9 Es hora de zarpar - Parte 1

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Hola a todos, aquí Coco, quien aún está riendo perversamente porque ya recordó de qué va el capítulo de hoy, y además se enorgullece en decir que es de los que más emoción le ha dado escribir para esta historia. ¡Amo las cosas del mar! ^u^ Oh, cómo extraño el mar,  estoy que vendo lo que sea y me voy a remojar a la playa... aunque no lo sé, parece ser que ahora mismo el Golfo de México está lleno de huracanes XD Así que, mientras esperamos un mejor clima, ¿por qué no mejor vamos a disfrutar de este divertido, emocionante y sexy episodio? Ya saben qué hacer, fufufu. 

***

El bar más famoso del cabo oscuro estaba lleno esa noche, pero a pesar del ruido y bullicio de la multitud que abarrotaba el lugar, la esquina del fondo a la derecha estaba inusualmente silenciosa. Más de una docena de hombres veían con atención a un jugador de dados que, si bien no lucía muy impresionante, era una de las personalidades más famosas de la isla por su habilidad en los juegos de azar. El joven de anteojos agitó el vaso y, sin siquiera mirar, pronunció el número que le había dado suerte toda la noche.

—Siete. —Toc, se escuchó el golpe seco contra la mesa de madera, y apenas levantó la mano, una exclamación de asombro se alzó en el círculo que lo rodeaba: siete, ni más ni menos, un tres y un cuatro que le daban la victoria contra su oponente, el capitán de cierto barco infame que él estaba intentando comprar.

—¡Imposible!

—No es imposible. Todo se trata de cálculo y probabilidad. Aunque tal vez sea simple suerte, jojo.

—¡Maldito cuatro ojos! ¡Te voy a...! —El hombre de barba no alcanzó a terminar esa amenaza, porque a la velocidad del rayo tuvo una ballesta apuntándole directo a la cara. El ganador tenía fama de ser un tirador veloz, y el viejo pirata decidió que no valía la pena el riesgo de hacerlo enojar.

—Las reglas de la casa son muy claras, capitán. O pagas o mueres, aunque también estaría dispuesto a intercambiar tu vida por tu barco. —Una gota de sudor se deslizó por el grueso cuello del perdedor mientras miraba los ambarinos y fríos ojos del apostador legendario, y cuando logró tragar suficiente saliva como para hablar claramente, por fin respondió.

—Tranquilo amigo, no lleguemos a tanto. Ten el oro, todo el botín de mi última excursión. Pero del barco nada. Ya nos veremos en otra ocasión para apostar de verdad. —Entonces sus hombres dejaron sobre la mesa un cofre mediano lleno hasta el tope, y a una seña de sus dedos, él y su tripulación dejaron el lugar. El pelimagenta suspiró, resignado a un fallo más, y tras tomar su ganancia de la noche, se dirigió a la barra por una cerveza. Casi de inmediato fue abordado por un encapuchado que cargó el trago a su cuenta.

—Es una pena, querido Gowther, pero no te desanimes. Viéndolo bien, ese barco es demasiado viejo, y poco veloz para las actividades que creo que realizarás con él.

—No es para mí. Necesito el barco para pagarle a un amigo.

—Aaaah. ¿Aquel que se hace llamar "capitán Hawk"? —Una sonrisa de lado iluminó su rostro mientras daba un trago, y los compañeros miraron hacia lados opuestos, fingiendo que no sabían de quién se trataba en verdad—. Sí, he oído que es un hombre notable. Debe serlo, si se ha ganado tu lealtad y aprecio.

—Me alegra ver que alguien aquí pone atención a mis historias. Cierta amiga que tenemos en común me ha informado que pronto zarpará de nuevo, y como perdí el barco que había dejado a mi cuidado, necesito encontrar otro para compensarlo. Al menos, hasta que recupere su nave insignia.

—Ya veo. Pues entonces, insisto en que fue mejor que no obtuvieras ese viejo barco destartalado. Resultaría más insulto que disculpa si se lo regalas al Dragón de la Ira. —Lo último fue dicho en un susurro, ya que si bien no se había oído ese nombre en años, seguía siendo bastante temido por todos los piratas.

Seven Deadly Seas of LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora