Mi tiempo debería estar siendo ocupado visitando a esa pequeña niña que recién nació hará ya dos días. En lugar de ello estoy aquí, en la oscuridad y soledad de mi apartamento, sentado en este sofá, con mi mejilla apoyada en mis rodillas y una pajita entre mis labios, permitiendo que con paciencia y sin prisa alguna el espeso líquido rojizo llene mi boca, continuando el camino en descenso por mi garganta hasta perderse en mi organismo, siendo tan necesario como molesto para mi tener que depender de esto en un periodo concreto de tiempo.
— Eres un buen hombre Minhyuk —diría mi madre —siempre cuidándote sin molestar a nadie, sin dañar a nadie, cuidando bien de tus espaldas.
Esas palabras son exactas a las que siempre dice mi madre y están fijadas en mi memoria con fuego, de tal forma que se que nunca voy a olvidarlas, así como tampoco el recuerdo de verles muertos en su casa, bañados en la sangre perteneciente a mi padre mientras ese ser se reía frente a sus cuerpos, creyéndose superior sin verse venir mi presencia, mi ataque, mi enfado ante tal situación hasta que termine por quemar hasta la última parte de su ser.
Sorbiendo aún por esta pajita, sintiendo el espeso sabor sobre mi lengua, perdiéndose una vez más en mi organismo, dejo el vaso vacío ya si sobre la mesa de centro que tan recto como bien colocado he dispuesto en su lugar, sin moverla, sin permitir que otros la toquen, sentándome bien, ocupando bien este espacio donde me encuentro desde hace horas, cuando regresé junto a mi tío de un paseo nocturno más, deteniéndome nuevamente a pensar en esa niña a la que debería ir a ver, en mi primo llamándome sin parar para saber cuando voy a tener la decencia de ir a conocer a su hija.
Quisiera verla, tomar una ducha en este momento, vestirme de forma sencilla pero adecuada, coger las bolsas con ropa y juguetes de bebe que me he permitido comprarle e ir a su casa. Quiero realmente hacerlo, pero el día de hoy no es bueno para mi, tan abundante con el sol que resguarda el cielo, obligándome a cerrar cada cortina de mi casa, no permitiendo el paso de ni un solo rayo que pueda dañarme, mostrar la media realidad que hace mi ser por la herencia genética que se mantiene en mi gracias a mi madre y su familia.
Liberando mis piernas, estirando estas por debajo de la mesa, dejo mi cabeza descansar en el respaldo del sofá donde me encuentro y pasaré mucho rato aún, sintiéndome cómodo pero inquieto al mismo tiempo, no pudiendo soportar mucho la soledad, aunque me guste el silencio que me acompaña, sacándome de quicio estar así, molesto, inquieto, con las imágenes que invaden mi mente, mis pensamientos, el deseo de venganza que tan vivo se mantiene en mi corazón y no se esfumará hasta cumplirlo. Estirándome tal y como me encuentro, respirando de forma profunda por así decirlo, miro en este momento al frente, ahí donde esas inmensas cortinas se encuentran cerradas, ocultándome de la sociedad tan cercana y lejana, peligrosa para mi como yo puedo serlo para ellos.
No soy desde luego el ser más peligroso para esta sociedad puesto que muchos otros lo son aún más que yo, a un nivel tan severo que el control que se debería tomar contra ellos no se puede calcular con sencillez, ni pensarlo tan siquiera, no pasando por mi cabeza más que la idea de mi tío, la única forma de destruir realmente a un vampiro que seria desmembrandolo, quemándolo hasta no quedar ni cenizas de si mismo.
En este momento me pongo en pie, disponiéndome a ir a ese cuarto de baño donde dejo mi cuerpo libre de toda prenda que llevo, dejando esta a un lado para más tarde lavarla, dejando que el agua fría caiga desde mi cabeza a mis pies. Mis ojos se mantienen cerrados, sintiendo tan vivamente el agua, la baja temperatura acariciar mi piel, mis manos con jabón cubriendo cada parte de mi ser de la blanca espuma con la que poco a poco me voy sintiendo limpio.
Externamente limpio, tan sucio por dentro por la ira, el rencor, el odio que penetra tanto en cada parte de mi ser que ningún baño, ningún vaso con sangre, nada me librará de ello hasta que cumpla con mi único objetivo de buscar, encontrar, hacer pagar con su vida a ese desquiciado que me arrebató a las dos personas que más amo en este mundo y ya ni rastro queda de ellos ante la decadente sociedad que protege a los asesinos como si de personas importantes se tratase.
Aclarando cada pedazo de piel cubierta de jabón, cada mechón que ya vuelve a su color y no a ese blanquecino por el champú, salgo de la ducha tras cerrar el agua, cubriéndome con una toalla con la que ya me seco, dejando mi cabello revuelto a su antojo, no quedando una sola gota en mi piel al tiempo que salgo a mi dormitorio, directo a mi vestidor donde tomo lo que quiero ponerme, siendo todo negro, una sudadera negra igualmente con capucha que larga me queda a lo largo de mis piernas, cubriéndome lo suficiente, mi rostro que además protejo con una mascarilla negra y gafas de sol que en la misma calle me pongo, caminando ya si lejos de mi casa, con las bolsas colgando de mis brazos hasta llegar a mi moto donde las dejo bien protegidas, acelerando hasta la sencilla casa de dos plantas donde vive mi primo con su esposa y esa pequeña niña que ahora todos debemos proteger.
Acelerando, evitando cada rayo de sol que no podria traspasar cada capa de ropa que llevo puesta, un motor cercano se escucha ronroneando de forma tan viva que no dudo en mirar a mi alrededor, a mi derecha, viendo ese mismo vehículo a mi lado. No me privo de acelerar, haciéndolo sin miedo, sin miramientos, alejándome tan rápido que en el primer desvío que puedo tomar me quedo oculto, dejándoles pasar de largo para ya si continuar mi camino, perderles de vista y llegar a esa casa donde pronto soy recibido por varios pares de ojos, miles de palabras y el dulce llanto de la pequeña vida a la que no permitiré nunca le hagan daño.
— Lamento haber tardado en venir a conocer a la pequeña —me disculpo sincero —tuve que salir por trabajo y no tuve tiempo de avisar. Espero no molestar con mi presencia y mis presentes para la dulce niña que con amor habéis traído a este mundo.
— No tenias que hacerlo Min —le entrego las bolsas a mi primo —¿me permites ver que es?
— Es para tu hija —sonrío sin mostrar mis dientes pero sincero —no tienes que pedirme permiso.
Disponiéndose a abrir cada una de las bolsas y regalos envueltos con precisión, bajo la atenta mirada de su esposa que parece encantada con cada una de las cosas que me he permitido comprar para la pequeña que ahora y con permiso está en mis brazos, moviendo sus pequeñas manitas.
— Pequeña —hablo en voz baja, estando a una buena distancia —crearé un mundo seguro para ti aunque no sea sencillo. Nadie te hará daño pequeña, tu tío Min siempre velará por tu seguridad.
— Min —me giro ante mi primo —han llegado nuevos invitados, ven a conocerle.
Curioso por las palabras de mi primo, cogiendo de forma más segura a la pequeña en mis brazos, sigo cada paso que da hasta regresar al salón. Su esposa continua sentada, con la sencilla diferencia que mientras toma cada pequeña ropa y los juguetes que apila a un lado en las bolsas, habla con quien ya me supongo es esa visita, tan elegante vestido con sus pantalones de vestir, la raya perfectamente hecha, la camisa con cada botón en su ojal menos tres en la parte superior de la misma, dejando ver de su piel tanto que me desagrada, al igual que la mirada oscura que pretende hacer intimidante hacia mi persona, no lográndolo ni en el instante y de forma forzosa nuestras manos se unen por unos segundos, sintiendo tan fría su piel que me hace sospechar, pensar tanto que me cuesta contenerme, lográndolo unicamente por la pequeña en mis brazos.
— Tu debes de ser Minhyuk —mira a la pequeña —es una niña hermosa y sana. Bienvenida a la familia Lee pequeña, estoy seguro de que serás tan fuerte como tu padre y tu querido tío.
— Ten por seguro que será una niña fuerte, capaz de vencer a todos los que la quieran dañar a ella y su familia —le miro desafiante —¿puedo saber el nombre de quien se atreve a mirar a mi sobrina tan fijamente, interrumpiendo un encuentro familiar?
ESTÁS LEYENDO
La anticipación del amor fantasma
RomanceNo es fácil vivir en una sociedad donde hasta la minima diferencia es la que te aleja de todo, apartandote de una vida normal. Pero eso no lo es todo, teniendo que luchar contra los ideales, los propios enemigos que sin conocerlos existen y son capa...