El sonido de un golpe me despierta, y el calor y resplandor del sol, que me dan justamente en la cara, terminan por espabilarme. Intento moverme hacia mi mesita de noche para así poder ver la hora, pero me detengo abruptamente cuando siento algo clavarse en mí costado. Me remuevo en mi cama, incómoda, pero sigo sintiendo lo que parece ser un objeto duro clavarse entre mis costillas.
Aunque me encuentro mareada y agotada físicamente, me obligo a mí misma a levantarme de la cama, pues holgazanear no está en mi vocabulario por los próximos meses. Además, lo que sea que se esté clavando en mis costillas no me dejará dormir más. Entreabro los ojos y me muevo un poco, cuando un intenso dolor atraviesa mi espina dorsal. Llego a pensar que quizás es por la mala postura en la que dormí anoche, pero poco a poco, mientras me despierto del todo, empiezo a darme cuenta de que no estoy en mi habitación. Toda la sangre del cuerpo se me va a los pies por culpa del miedo.
Me siento de golpe, mareándome más de lo que ya estoy, y empiezo a palpar a mi alrededor por falta de una visión correcta. Volante, palanca de cambios, portavasos, botones... ¡¿Estoy en un auto?! Pero si yo no tengo auto. ¡Ni siquiera se manejar! Suelto un gruñido y me paso ambas manos por la cara, intentando recordar, pero nada viene a mi memoria.
¿Anoche bebí? Claro que bebí, qué pregunta más tonta. La verdadera pregunta es, ¿cuánto alcohol tomé?
Resignada a no poder recordar nada ahora mismo, miro por las ventanillas del auto, pero solo logro ver montañas y una carretera desierta por el retrovisor. El miedo me consume, por lo que rápidamente toco mi cuerpo y mi ropa para cerciorarme de que ayer no me pasó nada malo. Cuando reviso que todo está bien conmigo, suelto un suspiro de alivio.
Estoy bien, perdida y sin recuerdos, pero bien.
Luego de masajearme las sienes, hombros y cuello, dejo que mis ojos terminen de adaptarse al potente sol que hay afuera. Una vez lo he logrado, miro a mi alrededor, percatándome de que el auto en que me encuentro es un auto deportivo. Palpo el cuero negro que recubre los asientos del coche mientras intento no pensar en cómo se supone que conseguí el auto y llegué hasta aquí.
Sin más nada qué hacer y al borde de la histeria intento encender el coche —pues sé perfectamente que ninguna de mis dudas se resolverá aquí sentada— cuando algo llama mi atención del auto. Presiono el botón de encendido, y a continuación, el motor del auto ruge estruendosamente y juntamente con él se encienden la pantalla del coche y la radio, donde suena Arctic Monkeys a un volumen bajo.
Al menos tiene gasolina.
Decida a salir de aquí lo más pronto posible, miro hacia abajo para poder posicionar mis pies en el lugar donde deben ir, entonces piso lo que pienso que es la reversa y el auto empieza a moverse. En un principio voy lento, pero conforme pasan los tortuosos segundos y mis ojos caen cada vez más a menudo en el reloj del coche, voy acelerando.
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Perfecta atracción
RomanceLibro número I de la bilogía 'Amores que duelen'. I · I · I «Lo fácil aburre, lo difícil atrae, lo complicado seduce y lo imposible enamora. Y tú, Afrodita, me traes loco». I · I · I Muchas copas de alcohol, una pelea clandestina y un boxead...