Mi Pequeño A-Ling

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Jiang Cheng se encontraba entrenando a los discípulos mientras que su sobrino estaba detrás de él con su espada de juguete haciendo lo mismo que ellos.

—¡Cambia esa posición! ¡Levanta más el brazo! —le gritaba a sus discípulos.

Jin Ling intentaba tener la misma postura que todos ellos, pero le era un poco difícil hacerlo.

Jiang Cheng observó de reojo a su sobrino y se acercó hacia él.

—A-Ling tu postura está mal —lo acomodo.

—JiuJiu —lo miró con sus ojos de cachorro—. ¿Podré ser como tú algún día?

—Tal vez seas mejor que yo —le susurró.

—¡¿En serio?! —lo miro sorprendido.

—Si, solo tienes que seguir mis instrucciones, entrenar como yo y...

—¡Tú haces demasiadas cosas!

—¿Prefieres ser como tú tío Jin GuangYao? Él solo se encarga de pocas cosas.

Jin Ling negó con la cabeza. —Quiero ser como tú JiuJiu, ¡Eres asomboso!

Jiang Cheng le dio una pequeña sonrisa.

—Es asombroso A-Ling.

—¡Asomboso! —soltó una risa.

Jiang Cheng negó con la cabeza y volteó a ver a sus discípulos que habían perdido la postura.

—¿Les dije que podían descansar? ¡Dejen de holgazanear! —los miro con su ceño fruncido.

En la noche Jiang Cheng había dejado dormido a Jin Ling en su habitación mientras él seguía con el papeleo, esta vez estaba forzado a dormirse tarde porque tenía tanto trabajo.

Pero unos sollozos se escucharon en su puerta, se levantó de su asiento y encontró a Jin Ling ahí.

—¿A-Ling? Es tarde porque sigues despierto —lo cargo.

—Tuve una pesadilla —talló sus ojos mientras se acostaba en el hombro de Jiang Cheng.

Jiang Cheng acarició su espalda y fue a sentarse en su silla.

—Todo está bien Jin Ling.

—¿Por qué mis papás me dejaron? —se levantó para poder verlo.

Jiang Cheng sintió un nudo en la garganta, su sobrino ya tenía cinco años y al pasar el tiempo su pequeño bebé se volvía más curioso y tenía más preguntas que hacer.

—¿Ellos no me querían? —sus sollozos aumentaron.

Jiang Cheng se aguantó las ganas de llorar por la preguntas que hacia su bebé.

—Nunca digas esas tonterías A-Ling, tus padres te amaban más que a sus propias vidas.

—¿Por qué se fueron? —lo miro a los ojos.

Jiang Cheng pudo ver los mismos ojos de su hermana.

—Ellos...—limpió las lágrimas que seguían cayendo—. Tuvieron que irse pero eso no significa que no estén contigo, siempre estarán contigo aquí —señaló su corazón—. Mientras tú los lleves aquí ellos nunca te dejarán. Cuando seas mayor entenderás las razones por las que ya no están aquí, pero nunca vuelvas a pensar que ellos no te querían, ¿lo entiendes?

Jin Ling asintió. —¿Tú siempre estarás conmigo JiuJiu?

—Si, yo siempre estaré contigo, aunque seas un niño muy mimando y glotón —le hizo cosquillas.