Adrien lanzó la pelota en el aire. La atrapó. Lanzó la pelota. La atrapó. Lanzó la pelota. La atrapó de nuevo. Llevaba un buen rato así. Le dolía el brazo de mantenerlo erguido por ese juego con la pelota, mientras todo su cuerpo descansaba sobre la cama, pero aún así no paró. Necesitaba fijar la mirada en algo, porque si no acabaría recordando la noche anterior y se volvería loco.
¿Cómo no hacerlo? Marinette y él habían pasado horas en la torre sacándose fotos y, en resumen, haciendo el idiota. Hacía muchísimo tiempo que no se había divertido tanto. Le resultaba extraño tener la voz ronca de tanto reír, pero así había pasado mientras jugaban, posaban, corrían... Aún recordaba los brazos de Marinette en torno a su cintura, abrazándole para una foto. O aquella vez que le tomó de la mano para tirar de él y conseguir que le siguiera. O cuando le había despeinado el cabello antes de colocarle el sombrero de copa.
¿Cuánto hacía que Marinette y él no lo pasaban tan bien juntos? ¿Cuánto había pasado desde que Marientte se había mostrado tan cercana con él? ¿Por qué con Chat Noir sí y con Adrien no? ¿Qué estaba haciendo mal?
Era una verdad innegable que él prefería ser Chat Noir antes que Adrien Agreste. Siendo Chat Noir era simplemente él, podía hacer lo que quisiera siempre que no destruyera el mundo y tuviera cuidado con sus garras. No le rendía cuentas a nadie, ni tenía que seguir agendas ni libros de etiqueta. Era libre. Claro que le gustaba más ser Chat Noir. Pero una cosa era eso y otra muy diferente que Adrien Agreste, la identidad que había construido para complacer a su padre y a todo el mundo, en la que controlaba hasta el más mínimo gesto para contentar a los demás, aquella que solo era un diez por ciento de sí mismo, desagradara a Marinette. ¿Por qué? ¿Qué le había hecho? ¿En qué había fallado?
Lanzó la pelota. La atrapó. Lanzó la pelota. La atrapó. Lanzó la pelota. La atrapó.
Por muchas vueltas que le diera, sientía que estaba enredado en el mismo punto sin respuestas. No recordaba haberle hecho nada a Marinette para incomodarla o disgustarla. Como Adrien tenía mucho cuidado con esas cosas. Al contrario, podía pensar en mil y una razones por las que Marientte estuviera enfadada con Chat Noir, era muy fácil cuando actuaba de forma tan impulsiva, tan coqueta, tan lanzada e irreflexiva. Pero ahí había estado Marinette, divirtiéndose con él, sonriéndole, tocándole... No había ese frío muro entre los dos que parecía más duro que un iceberg. Por muchas vueltas que le diera era incapaz de encontrar una razón que explicara por qué Marinette se había alejado de Adrien y, en cambio, se había acercado a Chat Noir.
¿Había algo mal en él? Pero, de ser así, ¿¡por qué se había vuelto cercana a Chat Noir!? Adrien atrapó la pelota y la dejó caer a un lado de la cama, exhausto. Se restregó los ojos, sintiendo la presencia de las primeras lágrimas. Intentó contenerlas, aunque no tuvo demasiado éxito. Se tapó el rostro con los antebrazos cruzados y dejó que las lágrimas corrieran por su piel.
—¿Qué es lo que he hecho mal?
Marinette no pudo reprimir la sonrisa en sus labios al tocar la tela oscura del traje antes de guardarlo de nuevo en el armario. La noche anterior había sido una verdadera aventura y tenía que reconocer que se había divertido muchísimo más de lo esperado. Cuando Chat dejaba de lado su faceta de gato rompecorazones, era realmente agradable estar a su lado. El tiempo se pasaba volando mientras, distraídos, se dedicaban a desahogarse entre payasadas y regocijarse en aquellos momentos juntos. Mientras bromeaban, jugaban e ingenuamente se limitaban a disfrutar de la compañía del otro, se percató de que su cuerpo se movía por inercia, como si hubiera una extraña gravedad entre los dos que los hacía acercarse más y más. Irremediablemente.
Se sorprendía a sí misma tomando su mano, disfrutando del contacto cálido; acariciando su suave y maravillosamente descontrolado cabello dorado; o mirando con fijación sus ojos verdes. Era fácil dejarse llevar por sus palabras dulces y divertidas, por sus momentos pensativos, por sus bromas torpes y su mirada intensa. Sería terriblemente fácil enamorarse de él, pensó Marinette con un suspiro.
Marinette negó con la cabeza, en silencio, con una sonrisa que ni ella supo comprender. Chat estaba enamorado de Ladybug, no de Marinette. Eran la misma persona, pero a la vez no. Ladybug no era más que un espejismo; Marinette, la torpe, entusiasta y valiente Marinette era la realidad. ¿Por qué podía susurrarle palabras dulces y promesas pícaras a Ladybug, pero no a Marinette? ¿Había algo al en ella? ¿Algo que la distanciara del resto?
Todo ese tiempo había pensado que era Ladybug la que mantenía las barreras con el resto del mundo, que ella, como Marinette, siempre había sido cercana y agradable. No le era dificil conectar con la gente y jamás le había disgustado, es más, le encantaba conocer gente nueva y descubrir realidades totalmente desconocidas para ella. Pero en ese momento no pudo sino preguntarse si había estado equivocada todo ese tiempo.
¿Y si en realidad Marinette siempre se había mantenido protegida dentro de las murallas de su corazón, sin arriesgarse a mostrarse del todo, a que le hicieran daño? Quizás al principio nadie lo había notado, pero según pasaba el tiempo y las relaciones con los demás se hacían cada vez más profundas... En lugar de seguir evolucionando y creciendo, se habían quedado estancadas por ese muro que existía entre ella y el mundo. Los demás empezaban a darse cuenta.
¿Tengo el corazón tan frágil?, se preguntó Marinette, llevándose la mano al pecho, ¿tengo tanto miedo?
Podía ver a todos seguir avanzando en pos de sus sueños, fieles a sí mismos. Ella en cambio estaba desorientada y ya no sabía si podía echarle toda la culpa al hecho de ser Ladybug.
Con un suspiro, cerró la puerta del armario y regresó a la máquina de coser. No pudo evitar sonreír ante los bocetos que prometían su siguiente traje. Lo había elegido sin darse cuenta, quizás tanto pensar en gatos sí que estaba haciendo mella en su cabeza.
No quería ni pensar en lo que diría Chat Noir en cuanto la viera con eso puesto, pero aún así sonrió ante la idea y puso la máquina a funcionar.
Miércoles, 28 de julio de 2021
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I'm a magical girl!
FanfictionLa incorporación de Adrien al colegio no solo había supuesto un cambio, sino que había llegado a poner su corazón patas arriba. Entonces Marinette se dio cuenta de lo importante que era que volviera a recomponer las piezas de su vida. No esperaba qu...