CAPÍTULO 14

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Había metido la zarpa donde no debía, estaba totalmente seguro de ello. Cuanto más lejana se le hacía aquella conversación, más comprendía las intenciones inocuas de Marinette y más se frustraba por su reacción. Adrien seguía sin estar seguro sobre lo que había llevado a Marinette a distanciarse de él en primer lugar, pero habían conseguido acercarse de nuevo. Adrien incluso pensaba que estaban mejor que antes. Habían bromeado juntos como no habían hecho nunca y había habido una extraordinaria libertad en ello.

Se había dejado llevar por un arrebato estúpido e infantil y las cosas habían vuelto a enturbiarse. Contuvo el deseo de revolverse el pelo de puro nerviosismo a duras penas.

—Adrien, ¡Adrien!

—¿Qué? ¿Qué? ¿Perdón? —preguntó Adrien desconcertado.

Kagami lo fulminó con la mirada.

—Al fin me escuchas.

—Lo siento, se me fue la cabeza a otra parte —se disculpó Adrien—, ¿qué decías?

—Pues en los últimos minutos lo único que he dicho es tu nombre, viendo que no me hacías ningún caso.

No hacía falta conocer mucho a Kagami para ver que estaba realmente enfadada. Adrien de nuevo tuvo deseos de tironearse el pelo con frustración, ya iban dos personas que le importaban a las que había defraudado y herido en menos de veinticuatro horas. Aquello era patético.

—De verdad, lo siento —se disculpó de nuevo Adrien— Por favor, ¿me recuerdas de qué estábamos hablando?

Vio que Kagami tenía la mano sobre la mesa y se le pasó por la mente la idea de tomarla y entrelazar sus dedos con los suyos. Pero por mucho que deseó hacerlo fue incapaz de moverse.

—Te decía que me voy con mi madre a Japón el próximo fin de semana en lugar del mes que viene —le explicó Kagami—. Para ver a mi abuela.

—¿Y ese cambio?

—Mi abuela se ha comprado unos pasajes para recorrerse Argentina con su nuevo novio.

Adrien la observó perplejo durante un momento.

—¿Tu abuela no tenía ya 89 años?

—Cumple los noventa el mes que viene —resopló Kagami—. Y está empeñada que ha llegado a una edad en que puede celebrar su cumpleaños como quiera, y ahora quiere irse de mochilera con su nuevo novio.

Adrien se mordió el labio y su rostro adquirió un cariz preocupado, aunque en realidad quería echarse a reír. No había tenido la oportunidad de conocer a la abuela de Kagami, solo había escuchado anécdotas de cómo había sido una gran señora en su casa en Tokushima, donde había mantenido en pie el dojo familiar durante 45 años, desde que su marido murió. Kagami siempre la recordaba como una dama de hierro, firme con las tradiciones y con una voluntad inquebrantable. Ahora, para dolor de cabeza de su hija y de su nieta, lo único que parecía mantenerse igual era su capacidad de salirse siempre con la suya, pues había mandado al traste todos los convencionalismos que conocía y se había echado un novio que ni tenía conexiones ni formación. Por no tener no tenía ni pantalones largos, siempre vestía con pesqueros.

—¿Puedes tomártelo en serio? —le pidió Kagami.

—¿Yo? Si estoy serio.

—Sé cuando estás guardándote las ganas de reír, Adrien.

—Es solo que, ¿qué tiene de malo?

—¿Que qué tiene de malo? ¡Que va a cumplir 90 años y quiere irse de correrías por el mundo! —le explicó Kagami, exaltada—. ¿Cómo no puedes entender lo preocupada que estoy?

I'm a magical girl!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora