capítulo 2

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-Hijo, estas listo, el chofer te está esperado - Dijo mi padre desde la habitación de al lado.

-Si papá, ya voy - contesté.

La verdad es que no me había ni vestido. Por lo que rápidamente desabroché la camisa blanca del uniforme escolar, dejando a un lado la percha y me la puse. Luego recogí el pantalón, que había dejado tirado en el suelo el día anterior, y me los puse apresurado. Agarré mi corbata y me la coloqué. Solo me faltaban las calcetas y los zapatos, rápidamente me los puse y en menos de 5 minutos estaba en la cocina desayunando junto a mi padre.

-¿Como has dormido hoy hijo? - preguntó mi padre mientras le daba un largo sorbo a su café, se ponía la pipa en la boca y leía el periódico, como cada mañana.

-Bien - contesté sin mucho entusiasmo. Yo estaba desayunando un gran vaso de leche templada acompañado de dos tostadas de aceite y tomate. 

Me levanté cogiendo la vajilla que había utilizado en ese momento, con la intención de dejarla en la cocina y salir disparado hacia el coche que me llevaría al colegio, hasta que mi padre me interrumpió. 

- No hijo, deja las cosas ahí, ya lo recogerán las sirvientas - pronunció.

- Da igual, a mi no me cuesta - dije sin dejar los platos en la mesa.

- ¡Que no!, ¿no te he dicho que lo van a recoger las sirvientas? - Dijo con un tono más agresivo.

Sin pronunciar ni una sola palabra más, me dispuse a dejar las cosas en la mesa y salir de la sala sin decirle nada a mi padre. Cogí la cartera que tenía en la entrada con las cosas que necesitaba para la escuela y efectivamente había un gran coche de color gris esperándome para llevarme al colegio. Me acerqué a él, abrí la puerta y entré. 

Pasados de 10 minutos ya me encontraba en el colegio. Rápidamente pude divisar entre los estudiantes a Conrad. Él era mi mejor amigo, desde pequeños lo habíamos sido, y la verdad me llevaba realmente bien con él, no solíamos enfadarnos y nuestros temas de conversación más comunes eran sobre deportes, cosas que hacer,... Fui rápidamente hasta él y cuando me vio, me saludó y entramos juntos a clase. La verdad, ir a clases como para cualquier persona no era algo que me encantase, más bien era aburrido, pero yo necesitaba tener obligaciones, e ir allí, porque sino tendría que estar las 24 horas con mi padre, cosa que no me gustaba en absoluto. Además ir visitando los campos de concentración no era un plan de mi agrado. Si, habéis leído bien, mi padre iba visitando los campos de concentración de los alrededores de Auschwitz, aunque pocas veces salía de la ciudad, él se centraba en el de aquí. Por lo que mi padre me había dicho allí se encontraban todas las personas judías. Tampoco sabía mucho del tema, ni porqué estaban ahí, supongo que habrían hecho algo malo, pero tampoco me había intentado informar, me parecía un trabajo más, por lo tanto no necesitaba saber más de él. Lo que sí sabía y por mi padre, es que esas personas eran malas y si alguna vez me enteraba de donde estaba alguien así, se lo comunicara inmediatamente.  

Una vez terminamos las tres primeras clases, contábamos con un descanso de 15 minutos en el que solíamos almorzar algo. Yo no comía nada. Me pasaba los 15 minutos jugando o hablando con Conrad. Cuando pasaba el tiempo, teníamos que volver a clases, así hasta la hora de comer. Había gente que se iba a sus casas, sin embargo, yo me tenía que quedar allí , ya que a esa hora ni mi padre ni nadie de su gente me podía recoger. La comida no estaba especialmente buena.  Más bien era horrible. Aunque las instalaciones del comedor eran algo mejores. Nada más entrar se podían apreciar unas largas mesas de madera, con unos largos bancos, uno a cada lado. Y a la derecha se encontraba una especie de mostrador dividido en tres fases. En la primera los alumnos cogíamos una bandeja. En la segunda era donde se encontraba una cocinera la cuál nos iba echando la comida. Y en la tercera era donde cogíamos la bebida, normalmente agua.  Ese día había estofado con carne de cerdo. Me lo comí. De todo lo que había comido en ese lugar era de los más pasable. Una vez terminé, me despedí de Conrad, aunque por la tarde habíamos acordado vernos, y salí a la puerta, donde me esperaba el mismo coche gris que me había llevado esa mañana al colegio. 

Una vez que llegué a casa, hice la tarea del día, que en esa jornada no habían sido muchos, y una vez terminé, me acosté un rato antes de quedar con Conrad. A las 18:00 h estaba saliendo de mi casa camino a la plaza donde había quedado con Conrad. 

- Hey tio! ¿Qué tal? - dije felizmente

-Muy bien la verdad - respondió

-Bueno qué, ¿vamos?

Pasamos el rato hablando y jugando al fútbol. Ya se hacía tarde y era hora de volver a casa con mis padres. Bueno, con mi padre. Ese era un tema que me dolía. Me dolía mucho. No es normal que un chico de mi edad pierda a su madre. Se que me voy a poner triste y melancólico, pero es algo mío y necesario para que me entendáis. A mi y a mis actos. 

Mi madre era una persona maravillosa, valiente y trabajadora. Un total ejemplo a seguir. Era una de esas personas que solo te encuentras una vez en la vida y sabes que te la va a cambiar. Que te va a cambiar a ti y a la vida. Ella era una persona peculiar. Iba por delante de todos. Era realmente inteligente. La verdad nunca comprendí como pudo acabar con mi padre. Mi madre fue asesinada. Fue un error. Pero un error que ha provocado mucho dolor en nuestros corazones. 

Ella se encontraba un día a unas calles cerca de casa. No había mucha gente. Venía de hacer unos recados. Cuando quedaban apenas 100 metros, se encontró con un señor en el suelo. Parecía que se había caído. Fue rápidamente hasta él par intentar ayudarlo. Justo cuando lo estaba ayudando se llegaron un par de militares alemanes que venían a por el señor. Al parecer era judío. Al ver a mi madre junto a él, pensaron que también era familiar suyo y la cogieron. Ella se resistió intentando explicar que no lo conocía, que solo lo estaba ayudando porque se había caído. Y cuando se libró y empezó a correr, uno de los militares le pegó un tiro en la cabeza que provocó que acabase con su vida. En el preciso momento en el que mi padre se enteró, mandó inmediatamente a que acabaran con la vida de ese hombre, y así fue. En resumen, mataron a mi madre por equivocación.


lo que destruyen los pensamientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora