Lame y pienso.

Es verdad.

—Señorita Alyssa, no...

—Enrique discúlpeme, no quiero hacerle gastar más tiempo, lleveme a mi apartamento si así lo desea y... La próxima vez que me diga señorita Alyssa, le juro por Dios que no me vuelve a llevar en mi vida.

Estoy odiando ese señorita, tanta formalidad. Sé que no puedo cambiar a la gente. Pero yaa basta de tanta corialidadd.

O soy muy pueblerina o ellos son demasiado formales. O las dos

—Disculpeme, no vuelve a suceder. —y mientras lo dice muestra frente a mis ojos sus dedos cruzados, queriendo decir que no cumplirá.

Chistosito.

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