Tormenta

953 80 23
                                    

El estudio de mi padre siempre me ha parecido como el de una película. Tiene muebles de madera obscura, largos cuadros de artistas los cuales nadie conoce. Dos ventanales enormes atrás del escritorio que dan una vista a nuestro jardín. Una chimenea que nunca prendemos, pero esta más limpia que cualquier otra. Nosotros estábamos en el sillón más largo, tan incomodo como el de frente. Dos vasos de whisky en la mesa de cristal, y mi té.

-Ahora que ya todo está aclarado paso a retirarme-

-De acuerdo, espero que el dinero que pagué valga
la pena-

-No se preocupe, yo me aseguraré que así sea-

-Sakura ¿no vas a despedirte?-

-Ah sí claro- me levanté del sillón para estrechar su mano. Fácilmente era el doble de la mía, y aunque su tacto fue suave pude sentir su fuerza.

Nuestras miradas se cruzaron, sus ojos eran negros pero un rojo peculiar lograba asomarse en ellos. No podía ver su rostro por aquella extraña máscara que usaba, y aún así, podría asegurar que era sumamente guapo. Pero lo que sí podía ver eran sus músculos marcados en aquel traje negro, además, era bastante alto, pero no lo suficiente para desagradarme.

-Un placer señorita Haruno- soltó mi mano deslizando la suya lentamente, y por ese segundo sentí que no podía respirar.

-Dejé el contrato en el escritorio de tu cuarto. Léelo para que estes al tanto de las condiciones- la voz de Orochimaru me sacó justo a tiempo de mis pensamientos.

-Claro padre- hice una reverencia y salí de ahí.

Me tomó unas cuantas horas leer el documento, aunque apenas estaba en la preparatoria estudié todo lo que necesitaba sobre contratos. Esto era una locura, ahora tendría a ese señor vigilándome todo el tiempo, y aunque era por mi seguridad debido a lo qué pasó con Hidan, había empezado a acostumbrarme a ser un poco libre.

Realicé mi rutina de noche y me acosté un poco antes de mi hora de dormir. Ahora tenía dos problemas con los que lidiar, Sasuke y ese misterioso tipo. Pensando en retrospectiva en el día de hoy, no sé porque me causo tanto conflicto que Sasuke tuviera novia, eso no impedía que yo lo pudiera invitar a cenar en ningún aspecto. Pero algo en el fondo de mi me decía que esa Karin será un problema. Cerré los ojos, no tenía que preocuparme tanto por eso, ya había hecho lo que me ordenaron. Además todo tenía que salir bien para la visita de mi hermana.

Podía delinear en mi mente cada una de sus fracciones. Sus labios ligeramente rosas tan húmedos, la piel perfectamente lisa y blanca, imaginaba lo suave que podía ser. Su mano tocando mi pecho, su voz diciendo mi nombre una y otra vez. Esos enormes ojos jade dilatándose al verme, pidiéndome que me acercase a ella. Quería tocarla, sujetarla por cintura y apretar su cuerpo contra el mío, y recibir un ¿golpe? Alguien me estaba golpeando el rostro con algo.

Mis ojos se abrieron y traté de asimilar todo. Mi pecho estaba agitado, mi mente aún quería aferrarse a aquel sueño... todo había sido eso, un sueño. Pero algo me impedía recordar la mujer que me acompañaba. Trataba de conectar todas las señales cuando sentí otro golpe en la cara.

-Vamos Sasuke, que el próximo golpe no será con la almohada-

-Agg, Itachi ¿qué mierda haces en mi habitación?-

-Mejor agradéceme, todavía que me moleste en buscar la llave de tu cuarto, apagar la alarma porque llevaba una hora sonando, y despertarte para que no llegues tarde-

Experimentos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora