Capítulo 10

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Marinette metió el cosplay con delicadeza en un portatrajes y lo almacenó en su armario con un suspiro desganado. Realmente se tenía que replantear la idea de guardar todas sus creaciones en su habitación. Su armario había sufrido una renovación forzosa al crecer, así que muchas de las prendas que había hecho para sí misma había tenido que donarlas o regalarlas porque ya no le servían. Pero todos esos cosplays estaban absorbiendo buena parte del espacio a una velocidad alarmante.

Se olvidó del tema cuando su teléfono vibró sobre la mesa del escritorio. O al menos quiso hacerlo, porque las puertas del armario se abrieron y un par de cajas repletas de accesorios le cayeron encima.

—¡AY! —se quejó Marinette, sentada en el suelo.

Una de las esquinas le había caído justo en la cabeza y le dolía enormemente. Gritó tan fuerte que Tikki, que estaba dormitando sobre su cojín, se despertó del susto.

—¿Marinette? —la llamó, soñolienta aún.

—Tikki... ¿Puedes mirar tú mi movil, por favor?

La kwami voló en su dirección y leyó la notificación antes de que la pantalla se apagara.

—Es un mensaje de Adrien —le informó Tikki.

—¿De Adrien? —repitió Marinette confusa, quitándose las cajas de encima y comprobando los daños—. ¿Qué puede querer Adrien a estas horas?

—Pregunta que qué tal ha ido la sesión —contestó Tikki, obligando a que su voz fuera lo más neutra posible. Las cosas no iban a irse por el Sena por su causa, no señor.

—¡Ah! —suspiró Marinette, poniéndose en pie con una de las cajas en mano.

Se acercó al teléfono, curiosa, leyendo el mensaje por sí misma. Marinette soltó una pequeña risa, aunque en realidad estaba extrañada. No quería darle lecturas equivocadas, pero cualquiera diría que estaba enfadado. Quizás enfadado no, sino frustrado. Nino tendría que recordarle a Adrien la importancia de poner emojis en los mensajes para que no se malinterpretara lo que estaba diciendo.



—Por cosas como las de ayer me pregunto cuántas veces habré malinterpretado las intenciones de Adrien —dijo Marinette.

—¿Disculpa? —preguntó Alya, mirándola de hito en hito—. Creo que me has incluido en una conversación en la que no estaba invitada.

Marinette rió, avergonzada. Aprovechó la pausa que tuvo que hacer al rodear una farola antes de seguir caminando junto a Alya para aclarar sus pensamientos.

—Acabo de hablar en voz alta, ¿verdad?

—Sí, pero ESO es lo único que has dicho en voz alta. Lo demás me lo perdí en medio de esa cabecita tuya. Venga, desembucha.

—Bueno, es solo que Adrien me escribió anoche.

Alya enarcó la ceja, con sospecha.

—¿Y qué quería?

—Nada, solo preguntarme qué tal había salido todo. Pero por alguna razón...

—¿Por alguna razón...?

—Me sonó raro, ¿sabes? Como si estuviera enfadado o algo. Quizás molesto sea la palabra más indicada en realidad. Pero, ¡en fin, eso no importa! Me hizo darme cuenta de que, si me hubiera escrito así antes, lo habría convertido en la gran cosa y me habría imaginado, no sé, que Adrien al fin se estaba fijando en mí, mirándome con otros ojos, ¿sabes? En lugar de como la amiga que soy.

Alya hizo un titánico esfuerzo por controlar su expresión facial y, cuando Marinette enlazó su brazo con el suyo para caminar juntas, también tuvo que ser muy consciente de la rigidez de su cuerpo. Inspiró hondo, tratando de ser sutil y que Marinette no se diera cuenta de lo nerviosa que se había puesto. Porque ella también lo había notado.

I'm a magical girl!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora