- ¡No podemos estar juntos! - reclamó Soobin.
- ¿Por qué no? - habló Hyejin desesperada - Yo los amo a los dos, a Yeonjun y a ti, por igual y al mismo tiempo, ¿qué está mal con eso? -
- Yo no... - miró hacia el piso.
- Soobin, mírame - Yeonjun se...
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Todo lo que pasaba al rededor era casi imperceptible para Soobin, que se encontraba en el suelo a mitad de una calle obscura, con una herida en su estómago que dolía como el mismo infierno y sus novios pidiéndole a gritos y entre lágrimas que se quedara con ellos. La sangre ahora era más fuera de su cuerpo que dentro de el.
Los demás no lo veían, pero el lo sabía. Sabía que era el momento, sabía que esto era todo. Aunque no lo quería. Trataba con todas sus fuerzas de buscar la mirada de Hyejin y de no dejar de escuchar la voz de Yeonjun. Juntó el poco aire que aún quedaba dentro de sus pulmones para poder decirles lo que pensaba que sería lo último que escucharían de él.
— Está... — volvió a toser sangre — está bien si me voy — juntó sus pocas fuerzas para sonreír cuando sintió la mano de su novia acariciar su mejilla. El dolor de la herida ni siquiera era la mitad del que sentía en su corazón, no quería irse, no quería que su vida terminara aquí, no así. Esto era injusto.
Pero la vida nunca es justa.
— No digas eso, tú vas a estar bien — sollozó Hyejin.
— Soobin, por favor...no te vayas, no así — le suplicó Yeonjun sin dejar de ver su rostro que cada vez tenía menos color pero no dejaba de sonreírles débilmente.
— Donde sea que vaya, no voy a dejar de amarlos — sus palabras se volvieron lejanas por el sonido de las sirenas acercarse. Permitió que sus ojos se cerraran, dejando salir una lágrima antes de perder la noción de todo a su alrededor.
Era estúpido, era injusto, era malditamente desgarrador morir así. Soobin no quería esto, ninguno de los tres lo quería. Era injusto que la última imagen que vió antes de cerrar los ojos fuera la de los amores de su vida llorando por él y rogándole a gritos que se quedara un poco más. Él no quería que esto fuera lo último que sintiera antes de morir.
Quería que la última imagen en su mente, fuera la de él al lado de las personas que amó con todas sus fuerzas, después de haber vivido una vida larga y feliz a su lado. No esto, no así.
Fueron cinco minutos, sólo cinco minutos en lo que sintió su vida desmoronarse por completo. Cinco minutos hasta que los paramédicos llegaron y alejaron a la gente que se encontraba al rededor para abrirse paso hasta su cuerpo sin consciencia, pero aún con vida. Lo colocaron en la camilla y lo llevaron hasta la ambulancia, sus novios corrieron detrás de los paramédicos hasta la puerta del vehículo donde ahora estaban tratando de estabilizar a Soobin con urgencia.
— Sólo puede ir una persona con él — advirtió una mujer arriba de la ambulancia mirando a los dos jóvenes que tenían un mar de preocupaciones en la mirada.
— Ve tú, los alcanzaré — dijo Yeonjun sin hacer esperar y Hyejin subió inmediatamente.
El vehículo tomó su camino hasta el hospital y ella rogó para que llegaran a tiempo, veía como su novio era tratado con rapidez y ella intentaba asimilar todo lo que estaba pasando.
