Seven Deadly Seas of Love

12 Memorias en el agua

Hola a todos, aquí Coco, aquí Coco, disfrutando de lo último del clima tropical, y lista para traerles una nueva entrega de su historia de piratas favorita ^3^ Nos acercamos más y más al punto final de nuestra primera temporada UwU Y ya la estoy extrañando, no lo puedo negar. Ya sé cuál será la obra que me propondré terminar para el 2025, pero no nos apresuremos <3 O mejor sí, ¡pero a leer! Les mando un beso, un abrazo, y como siempre digo, ya saben qué hacer. 

Posdata: debido a exceso de trabajo y escuela, es muy probable que haya un descanso de una semana, pero no se preocupen, yo les estaría avisando. Ahora sí, vamos a leer. 

***

El tétrico hombre caminaba con lentitud por la orilla de la playa, permitiendo que las olas lamieran sus pies y que el viento salado le alborotara el pelo. La luna llena brillaba sobre él robando destellos plateados a su cabello, que tal vez había sido hermoso algún día, pero que ahora estaba cubierto de suciedad y arena. Su abrigo colgaba raído de sus hombros, sus botas estaban rotas de tanto andar, y aunque su rostro parecía demacrado y mortalmente pálido, el fuego en sus ojos indicaba que aún había vida en él. Una vida que no se extinguiría hasta que encontrara el tesoro que estaba buscando.

—Él tiene el tesoro, él lo tiene. El Dragón lo tiene, es un... ¿Eh? —Pero ya no se acordaba qué o quién era esa persona—. ¿Príncipe? ¿Traidor?

Era ambos, pero la mente de aquel hombre estaba tan fracturada que no podía diferenciar una cosa de la otra. Siguió caminando, dando pasos en medio de un denso silencio, para después comenzar de nuevo sus balbuceos e incoherencias.

—Él lo tiene, estoy seguro. Él tiene el corazón del mar —Una sonrisa torcida se formó en sus labios resecos, y por un segundo, una ola de felicidad inundó su amplio pecho—. Mi hermano lo consiguió. Mi hermano, nuestro líder, él matará a todas esas arrogantes sirenas, ¡estoy seguro!

Un instante después, su rostro se volvió a ensombrecer, y una expresión de furia le pintó la cara.

—No, no lo hará. Porque nos dio la espalda. Nos traicionó a todos, ¡por ella!

«¿Pero, quién es ella?».

Su mente falló de nuevo hasta que, buscando en sus recuerdos la identidad de esa persona, dio con la imagen de una niña pequeña y asustada de ojos azules.

—Preciosa. ¿Qué habrá sido de ella? —Una estentórea risa brotó de sus labios mientras disfrutaba de sus pensamientos oscuros, y al momento siguiente, la mente volvió a quedarle en blanco.

Siguió andando, incapaz de decidir si ir hacia la tierra o hacia el océano, pero eso ya no importaba, pues él no era bienvenido en ninguno de los dos mundos. De pronto, una ola especialmente fuerte chocó contra él, trayendo con ella uno de esos breves momentos en los que tenía completa lucidez. Por un instante todos sus recuerdos regresaron, y pudo volver a ser el glorioso príncipe del abismo, el subteniente del ejército oscuro. El más acérrimo enemigo del pirata conocido como el Dragón de la Ira.

—Meliodas, hermano, ¿por qué? No te lo perdonaré. No te lo perdonaré. ¡No te lo perdonaré!

Era su culpa que estuviera sufriendo esa tortura. La maldición del mar pesaba sobre él como cadenas invisibles, torciendo su mente y convirtiéndola en una cárcel que llevaba consigo a todas partes. Entonces volvió a reír, aunque esta vez, aquel gesto poseía un tinte de diversión.

—Qué curioso, soy tal y como describía la canción que cantaba aquella pequeña durante la Batalla de la Niebla Roja, ¿cómo iba?

«Yo-ho-ho, ellos vienen por ti, veo tres piratas en los mares», tarareó con su mente y labios, repitiendo el estribillo mientras se asía al recuerdo con todas sus fuerzas. «El primero perdió su ojo, el segundo la cordura, el tercero no tiene emociones». Era como si los estuviera describiendo a él y a sus hermanos.