Éxtasis

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En cuanto me subí al auto de Kakashi disipé cualquier indicio de felicidad. Aunque claro, no había persona a la que le debiera tanto como a él, con su ayuda pude pasar este día de manera tranquila e imaginar por un instante que así era mi vida.

-Parece que te fue bien-

-¿Por qué lo dices?-

-Tus ojos tienen cierto brillo-

Acompañó su frase con una sonrisa tierna. Hasta el momento había pensado en varías teorías que explicaran el extraño comportamiento de Kakashi. Una de ellas es, como él dijo; le recordaba a alguien, no obstante; tendría que ser una persona a la cual hubiese perdido. Me preguntaba si se sentía triste, desde el día en que lo conocí una extraña aura pesimista lo rodeaba. Por primera vez me invadió una genuina curiosidad por él y su vida. Y aunque hasta el momento se había mostrado bastante abierto con el tema, presentía que si llegaba a preguntarle algo jamás me diría la verdad.

Observé su rostro de perfil para después bajar hacia sus brazos y finalmente a la mano que sostenía el volante con fuerza. En verdad era atractivo y aunque fuera mi profesor o algún tipo de guardaespaldas, no me ganaba por tantos años. Comencé a pregúntame cómo sería su rostro bajo esa máscara, nadie en su sano juicio la usaría sino fuera para ocultar algo.

-Hoy si que estás raras, normalmente no quieres ni verme y ahora no dejas de hacerlo-

-Me preguntaba cómo es tu rostro-

-¿Y esa repentina curiosidad?- dijo entre pequeñas risas.

-No te burles- aparté la vista de él para enfocarme en el camino.

-Por ahora no lo puedes saber, pero en recompensa te dejaré hacerme una sexta pregunta-

-Solo porque hoy me ayudaste-

-Si tú dices- continuo riéndose.

-¿Alguna vez te has enamorado?-

-No me digas que crees estar enamorada del Uchiha y quieres el consejo de alguien mayor-

-No seas idiota, por supuesto que no es eso-

-Me alegro-

Me sorprendió su respuesta teniendo en cuenta que prácticamente él era la razón por la que mi relación con Sasuke se había vuelto más cercana. ¿Será que no le agrava? y si la respuesta era un "no", ¿por qué me importaba?

-Contesta-

-Nunca-

-Mientes-

-No lo hago, un día traté de enamorarme de alguien solo por lastima. Pero en realidad... por más que me esforcé nunca lo conseguí-

-¿Sigues viéndola?-

-Esa ya es otra pregunta-

-Creí que no tenías problemas con contestarme-

-No los tengo. Pero sí tengo problemas en ser el único que da respuestas-

-Bien, bien, responde esto y tú podrás hacerme otra-

-Ya no, ella se casó con otro y... ya es feliz-

-Suena más falso que mi vida-

-Te dije que te contestaría, no que no mentiría-

-Tramposo-

-Mi turno ¿cuántas hermanas tienes?-

-Cuatro-

De repente un abrumador silencio nos invadió, por alguna extraña razón mi respuesta pareció haberlo impactado. Apagué la calefacción y abrí el quemacocos para observar las estrellas. De las innumerables cosas que padre me obligo a estudiar, la astrología fue mi favorita. Ahora era capaz de identificar cualquier estación y localizar los satélites cerca de ellas.

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