capitulo 5

9 3 1
                                    

El día había empezado de los más normal, aunque ya habíamos empezado ha preparar las bolsas, ya que solo quedaban un par de días para mudarnos, y la casa estaba patas arriba. No teníamos mucho que llevarnos, pero la poca ropa que tenía cada uno, alguna joya o obsequio, y la comida para el viaje, era imprescindible. Yo había cogido la bolsa gris desgastada, y había metido, dos conjuntos, (los únicos que tenía), algunos libros, mi par de zapatos que uso a diario, y alguna cosilla más. En esa misma bolsa, mis hermanos habían metido sus cosas. Era prácticamente lo mismo que lo mío, pero doble y la mitad de pequeño. Luego, mis padres tenían otra bolsa, donde habían metido sus correspondientes cosas, y mis abuelos, otra bolsa, con las suyas. Apenas nos quedaban 5 horas para salir, y la verdad estaba nerviosa. No tenía un buen presentimiento. Haber, seamos realistas, no era bruja, pero siempre tenía presentimientos, los cuales, la mayoría de veces se cumplían. Bueno, yo lo único que quería, era alejarnos de ese lugar, porque era peligroso, para mí, y para mi familia. Íbamos a pasar unas tres horas atendiendo en la librería, y enseguida partiríamos hacia el tren. Mis padres me dejaron ir a despedirme de mis ''amigos'', y yo fui al sitio, donde iba cada vez que me dejaban salir con ellos. Era de las cosas que más pena me daba dejar. Ese había sido mi sitio, en los momentos buenos, y en los malos, siempre recurría ahí. Ahí me sentía protegida. Bueno, supongo que tendría que crearme otro en Vilna. Bueno, era hora de volver. Recogí todas mis cosas, y antes de irme, cerré los ojos, y por mi mente pasaron todos los momentos que había vivido en aquel viejo e improvisado ''gimnasio''. Antes de abrir de nuevo los ojos, pedí un deseo, ojalá volviese a aquel lugar. Cuando estaba lista para irse, abrió los ojos, visionó por ultima vez todo, se giró, y puso rumbo a su casa. 


(mientras tanto en otro lugar de Auschwitz)


-Bueno señor, ya solo nos queda un acta que revisar - dijo con voz de cansancio y al mismo tono alivio. 

-Cierto, ¿de quien se trata el acta? - dijo mi padre algo intrigado. 

-Le leo señor. Elisa Nerzog, nacida en 1857, en los alrededores de Auschwitz. -paró el hombre cogiendo aliento. 

-Siga -indicó mi padre.

- No pone nada más - dijo algo apenado, hasta que vio una dirección. - Bueno, aquí pone que como herencia, su padre le dejó un negocio. Una librería. 

-¿Y tiene la dirección? -dijo mi padre seriamente, aunque detrás de esa cara tan seria, se escondía una pícara sonrisa. 

-Parcela 42, Oswiecim. - dijo frunciendo el ceño.

-¿Qué le pasa? - indicó mi padre extraño, ante la actitud del hombre.

-Nada señor, solo que yo conozco esa librería, y los propietarios son alemanes. -Dijo sin entender del todo lo que pasaba.

-Bueno, pues ahora sabemos que es mentira. Esos desgraciados van a pagar por lo hecho. - dijo mirando al frente, sonriendo malvadamente, y frotándose las manos con la idea de atraparlos. - Vamos, envía a 10 soldados a que los atrapen y me los traigan. Avísales que si alguno se revela, tiene orden de disparar.

-Hecho señor - dijo abandonando respetuosamente la sala.


... (pasados 20 minutos)


-Bueno chicos, pues si todos estamos listos, vayámonos - indicó mi madre. 

Nadie se reveló, y todos seguimos a mi madre. Teníamos que ir andando hasta la estación, ya que todos no cabíamos en un taxi, ni nos lo podíamos permitir, porque en el viaje íbamos a gastar mucho dinero. 


...


-Llegamos, toque a la puerta -indicó el mano derecha de mi padre a uno de sus soldados.

El soldado se dirigió a la puerta y tocó el timbre. Nadie abrió. Volvió a tocar, eta vez más intensamente. Obtuvo el mismo resultado. Estaban a punto de irse hasta que apareció una señora:

-Muchachos, ¿que hacen ahí? - dijo algo impresionada.

-Buenas, estamos buscando a Elisa Herzog. ¿Sabe donde esta? - indicó probando suerte.

-Ahí vive una señora que se llama Elisa junto a su familia, pero se apellida Müller. -pronunció algo confusa.

-Sí, es una identidad falsa, son judíos, por eso los estamos buscando.

La mujer, se quedó paralizada, no soltaba palabra. 

-Bu-bu-bueno, pues ellos se mudan. Salieron hace penas un minuto, en aquella dirección. -Dijo la mujer alzando su mano, y señalando el dedo hacia un lado. 

-Perfecto señora, muchísimas gracias, tendremos en cuenta su colaboración. - dijeron los soldados mientras se montaban en el furgón.


...


-Mamá, ¿queda mucho? -dijo mi hermana, mientras respiraba bastante rápido. 

-Pero bueno, si acabamos de salir. ¿Ya estás cansada? 

- Si -contestó mi hermana poniendo morritos.

Durante unos minutos estuvimos andando tranquilos, sin pronunciar ni una sola palabra. Seguimos andando, hasta que empezamos a escuchar un revuelo. No sabíamos que pasaba, ni a qué venía. Seguimos andando normal, y de pronto escuchamos un ruido muy fuerte, se trataba de un coche a gran velocidad, el cual, venía directo hacia nosotros. Todos, algo extrañados, seguimos andando, en la misma dirección. De repente, el coche avanza y se pone en posición cruzada, justo delante nuestra. Todos, esta vez sí, nos paramos a ver si nos podían explicar que pasaba. De pronto, las puertas del vehículo se abren, y empiezan a bajarse alrededor de diez personas armadas y vestidas exactamente igual. No sabíamos que pasaba. Estábamos asustados. De pronto, uno de ellos nos grita:

-¡Al suelo! - algo imponente. 

Mientras tanto, el resto de ellos nos apuntaban con las pistolas. Nosotros, estábamos realmente asustados, no sabíamos que hacer, ¿se habrían confundido o realmente nos están buscando a nosotros? Bueno, igualmente, estábamos aterrados por lo que pudiese pasar. 

-Os venís con nosotros -dijo el mismo hombre.

-Pero, ¿por qué señor? -dijo mi padre realmente asustado, y sin comprender nada. 

-Sin preguntas, ¡vamos! -volvió a hablar el mismo.

-No señor, mi familia y yo no vamos a ningún sitio a no ser que nos digan qué está pasando - dijo mi padre intentando ser serio, aunque se le notaba demasiado, que estaba muerto de miedo por lo que pudieran saber acerca de nosotros.

-Está bien, hemos averiguado que ustedes son judíos, así que ahora mismo se van a venir todos y cada uno de vosotros en este vehículo. 

- ¡Q-q-qu-que-que!, e-eso es im-imposible. Nosotros somos alemanes puros.

-Señor, hemos encontrado el acta de nacimiento de Elisa Herzog, que supongo que será usted -dijo dirigiéndose a mi abuela - por lo que suban ahora mismo al vehículo. No tenemos que darles ningún tipo de explicación.

Mis padres no pudieron hacer otra cosa, nos habían pillado. Si intentábamos huir nos matarían, por lo que no tuvimos otra opción. 

Entre lágrimas, llantos y sollozos, subimos al vehículo. Por un momento pensé que mi vida había terminado. Nunca e había encontrado en esa situación, e imaginaba que nos matarían. Estaba aterrorizada.

Durante el camino a no se donde, estuvimos todo el tiempo llorando y abrazándonos. Si nos hubiésemos ido un par de horas antes, ahora seríamos libres. Mi vida se había acabado.


lo que destruyen los pensamientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora