- ¡No podemos estar juntos! - reclamó Soobin.
- ¿Por qué no? - habló Hyejin desesperada - Yo los amo a los dos, a Yeonjun y a ti, por igual y al mismo tiempo, ¿qué está mal con eso? -
- Yo no... - miró hacia el piso.
- Soobin, mírame - Yeonjun se...
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— Yeonjun, ¡apresúrate ya! — grité desde la sala colgando mi pequeño bolso en mi hombro.
— Listo — salió del cuarto acomodando la camisa negra sin mangas que había decidido usar.
— Vámonos — giré para verlo pero me percaté de que nuestro novio ya no estaba al lado mío — ¿Dónde está Soobin? — resoplé.
— Amor, vámonos — Yeonjun lo llamó desde la puerta.
— Lo siento, fui por esto. — lo ví acercarse con el suéter blanco que me había regalado en Navidad — Te enfermarás si no lo usas — dijo poniéndolo sobre mis hombros. Le agradecí y dejé un rápido beso en sus labios. Salí por la puerta y los apresuré de nuevo.
— ¿Por qué estás tan nerviosa? No es la primera vez que vamos a la playa — preguntó Yeonjun saliendo detrás de Soobin y cerrando la puerta del apartamento.
— No lo sé, sólo lo estoy — el más alto rodeó mis hombros con su brazo mientras esperábamos el acensor — Me emociona que tengamos una cita de nuevo.
Entramos y Yeonjun tomó mi mano y presionó el botón del estacionamiento con la otra.
— Es nuestro segundo aniversario, claro que tendríamos una cita — Soobin sacudió mi pelo y me dió una sonrisa dejando ver sus hoyuelos. Sonreí de vuelta y recargué mi cabeza en el hombro de Yeonjun.
Las puertas del ascensor se abrieron en el segundo piso dejando ver a una señora con su hijo pequeño. La madre del pequeño nos miró con disgusto y entró al acensor cubriendo los ojos del niño. Era cosa de todos los días recibir miradas así de los vecinos, todos sabían que nosotros tres éramos una pareja, y para todos era "anormal y antinatural", pero ya estábamos acostumbrados a eso, así que sólo lo ignorábamos.
Llegamos al estacionamiento del edificio y la señora salió apresurada con su hijo, pero el pequeño giró su cabeza para sonreírnos dejando ver el espacio de su diente faltante en la línea inferior. Su inocencia nos causó ternura y le sonreímos de vuelta.
. . .
Sentí la brisa tocar mi rostro y el viento mover la tela de mi vestido floreado cuando baje del auto que Yeonjun conducía, respiré profundo y sonreí. Realmente estaba feliz de estar aquí. Soobin cerró la puerta detrás de mí y los tres comenzamos a caminar hacia la orilla del mar. Antes de tocar la arena, dejamos nuestros zapatos en las escaleras de piedra permitiendo que nuestros pies descansaran libres.
— ¿Por qué se les ocurrió venir aquí? Hace frío — se quejó Yeonjun exagerando con sus brazos como si se estuviera congelando.
— ¿Por qué se te ocurrió usar una camisa sin mangas? — me burlé y me miró mal.
